¡Haced lo que Él os diga! (Jn. 2,5)
Hoy, con frecuencia, oímos hablar de vuelta a la normalidad. Es un deseo que
cada vez toma más fuerza tanto a nivel personal como a nivel social.
Esta
expresión, vuelta a la normalidad, se
puede interpretar, al menos, de dos maneras. En primer lugar, puede significar
volver a lo que había antes, sin ningún tipo de alteración de nada ni de nadie.
Todo sigue igual, todo es normal con esa normalidad que existía antes de esta
situación anómala. En segundo lugar, también puede significar volver a retomar
y volver a alentar valores que antes
estaban sumergidos en la prisa y en la rutina, propias de esa normalidad.
Si por vuelta
a la normalidad entendemos volver a aquel que se refugia en lo de siempre,
y no se atreve a ser distinto, aquel que no se atreve a arriesgarse por no
molestar a nadie, aquel que se ampara en el anonimato por miedo a ser rechazado
por los normales, entonces no podemos volver a esta normalidad, porque es una
normalidad roma, sin aliciente y carente de fuerza para forjar valores nuevos
para una vida nueva.
Es entonces cuando escuchamos la voz de María: “Haced lo que él os diga”.
Aquellos hombres hicieron lo que Jesús les había
dicho, para ellos era lo normal. Llenaron las tinajas de agua. Todo quedaba
dentro de la normalidad. Jesús no rompe esta normalidad, aquellos novios
necesitaban vino y Jesús se lo dio. Pero el vino que Jesús ofrece sí que rompe
la normalidad del momento. Era el mejor vino que habían probado.
Jesús ofrece, en aquella boda, un vino nuevo para
una realidad nueva nacida de lo normal. Cuando Jesús intervino, la fiesta de
aquellos novios no volvió a la normalidad que tenían antes, Jesús
les aporto lo mejor, el mejor vino. Cuando Dios interviene en nuestra vida,
sacamos lo mejor que tenemos, pero tenemos que seguir la voz de María.
No podemos volver a lo de siempre, a la normalidad
de siempre, si con ello apagamos la fuerza de la Vida, y ensombrecemos la luz
de la Verdad. De Jesús aprendemos que el mejor lenguaje es el que se escribe
con los signos de la vida. Los detalles diarios que engrandecen nuestro
espíritu, el lenguaje de la vida que surge de la experiencia de Dios. Esta es
la vuelta a la normalidad. La experiencia de Dios, nuestra experiencia de Dios
es nuestra mejor predicación, nuestro mejor testimonio. Para volver a la
normalidad, nuestro mundo necesita personas con experiencia de Dios.
¡Haced lo
que Él os diga! Nos sigue diciendo hoy María. Volvamos, entonces,
a la normalidad del evangelio.
Fr. Benito Medina, O.P.
Murillo |
MISTERIOS LUMINOSOS
Primer
misterio: El Bautismo de Jesús
“Fue Jesús
desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Apenas se
bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios
bajaba como una paloma y se posó sobre Él. Y vino una voz del cielo que decía: Éste
es mi Hijo, el amado, mi predilecto” (Mt. 3, 13-17).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Segundo Misterio: Jesús en
las Bodas de Caná
“Había una
boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Faltó el vino, y la
madre de Jesús dijo a Jesús: No les queda vino. Luego dijo a los
sirvientes: Haced lo que él os diga…Así Jesús comenzó sus signos y
creció la fe de sus discípulos” (Jn. 2, 1-12).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Tercer
Misterio: La predicación del Reino
“Jesús se
marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: Se ha cumplido el
plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio” (Mc.
1, 14-15).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Cuarto
Misterio: La transfiguración del Señor
Subió Jesús a una montaña muy alta y se transfiguró delante de Pedro,
Santiago y Juan. Su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron
blancos como la luz. Y una voz desde la nube decía: Éste es mi Hijo, el
amado, mi predilecto. Escuchadlo”(Mt. 17, 1-9).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Quinto
Misterio: La Eucaristía
“Jesús, en
la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y pronunciando la Acción de
Gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Lo
mismo hizo con la copa, diciendo: Este es el cáliz de la nueva alianza
sellada con mi sangre” (1Co. 11, 23-26).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Oración sobre María
Dios, Padre
nuestro:
En María nos
has dado un modelo
de esta
sencillez callada,
de este
valor de las cosas pequeñas.
En María nos
has dado
la síntesis
de la mujer perfecta,
en la
contemplación
en el
quehacer diario,
en escuchar
y responder,
en hablar y
callar,
en el orar y
en el actuar.
Ayúdanos a
acercarnos
a ese modelo
de vida cristiana,
para
situarnos más cerca
en el camino
de Jesús, tu Hijo.
Haznos
entender lo que significa
un estilo de
vida sencillo
y a valorar
las pequeñas cosas
que
realizamos cada día.
Amén.
María en la música:
"MARÍA DE LA HUMANIDAD" de Ixcís.