jueves, 7 de mayo de 2020

Seguir la voz de María

¡Haced lo que Él os diga! (Jn. 2,5)

Hoy, con frecuencia, oímos hablar de vuelta a la normalidad. Es un deseo que cada vez toma más fuerza tanto a nivel personal como a nivel social.
 Esta expresión, vuelta a la normalidad, se puede interpretar, al menos, de dos maneras. En primer lugar, puede significar volver a lo que había antes, sin ningún tipo de alteración de nada ni de nadie. Todo sigue igual, todo es normal con esa normalidad que existía antes de esta situación anómala. En segundo lugar, también puede significar volver a retomar y volver a alentar  valores que antes estaban sumergidos en la prisa y en la rutina, propias de esa normalidad.
Si por vuelta a la normalidad entendemos volver a aquel que se refugia en lo de siempre, y no se atreve a ser distinto, aquel que no se atreve a arriesgarse por no molestar a nadie, aquel que se ampara en el anonimato por miedo a ser rechazado por los normales, entonces no podemos volver a esta normalidad, porque es una normalidad roma, sin aliciente y carente de fuerza para forjar valores nuevos para una vida nueva.
Es entonces cuando escuchamos la voz de María: “Haced lo que él os diga”.
Aquellos hombres hicieron lo que Jesús les había dicho, para ellos era lo normal. Llenaron las tinajas de agua. Todo quedaba dentro de la normalidad. Jesús no rompe esta normalidad, aquellos novios necesitaban vino y Jesús se lo dio. Pero el vino que Jesús ofrece sí que rompe la normalidad del momento. Era el mejor vino que habían probado.
Jesús ofrece, en aquella boda, un vino nuevo para una realidad nueva nacida de lo normal. Cuando Jesús intervino, la fiesta de aquellos novios no volvió a la normalidad que tenían antes, Jesús les aporto lo mejor, el mejor vino. Cuando Dios interviene en nuestra vida, sacamos lo mejor que tenemos, pero tenemos que seguir la voz de María.
No podemos volver a lo de siempre, a la normalidad de siempre, si con ello apagamos la fuerza de la Vida, y ensombrecemos la luz de la Verdad. De Jesús aprendemos que el mejor lenguaje es el que se escribe con los signos de la vida. Los detalles diarios que engrandecen nuestro espíritu, el lenguaje de la vida que surge de la experiencia de Dios. Esta es la vuelta a la normalidad. La experiencia de Dios, nuestra experiencia de Dios es nuestra mejor predicación, nuestro mejor testimonio. Para volver a la normalidad, nuestro mundo necesita personas con experiencia de Dios.
¡Haced lo que Él os diga! Nos sigue diciendo hoy María. Volvamos, entonces, a la normalidad del evangelio.
Fr. Benito Medina, O.P.

Murillo        


MISTERIOS LUMINOSOS

Primer misterio: El Bautismo de Jesús
“Fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posó sobre Él. Y vino una voz del cielo que decía: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto” (Mt. 3, 13-17).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Segundo Misterio: Jesús en las Bodas de Caná
“Había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Faltó el vino, y la madre de Jesús dijo a Jesús: No les queda vino. Luego dijo a los sirvientes: Haced lo que él os diga…Así Jesús comenzó sus signos y creció la fe de sus discípulos” (Jn. 2, 1-12).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Tercer Misterio: La predicación del Reino
“Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio” (Mc. 1, 14-15).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Cuarto Misterio: La transfiguración del Señor
Subió Jesús a una montaña muy alta y se transfiguró delante de Pedro, Santiago y Juan. Su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y una voz desde la nube decía: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”(Mt. 17, 1-9).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Quinto Misterio: La Eucaristía
“Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Lo mismo hizo con la copa, diciendo: Este es el cáliz de la nueva alianza sellada con mi sangre” (1Co. 11, 23-26).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 
Oración sobre María

Dios, Padre nuestro:
En María nos has dado un modelo
de esta sencillez callada,
de este valor de las cosas pequeñas.

En María nos has dado
la síntesis de la mujer perfecta,
en la contemplación
en el quehacer diario,
en escuchar y responder,
en hablar y callar,
en el orar y en el actuar.

Ayúdanos a acercarnos
a ese modelo de vida cristiana,
para situarnos más cerca
en el camino de Jesús, tu Hijo.

Haznos entender lo que significa
un estilo de vida sencillo
y a valorar las pequeñas cosas
que realizamos cada día.

Amén.
 
María en la música:

"MARÍA DE LA HUMANIDAD" de Ixcís.