domingo, 30 de abril de 2023

PASCUA 2023 (21)


 



Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección



-VOCACION-



        Jesús es y quiere ser nuestro Pastor. Jesús llama a cada una de sus ovejas por su nombre, porque las conoce. Él sabe perfectamente cómo somos, sabe de nuestros fracasos, de nuestras equivocaciones, pero también sabe todo lo bueno que podemos llegar a ser, conoce todo el amor que podemos llegar a ofrecer. Y nos conoce, incluso mejor que nosotros mismos.

        ¿Somos capaces de oir en nuestra vida esa voz de Jesús que nos llama, que nos busca, que nos dice quiénes somos, que nos dice lo grandes e importantes que somos cada uno de nosotros, lo mucho que nos ama y que nos necesita?

        Esa voz podemos escucharla desde la oración, desde la liturgia, desde la celebración de los sacramentos, en la profundización y conocimiento de la Palabra, de la Escritura. También podemos escuchar esa voz en los demás, en la familia, en los hijos, en los padres, en la pareja, en los amigos. Igualmente podemos escuchar esa voz en las situaciones del mundo, en el sufrimiento, en los más débiles, en los que sufren. Una voz que nos va a estar llamando por nuestro nombre y siempre nos va a estar diciendo lo mismo: te quiero sin condiciones, te quiero y te necesito.

        Ser capaces de tratar de descubrir esa voz de Dios que no se cansa de enviarla desde todos los rincones y maneras. Pero esos mensajes no sólo son para oírlos, sino también para escucharlos, poder seguirlos. Si la oveja del rebaño se empeña en ir donde ella quiere, donde le apetece, y no sigue a su pastor, la oveja se acaba perdiendo. Escuchar esa voz, ese mensaje de amor de Jesús, para que esa voz sea la única que guie nuestra vida; que no sea mi voz, mi egoísmo, mi seguridad, mis apetencias o afectos, sino sólo la voz de Jesús, nuestro Buen Pastor.

        Hoy es el día para orar por las vocaciones, las religiosas, las sacerdotales –ambas muy necesarias en esta época-, pero hablamos de las de todos, porque en la Iglesia todos tenemos una vocación, y todas y cada una importantísima. La sacerdotal, la religiosa y la laical, todas ellas igual de fundamentales, porque Jesús nos llama a cada uno de un modo diferente, Jesús nos necesita a todos. Debemos preguntarnos, ¿para qué me necesita Jesús, a qué estoy consagrado en mi vida, dónde y cómo quiere Jesús que yo esté aquí y ahora? Eso es lo que deberíamos de plantearnos a lo largo de nuestra vida, porque la vocación no se resuelve en un momento concreto, sino que se plantea en el inicio de cada día. Es en ese cada día y en cada nueva situación que se nos presenta cuando le debemos preguntar a Jesús, cuál es mi vocación, cuál es la forma, ese sí que le decimos a Jesús, en cada momento, qué puedo yo ofrecerle a Jesús, qué necesita Él de mí, lo que tengo, lo que soy, para Él y para los demás. No sólo en situaciones de dolor, dependencia, enfermedad, debilidad, sino también cuál debe ser mi respuesta en momentos positivos, productivos, de fortaleza. Con él todo lo que vivo, todo lo que tengo y lo que soy, debo ponerlo al servicio de mi buen pastor, porque no sólo debo pensar egoístamente en mi situación de felicidad y plenitud, sino también en las de mis hermanos.

        Jesús también nos dice en el Evangelio que quien entra por la puerta es el pastor. Y también nos dice que Él es la puerta, que “quien entre por mí se salvará”. Por tanto, no solo estoy llamado a ser oveja del rebaño de Cristo, sino también pastor de los demás, de los que Dios ha puesto bajo mi guía, mi cuidado. Ello supone una gran responsabilidad, pero también una gran confianza de Dios en nosotros. También se nos recuerda que todos nosotros como Iglesia somos Cristo en este siglo XXI, que Él vive en nosotros. Recordar esto nos puede ser de gran ayuda para el desarrollo de cuál sea nuestra vocación en los momentos más complicados: Soy Cristo, hoy y ahora; tengo responsabilidad sobre la persona que tengo al lado; puedo actuar igual que Él actuaba.

        Jesús se presenta como pastor, alguien que cuida, que acompaña, que guía. Que seamos capaces de crecer en la mansedumbre de las ovejas, de construir cada día más rebaño entre nosotros, de fortalecer los vínculos que tenemos en el amor; que la voz de nuestro buen pastor sea la que nos guíe en nuestro camino.



Oído en la homilía del este Domingo del Buen Pastor
en la Eucaristía presidida por Fr. Félix Hernández
en Santo Domingo de Scala Coeli - Córdoba

sábado, 29 de abril de 2023

PASCUA 2023 (20)




Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección



-SENCILLEZ Y DETERMINACIÓN-



        Durante la misa de apertura del Segundo Sínodo para Europa, el Papa proclamó a Santa Catalina de Siena copatrona de Europa, junto a Santa Teresa Benedicta de la Cruz y Santa Brígida de Suecia.

            La Europa de Catalina, como nuestro mundo de hoy, estuvo marcada por la violencia y por un futuro incierto: el Papado había huido a Aviñón, desgarrando la Iglesia y dividiendo países, ciudades y Órdenes religiosas, incluida la nuestra; las ciudades habían quedado diezmadas por la peste bubónica, conocida como la Peste Negra, había un declive de vitalidad en la Iglesia y una pérdida de identidad, así como una crisis en la vida religiosa. Catalina se negó a resignarse ante este sufrimiento y esta división. En palabras del Papa Juan Pablo II, entró “con paso firme y palabras ardientes en el corazón de los problemas eclesiales y sociales de su época”. Se dirigió a los gobernantes políticos y religiosos, personalmente o por cartas, y les señaló claramente sus fallos y cuál era su deber como cristianos. No tuvo reparo en decir incluso al Papa que debían tener valentía y regresar a Roma. Visitó cárceles, cuidó de los pobres y de los enfermos. La devoraba la urgencia de llevar a todos el amor y la misericordia de Dios.

            Sobre todo Catalina luchó por la paz. Estaba convencida de que “ni con espada ni con guerras ni con crueldad” se podía lograr el bien, sino “con la paz y la humilde y continua oración”. Pero nunca sacrificó la verdad o la justicia por una paz fácil o a bajo precio. Recordó a los soberanos de Bolonia que buscar la paz sin la justicia era como poner bálsamo en una llaga que debería ser cauterizada. Sabía que ser pacificador significaba seguir los pasos de Cristo, que hizo la paz entre Dios y la humanidad. Por esta razón, el pacificador debe a menudo compartir el mismo destino de Cristo y sufrir el rechazo. El pacificador es “otro Cristo crucificado”.

        Nuestro propio mundo está lacerado por la violencia: violencia étnica o tribal en África y en los Balcanes; amenaza de una guerra nuclear; violencia en nuestras ciudades y familias. Catalina nos invita a tener el coraje de ser pacificadores, aunque esto conlleve que nosotros mismos tengamos que sufrir persecución y rechazo. La paz, para Catalina, significaba por encima de todo la paz en la Iglesia, la curación del Gran Cisma. Y, al mismo tiempo, percibimos su intenso amor por la Iglesia, que para ella no era “otra cosa que el mismo Cristo”, junto a su coraje y libertad.

        Amó tanto a la Iglesia que no dudó en denunciar los fallos de los clérigos y obispos en su búsqueda de riqueza y posición social, y le exigió que fuera el misterio de Cristo en el mundo, la servidora humilde de todos. Incluso se atrevió a decir a Dios lo que tenía que hacer, cuando rogó: Te apremio, pues, puesto que Tú sabes, puedes y quieres, que tengas misericordia del mundo, y envíes el calor de la caridad con la paz y unión a la santa Iglesia. No quiero que tardes más” La Iglesia de nuestro tiempo sufre también divisiones, causadas por incomprensiones, intolerancia y una pérdida del “calor de la caridad y la paz”.

        Hoy el amor por la Iglesia se entiende a veces como un silencio falto de sentido crítico. ¡No se debe “agitar la barca”! Pero Catalina nunca pudo permanecer en silencio. Escribió a un importante prelado: “No os quedéis más en silencio. Gritad con cien mil lenguas. Veo que el mundo está perdido por callar. La esposa de Cristo está descolorida, ha perdido el color”. Que Santa Catalina nos enseñe su amor profundo al Cuerpo de Cristo, y su sabiduría y coraje para decir con verdad y abiertamente palabras que unen en lugar de dividir, que iluminan en vez de oscurecer, y que curan en lugar de herir.

        Las relaciones de Catalina con sus amigos, y en especial con sus hermanos y hermanas dominicas, estuvieron marcadas por la misma combinación de amor y audacia de hablar. Ella consideraba a cada amigo como un don de Dios, que debía amarse “muy cercanamente, con un amor particular”. Creía que la amistad mutua era una oportunidad “para engendrarse mutuamente en la presencia dulce de Dios”, y una proclamación de “la gloria y alabanza del nombre de Dios en el prójimo”.

                                                                                                                          Pero este amor no le impidió hablar con toda franqueza a sus amigos, y decir a sus hermanos exactamente lo que debían hacer, incluso a su querido Raimundo de Capua, que llegó a ser Maestro de la Orden el año de su muerte. No puede haber amor sin verdad, ni verdad sin amor. Así rezaba por sus amigos: “Dios eterno, te pido con singular solicitud por todos los que me has dado para que los ame con singular amor. Que sean plenamente iluminados con tu luz y que se quite de ellos toda imperfección, para que en verdad puedan trabajar en tu jardín, donde Tú los has destinado”.

            Si la Familia Dominicana tiene que ser, en palabras de Catalina, “amplia toda gozosa y perfumada, jardín agradabilísimo”, debemos aprender su capacidad de amistad recíproca junto con la plena verdad. Nuestra amistad como hombres y mujeres, religiosos y laicos, es un gran don para la Orden y para la Iglesia, pero a veces está marcada por heridas de las que apenas nos atrevemos a hablar. Para trabajar juntos como predicadores del evangelio, tenemos que hablarnos mutuamente con la franqueza y confianza de Catalina, para que “en la verdad puedan trabajar en tu jardín”. Catalina fue una mujer apasionada, con profundos deseos: la unión con Dios, la difusión del evangelio y el bien de toda la familia humana. El deseo ensancha nuestros corazones. Ella dijo a Dios: “Tú haces grande el corazón, no estrecho, tan grande que tiene cabida para todos en su caridad amorosa”. Y Dios dijo a Catalina: “Yo que soy Dios infinito, quiero ser servido por vosotros con cosa infinita, e infinito no tenéis más que el afecto y el deseo de vuestro espíritu”.

        ¿Cómo podemos crecer como hombres y mujeres tocados por la pasión de Catalina por Dios? ¿Cómo podemos liberarnos de la pequeñez de corazón y de la complacencia en las pequeñas satisfacciones? Quizá descubriendo, como hizo Catalina, que Dios está presente en el fondo mismo de nuestro ser. La pasión por Dios no es algo a lo que se cobra gusto, como la afición al fútbol. Está en la esencia de mi ser esperando a que se descubra. Nuestro mundo está marcado por un hambre profunda de identidad.

            Para mucha gente de hoy la pregunta es: ¿Quién soy yo?. Esta fue la pregunta de Catalina. La búsqueda contemporánea del conocimiento de uno mismo es, con frecuencia, una preocupación narcisista, una concentración introvertida en el propio bienestar y realización. Pero para Catalina, “cuando al fin me veo como soy, no descubro una pequeña brizna de mi yo egoísta y solitario”. En lo que Catalina llamaba “la celda del conocimiento de sí” yo me descubro amado en mi propio existir. Ella se describió como “concentrada en la celda interior para conocer mejor en sí la bondad de Dios”. Si me atrevo a hacer este viaje hacia el conocimiento de mí mismo, entonces descubriré que pequeño, imperfecto y limitado soy, pero veré también que soy profundamente amado y valorado. Dios dijo a Catalina: “Con providencia te creé, y al contemplarla en mí mismo, me enamoré de la belleza de mi criatura”. Por eso Catalina nos ofrece una respuesta liberadora a la búsqueda contemporánea de la identidad. Nos lleva más allá de una falsa identidad basada en la posición o en la riqueza o en el poder. Porque en la entraña de nuestro ser está Dios, cuyo amor nos mantiene en el ser. Este es el lugar de la oración contemplativa, donde uno se encuentra con Dios que se complace en amar y en perdonar, y cuya propia bondad saboreamos. Aquí descubrimos el secreto de la paz de Catalina y de su dinamismo, de su confianza y de su humildad. Esto es lo que hizo de esta jovencita, con poca educación formal, una gran predicadora. Esto es lo que le dio la libertad de hablar y de escuchar. Esto es lo que le dio la valentía para afrontar los grandes problemas de su tiempo sumergiéndose en ellos. Con la ayuda de sus plegarias nosotros podemos hacer lo mismo. Vuestro hermano en Santo Domingo.

Fr. Timothy Radcliffe, OP
Maestro de la Orden de Predicadores
 Abril 2000




viernes, 28 de abril de 2023

PASCUA 2023 (19)

 





Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección



-COMUNION-



        La venida de Cristo a nosotros tiene como finalidad llevarnos al Padre. En efecto, "a Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer" (Jn 1, 18). Esta revelación histórica, realizada por Jesús con gestos y palabras, nos toca profundamente a través de la acción interior del Padre (cf. Mt 16, 17; Jn 6, 44-45) y la iluminación del Espíritu Santo (cf. Jn 14, 26; 16, 13). Por eso, Jesús resucitado lo derrama como principio de perdón de los pecados (cf. Jn 20, 22-23) y manantial del amor divino en nosotros (cf. Rm 5, 5). Así se realiza una comunión trinitaria que comienza ya durante la existencia terrena y tiene como meta la plenitud de la visión, cuando "seremos semejantes a Dios, porque lo veremos tal cual es" (1 Jn 3, 2).

        Ahora Cristo sigue caminando a nuestro lado por los senderos de la historia, cumpliendo su promesa: "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). Está presente a través de su Palabra, "Palabra que llama, que invita, que interpela personalmente, como sucedió en el caso de los Apóstoles. Cuando la Palabra toca a una persona, nace la obediencia, es decir, la escucha que cambia la vida. Cada día (el fiel) se alimenta del pan de la Palabra. Privado de él, está como muerto, y ya no tiene nada que comunicar a sus hermanos, porque la Palabra es Cristo" (Orientale lumen, 10).

        Cristo está presente, además, en la Eucaristía, fuente de amor, de unidad y de salvación. Resuenan constantemente en nuestras iglesias las palabras que él pronunció un día en la sinagoga de la localidad de Cafarnaúm, junto al lago de Tiberíades. Son palabras de esperanza y de vida: "El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él" (Jn 6, 56). "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día" (Jn 6, 54).

San Juan Pablo II
Audiencia General, 9 de agosto de 2000

jueves, 27 de abril de 2023

PASCUA 2023 (18)

 




Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección



-PAN DE VIDA-



        Con frecuencia confundimos la libertad con la ausencia de vínculos, con la convicción de poder actuar por nuestra cuenta, sin Dios, a quien se ve como un límite para la libertad. Y esto es una ilusión que no tarda en convertirse en desilusión, generando inquietud y miedo, y llevando, paradójicamente, a añorar las cadenas del pasado: «Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto», decían los israelitas en el desierto (Ex 16, 3). En realidad, sólo en la apertura a Dios, en la acogida de su don, llegamos a ser verdaderamente libres, libres de la esclavitud del pecado que desfigura el rostro del hombre, y capaces de servir al verdadero bien de los hermanos.

        El hombre cae con frecuencia en la ilusión de poder «transformar las piedras en pan». Después de haber dejado a un lado a Dios, o haberlo tolerado como una elección privada que no debe interferir con la vida pública, ciertas ideologías han buscado organizar la sociedad con la fuerza del poder y de la economía. La historia nos demuestra, dramáticamente, cómo el objetivo de asegurar a todos desarrollo, bienestar material y paz prescindiendo de Dios y de su revelación concluyó dando a los hombres piedras en lugar de pan. El pan, queridos hermanos y hermanas, es «fruto del trabajo del hombre», y en esta verdad se encierra toda la responsabilidad confiada a nuestras manos y nuestro ingenio; pero el pan es también, y ante todo, «fruto de la tierra», que recibe de lo alto sol y lluvia: es don que se ha de pedir, quitándonos toda soberbia y nos hace invocar con la confianza de los humildes: «Padre (...), danos hoy nuestro pan de cada día» (Mt 6, 11).

        El hombre es incapaz de darse la vida a sí mismo, él se comprende sólo a partir de Dios: es la relación con él lo que da consistencia a nuestra humanidad y lo que hace buena y justa nuestra vida. En el Padrenuestro pedimos que sea santificado su nombre, que venga su reino, que se cumpla su voluntad. Es ante todo el primado de Dios lo que debemos recuperar en nuestro mundo y en nuestra vida, porque es este primado lo que nos permite reencontrar la verdad de lo que somos; y en el conocimiento y seguimiento de la voluntad de Dios donde encontramos nuestro verdadero bien. Dar tiempo y espacio a Dios, para que sea el centro vital de nuestra existencia.

        ¿De dónde partir, como de la fuente, para recuperar y reafirmar el primado de Dios? De la Eucaristía: aquí Dios se hace tan cercano que se convierte en nuestro alimento, aquí él se hace fuerza en el camino con frecuencia difícil, aquí se hace presencia amiga que transforma. Ya la Ley dada por medio de Moisés se consideraba como «pan del cielo», gracias al cual Israel se convierte en el pueblo de Dios; pero en Jesús, la palabra última y definitiva de Dios, se hace carne, viene a nuestro encuentro como Persona. Él, Palabra eterna, es el verdadero maná, es el pan de la vida (cf. Jn 6, 32-35); y realizar las obras de Dios es creer en él (cf. Jn 6, 28-29). En la última Cena Jesús resume toda su existencia en un gesto que se inscribe en la gran bendición pascual a Dios, gesto que él, como hijo, vive en acción de gracias al Padre por su inmenso amor. Jesús parte el pan y lo comparte, pero con una profundidad nueva, porque él se dona a sí mismo. Toma el cáliz y lo comparte para que todos puedan beber de él, pero con este gesto él dona la «nueva alianza en su sangre», se dona a sí mismo. Jesús anticipa el acto de amor supremo, en obediencia a la voluntad del Padre: el sacrificio de la cruz. Se le quitará la vida en la cruz, pero él ya ahora la entrega por sí mismo. Así, la muerte de Cristo no se reduce a una ejecución violenta, sino que él la transforma en un libre acto de amor, en un acto de autodonación, que atraviesa victoriosamente la muerte misma y reafirma la bondad de la creación salida de las manos de Dios, humillada por el pecado y, al final, redimida. Este inmenso don es accesible a nosotros en el Sacramento de la Eucaristía: Dios se dona a nosotros, para abrir nuestra existencia a él, para involucrarla en el misterio de amor de la cruz, para hacerla partícipe del misterio eterno del cual provenimos y para anticipar la nueva condición de la vida plena en Dios, en cuya espera vivimos.

        ¿Pero qué comporta para nuestra vida cotidiana este partir de la Eucaristía a fin de reafirmar el primado de Dios? La comunión eucarística, queridos amigos, nos arranca de nuestro individualismo, nos comunica el espíritu de Cristo muerto y resucitado, nos conforma a él; nos une íntimamente a los hermanos en el misterio de comunión que es la Iglesia, donde el único Pan hace de muchos un solo cuerpo


BENEDICTO XVI
Homilía 11 Septiembre 2011

miércoles, 26 de abril de 2023

PASCUA 2023 (17)




Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección



-SAL y LUZ-



        En el Evangelio de hoy (cf. Mateo 5, 13-16), Jesús dice a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra [...]. Vosotros sois la luz del mundo» (vv. 13,14). Utiliza un lenguaje simbólico para indicar a los que tienen intención de seguirlo ciertos criterios de presencia y testimonio vivo en el mundo.

        Primera imagen: la sal. La sal es el elemento que da sabor y conserva y preserva los alimentos de la corrupción. Por lo tanto, el discípulo está llamado a mantener alejados de la sociedad los peligros, los gérmenes corrosivos que contaminan la vida de las personas. Se trata de resistir a la degradación moral y el pecado, dando testimonio de los valores de honestidad y fraternidad, sin ceder a los halagos mundanos del arribismo, el poder y la riqueza. Es «sal» el discípulo que, a pesar de los fracasos diarios ―porque todos los tenemos―, se levanta del polvo de sus propios errores, comenzando de nuevo con coraje y paciencia, cada día, para buscar el diálogo y el encuentro con los demás. Es «sal» el discípulo que no busca el consentimiento y la alabanza, sino que se esfuerza por ser una presencia humilde y constructiva, en fidelidad a las enseñanzas de Jesús que vino al mundo no para ser servido, sino para servir. ¡Y hay mucha necesidad de esta actitud!

        La segunda imagen que Jesús propone a sus discípulos es la de la luz: «Vosotros sois la luz del mundo». La luz dispersa la oscuridad y nos permite ver. Jesús es la luz que ha disipado las tinieblas, pero aún permanecen en el mundo y en las personas. Es la tarea del cristiano dispersarlas haciendo brillar la luz de Cristo y proclamando su Evangelio. Es una irradiación que también puede provenir de nuestras palabras, pero debe fluir sobre todo de nuestras «buenas obras» (v. 16). Un discípulo y una comunidad cristiana son luz en el mundo cuando encaminan a los demás hacia Dios, ayudando a cada uno a experimentar su bondad y misericordia. El discípulo de Jesús es luz cuando sabe vivir su fe fuera de los espacios estrechos, cuando ayuda a eliminar los prejuicios, a eliminar la calumnia y a llevar la luz de la verdad a situaciones viciadas por la hipocresía y la mentira. Hacer luz. Pero no mi luz, es la luz de Jesús: somos instrumentos para que la luz de Jesús llegue a todos.

        Jesús nos invita a no tener miedo de vivir en el mundo, aunque a veces haya condiciones de conflicto y pecado en él. Frente a la violencia, la injusticia, la opresión, el cristiano no puede encerrarse en sí mismo o esconderse en la seguridad de su propio recinto; la Iglesia tampoco puede encerrarse en sí misma, no puede abandonar su misión de evangelización y servicio. Jesús, en la última cena, pidió al Padre que no sacara a los discípulos del mundo, que los dejara allí en el mundo, que los protegiera del espíritu del mundo. La Iglesia se prodiga con generosidad y ternura por los pequeños y los pobres: este no es el espíritu del mundo, esta es su luz, es la sal. La Iglesia escucha el grito de los últimos y de los excluidos, porque es consciente de que es una comunidad peregrina llamada a prolongar en la historia la presencia salvadora de Jesucristo.

        Que la Santísima Virgen nos ayude a ser sal y luz en medio del pueblo, llevando la Buena Nueva a todos, con la vida y la palabra.

Francisco
Angelus 9 febrero 2020

martes, 25 de abril de 2023

PASCUA 2023 (16)





Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección



-PROCLAMAR EL EVANGELIO-



        Hermanos y hermanas míos, hace falta que os asociéis a mí como testigos de la resurrección de Jesús. En efecto, si vosotros no sois sus testigos en vuestros ambientes, ¿quién lo hará por vosotros? El cristiano es, en la Iglesia y con la Iglesia, un misionero de Cristo enviado al mundo. Ésta es la misión apremiante de toda comunidad eclesial: recibir de Dios a Cristo resucitado y ofrecerlo al mundo, para que todas las situaciones de desfallecimiento y muerte se transformen, por el Espíritu, en ocasiones de crecimiento y vida. Para eso debemos escuchar más atentamente la Palabra de Cristo y saborear asiduamente el Pan de su presencia en las celebraciones eucarísticas. Esto nos convertirá en testigos y, aún más, en portadores de Jesús resucitado en el mundo, haciéndolo presente en los diversos ámbitos de la sociedad y a cuantos viven y trabajan en ellos, difundiendo esa vida “abundante” (cf. Jn 10, 10) que ha ganado con su cruz y resurrección y que sacia las más legítimas aspiraciones del corazón humano.

        Sin imponer nada, proponiendo siempre, como Pedro nos recomienda en una de sus cartas: “Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere” (1 P 3, 15). Y todos, al final, nos la piden, incluso los que parece que no lo hacen. Por experiencia personal y común, sabemos bien que es a Jesús a quien todos esperan. De hecho, los anhelos más profundos del mundo y las grandes certezas del Evangelio se unen en la inexcusable misión que nos compete, puesto que “sin Dios el hombre no sabe adónde ir ni tampoco logra entender quién es. Ante los grandes problemas del desarrollo de los pueblos, que nos impulsan casi al desasosiego y al abatimiento, viene en nuestro auxilio la palabra de Jesucristo, que nos hace saber: ‘Sin mí no podéis hacer nada’ (Jn 15, 5). Y nos anima: ‘Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo’ (Mt 28, 20)” (Enc. Caritas in veritate, 78).

        Aunque esta certeza nos conforte y nos dé paz, no nos exime de salir al encuentro de los demás. Debemos vencer la tentación de limitarnos a lo que ya tenemos, o creemos tener, como propio y seguro: sería una muerte anunciada, por lo que se refiere a la presencia de la Iglesia en el mundo, que por otra parte, no puede dejar de ser misionera por el dinamismo difusivo del Espíritu. Desde sus orígenes, el pueblo cristiano ha percibido claramente la importancia de comunicar la Buena Noticia de Jesús a cuantos todavía no lo conocen. En estos últimos años, ha cambiado el panorama antropológico, cultural, social y religioso de la humanidad; hoy la Iglesia está llamada a afrontar nuevos retos y está preparada para dialogar con culturas y religiones diversas, intentando construir, con todos los hombres de buena voluntad, la convivencia pacífica de los pueblos. El campo de la misión ad gentes se presenta hoy notablemente dilatado y no definible solamente en base a consideraciones geográficas; efectivamente, nos esperan no solamente los pueblos no cristianos y las tierras lejanas, sino también los ámbitos socio-culturales y sobre todo los corazones que son los verdaderos destinatarios de la acción misionera del Pueblo de Dios.

        Se trata de un mandamiento, cuyo fiel cumplimiento “debe caminar, por moción del Espíritu Santo, por el mismo camino que Cristo siguió, es decir, por el camino de la pobreza, de la obediencia, del servicio, y de la inmolación de sí mismo hasta la muerte, de la que salió victorioso por su resurrección” (Decr. Ad gentes, 5). Sí, estamos llamados a servir a la humanidad de nuestro tiempo, confiando únicamente en Jesús, dejándonos iluminar por su Palabra.

Benedicto XVI
Homilía Santa Misa
Viernes 14 de mayo de 2010

lunes, 24 de abril de 2023

PASCUA 2023 (15)

 





Palabras para celebrar juntos

la Pascua de Resurrección



-ALIMENTO-



Rescatamos hoy la reflexión de nuestro querido P. Jesús Duque, OP (q.e.p.d), publicada en la web de dominicos.org, en 2014, sobre el evangelio de este día:


 Trabajad por el alimento que perdura

        El evangelio de Juan concentra en el vocablo vida todos los dones salvadores de Cristo, regalos de verdadera vida; y éste es presentado como dador de vida en los diversos rasgos que destacan en el discurso del Pan de la vida. Jesús responde a una cuestión más bien incidental con unas elevadas palabras que versan sobre el verdadero alimento que no perece y que nos será dado por el Hijo del Hombre. El misterio de Jesús provoca y su mensaje despierta inquietud, porque le cuestionan sobre cómo ha llegado hasta ese lugar y piden pan; y les responde que él es el genuino alimento, el Pan que ha venido del cielo, con lo que contesta y se ofrece, se descubre a sí mismo y da a conocer los dones de vida que atesora para sus seguidores. Las palabras finales son una sencilla y confiada hoja de ruta para los cristianos, donde pone el énfasis en la confianza absoluta que debemos al que el Padre ha enviado. En tal creencia encontramos el mejor alimento y sentido de nuestra vida: Cristo Jesús, el centro sobre el que gravita la vida de la comunidad creyente, y no sobre otra cosa.


Fr. Jesús Duque O.P.


domingo, 23 de abril de 2023

PASCUA 2023 (14)


 

Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección


-LIBERACION-



        Pascua es LIBERACION, porque para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Y, ¿cómo lo ha hecho? Lo vemos en esta imagen preciosa, antiquísima, que podemos contemplar en las excavaciones de la Basílica de San Clemente, en Roma.


        Y lo podemos leer en la maravillosa homilía que la Liturgia de las Horas nos presenta en el Sábado Santo, en la Lectura patrística del Oficio de lecturas. Os invito a leerla contemplando esta imagen: Cristo va a buscar a nuestro primer padre como si fuera la oveja perdida, quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, es decir, a ti, a mí, a todos los que podemos estar envueltos en esas tinieblas que nos esclavizan y nos dice: Levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz; no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate obra de mis manos, salgamos de aquí, porque tú en mí y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona. PASCUA ES LIBERACIÓN.

Sor Inmaculada de la Cruz

Córdoba


sábado, 22 de abril de 2023

PASCUA 2023 (13)



Palabras para celebrar juntos
la Pascua de Resurrección



-CONFIANZA-



¡Hermanos y hermanas! ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!

¡Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera!

¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!

Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura. de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!

Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitid, pues, —os lo ruego, os lo imploro con humildad y con confianza— permitid que Cristo hable al hombre. ¡Sólo El tiene pala­bras de vida, sí, de vida eterna!


San Juan Pablo II
Homilía 22 octubre 1978- Comienzo de su pontificado

viernes, 21 de abril de 2023

PASCUA 2023 (12)



Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección


-SIGNOS-


        Con el Papa Francisco, podemos entender ¿qué es un "signo" según el Evangelio?

        Un signo es un indicio que revela el amor de Dios, que no reclama atención sobre la potencia del gesto, sino sobre el amor que lo ha provocado. Nos enseña algo del amor de Dios, que es siempre cercano, tierno y compasivo. El primer signo que vemos en el Evangelio sucede mientras dos esposos están en dificultad en el día más importante de sus vidas. En mitad de la fiesta falta un elemento esencial, el vino, y se corre el riesgo de que la alegría se apague entre las críticas y la insatisfacción de los invitados. La Virgen se da cuenta del problema y lo señala con discreción a Jesús. Y Él interviene sin clamor, casi sin que se note. Todo se desarrolla reservadamente, "detrás del telón": Jesús dice a los servidores que llenen las ánforas de agua, que se convierte en vino.

         Y otro ejemplo de signo es el que hoy leemos en el Evangelio. Los cinco panes de cebada y dos peces que tenía un muchacho van a servir, por la acción intercesora de Jesús, para dar de comer a una muchedumbre que lo seguía ("sólo los hombres eran unos cinco mil").

        Así actúa Dios, con cercanía, con discreción. Y ven también el "modo" de actuar de Jesús, su servir sin ser visto -así es Jesús: nos ayuda, nos sirve de un modo reservado, escondido. Así van conociendo los discípulos el germen de la fe, esto es, creen que en Jesús está presente Dios, el amor de Dios.

        Es bello pensar que con sus signos Jesús sale al encuentro de unas necesidades simples y concretas de la gente común, gestos domésticos, discretos, silenciosos. Él está dispuesto para ayudarnos, para levantarnos. Y entonces, si estamos atentos a estos "signos", su amor nos conquista y nos hacemos discípulos suyos.

        Jesús realiza un número muy importante de signos. A través de ellos, Dios quiere lo mejor para nosotros, nos quiere felices. No se pone límites y no nos pide intereses.

        El mismo Francisco, sugería un ejercicio que hoy también podemos llevar a cabo nosotros, porque puede hacernos mucho bien. Decía: probemos hoy a buscar entre nuestros recuerdos los "signos" que el Señor ha realizado en nuestra vida. Que cada uno diga: en mi vida, ¿qué signos ha realizado el Señor?¿Qué indicios veo de su presencia? Son signos que ha llevado a cabo para mostranos que nos ama; pensemos en ese momento difíciel en el que Dios me hizo experimentar su amor... Y preguntémonos: ¿con qué signos, discretos y premurosos, me ha hecho sentir su ternura? ¿Cuándo he sentido cercano al Señor, cuándo he sentido su ternura, su compasión? Cada uno de nosotros ha vivido estos momentos en su historia. Vayamos a buscar esos signos, hagamos memoria. ¿Cómo he descubierto su cercanía? ¿Cómo me ha quedado en el corazón una gran alegría?.

        Revivamos los momentos en los que hemos experimentado su presencia y la intercesión de María. Que ella, la Madre, nos ayude a atesorar los signos de Dios en nuestra vida.


Francisco

Angelus, 16 enero 2022

        

jueves, 20 de abril de 2023

PASCUA 2023 (11)

 



Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección


-CREER-


        En el evangelio de este jueves leemos: "El que cree en el Hijo posee la vida eterna".

        Hace unos días, en el Taller de orantes que tenemos los segundos martes de cada mes, en Santo Domingo de Scala Coeli, fr. Félix Hernández, OP, nos estuvo hablando de la fe.

        Allí escuchábamos que la fe no es sólo una creencia, sino un compromiso existencial. Como creencia es la aceptación de una serie de verdades que me vienen de una autoridad y que no están al alcance de la razón.

        Pero la fe no puede quedarse solo en eso. Podemos y debemos entenderla como un encuentro personal que abarca todo mi ser, mi voluntd, mi inteligencia y mis sentimientos. La fe es el medio por el que yo tengo acceso a la intimidad más profunda del otro, a su autenticidad. Es una respuesta a una oferta de amor y, a la vez, la posibilidad de participar en la vida de este otro, del amado.

        Así entendida, la fe entra en el ámbito de lo personal, de lo vivificador, de lo que nos transforma. Es una forma profunda de conocimiento. Es un compromiso con el Dios vivo que nos sale al encuentro, que nos/me hace una oferta de amor, y nuestra/mi respuesta nos/me hace indentificarme con Él y transforma nuestra/mi vida.

        Pero la fe no supone aceptar tal cual algo, alguna cosa o algún ser. Sólo se puede aceptar lo que es creíble y digno de crédito. Hay que hacer un juicio de valor, un juicio crítico. Como nos dice san Pablo: "estar siempre dispuestos a dar razones de nuestra fe". No hay que tener miedo a preguntarse por la figura de Jesús o el mensaje del Evangelio. La fe en Jesús tiene sus razones y estas son creíbles. La fe cristiana es una experiencia y una vida, es participar de la vida de Dios que se nos da, es un encuentro permanente y transformador. Conocer a Cristo Jesús, a través de su Palabra, y seguirlo supone un cambio en nuestra/mi vida.

Antonio-Jesús Rodríguez

Córdoba.


miércoles, 19 de abril de 2023

PASCUA 2023 (10)




Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrrección


-LUZ-


      Hay personas -incluso nosotros, muchas veces- que no pueden vivir en la luz porque están acostumbrados a la oscuridad. La luz los deslumbra, no pueden ver. Son murciélagos humanos: sólo saben moverse en la noche. Y nosotros también , cuando estamos en pecado, estamos en este estado: no toleramos la luz. Es más cómodo para nosotros vivir en la oscuridad; la luz nos abofetea, nos hace ver lo que no queremos ver. Pero lo peor es que los ojos, los ojos del alma de tanto vivir en la oscuridad se acostumbran tanto a ella que terminan ignorando lo que es la luz.  Perder el sentido de la luz porque me acostumbro más a la oscuridad. Y tantos escándalos humanos, tantas corrupciones nos señalan esto. Los corruptos no saben lo que es la luz, no lo saben, Nosotros también, cuando estamos en un estado de pecado, en un estado de alejamiento del Señor, nos volvemos ciegos y nos sentimos mejor en la oscuridad y vamos así, sin ver, como los ciegos, moviéndonos como podemos.

        Dejemos que el amor de Dios, que envió a Jesús para salvarnos, entre en nosotros y "la luz que trae Jesús" (cf. v. 19), la luz del Espíritu entre en nosotros y nos ayude a ver las cosas con la luz de Dios, con la verdadera luz y no con la oscuridad que nos da el señor de las tinieblas.

Francisco.

Homilía 22 Abril 2020.


martes, 18 de abril de 2023

PASCUA 2023 (9)




Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección


-ESPÍRITU-


        ¿Quién o qué es el Espíritu Santo? ¿Cómo podemos reconocerlo? ¿Cómo vamos nosotros a él y él viene a nosotros? ¿Que es lo hace?

        Una primera respuesta nos la da el gran himno pentecostal de la Iglesia: "Veni, Creator Spiritus...", "Ven, Espíritu Creador...". Este himno alude aquí a los primeros versículos de la Biblia, que presentan, mediante imágenes, la creación del universo. Allí se dice, ante todo, que por encima del caos, por encima de las aguas del abismo, aleteaba el Espíritu de Dios. El mundo en que vivimos es obra del Espíritu Creador.

        El mundo no existe por sí mismo; proviene del Espíritu Creador de Dios, de la Palabra Creadora de Dios.

        El Espíritu Santo es el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu que une al Padre y al Hijo en el Amor que en el único Dios da y acoge. Él nos une de tal manera, que san Pablo pudo decir en cierta ocasión: "Todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal.3,28). El Espíritu Santo, con su soplo, nos impulsa hacia Cristo. El Espíritu Santo actúa corporalmente, no sólo obra subjetivamente, "espiritualmente". A los discípulos que lo consideraban sólo un "espíritu", Cristo resucitado les dijo: "Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu -un fantasma- no tiene carne y huesos como veis que yo tengo (Lc. 24, 39). Esto vale para Cristo resucitado en cualquier época de la historia.

        Cristo resucitado no es un fantasma; no es sólo un espíritu, no es sólo un pensamiento, no es sólo una idea. Sigue siendo el Encarnado. Resucitó el que asumió nuestra carne, y sigue siempre edificando su Cuerpo, haciendo de nosotros su Cuerpo. El Espíritu sopla donde quiere, y su voluntad es la unidad hecha cuerpo, la unidad que encuentra el mundo y lo transforma.

        Participad en la edificación del único cuerpo. Los pastores estarán atentos a no apagar el Espíritu (1Ts 5, 19) y vosotros aportaréis vuestros dones a la comunidad entera. Una vez mas: el Espíritu Santo sopla donde quiere, pero su voluntad es la unidad. Él nos conduce a Cristo, a su Cuerpo.


 Benedicto XVI

Homilía 3 Junio 2006


lunes, 17 de abril de 2023

PASCUA 2023 (8)




 Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección


-(RE)NACER-


         Pascua, tiempo en el que comenzamos o, por mejor decir, re-comenzamos. El tiempo, nuestra vida está siempre en evolución, no la podemos considerar estática, rígida, sino todo lo contrario, es cambiante, ha de ajustarse a los momentos que vivimos; vivir y actuar de acuerdo con los "signos de los tiempos". Y qué mejor momento que en la Pascua en la que Jesús inaugura un nuevo tiempo.

          Pero este cambio, esta conversión no la podemos hacer por nosotros mismos, Cristo nos dice que ello ha de ser por acción del Espíritu de Dios. Sí, el Espíritu Santo actuará en nosotros, como y cuando lo considere mejor, nosotros sólo tenemos que esperar y estar abiertos a recibirlo. Él es quien elige a quién, cómo y en qué momento.

            Sólo tenemos que estar en disposición para recibir. Y si es en unión de nuestros hermanos, en comunidad, quizás sea más fácil recibir el Espíritu que nos hará nacer de nuevo, ya que de seguro nos aportará o potenciarán en nosotros el diálogo, la comprensión, la acogida, actitudes todas dirigidas hacia nuestras relaciones con los demás, por encima de todas aquellas otras circunstancias o sentimientos personales o individuales.

            Y no olvidemos que, como le ocurrió a Tomás, la bondad del Señor hace que siempre podamos tener, al menos, una segunda oportunidad. 

Antonio-Jesús Rodríguez
Córdoba.

 

domingo, 16 de abril de 2023

PASCUA 2023 (7)



 Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección


-MISERICORDIA-


 Este domingo cierra la Octava de Pascua como un único día «en que actuó el Señor», caracterizado por el distintivo de la Resurrección y de la alegría de los discípulos al ver a Jesús. Desde la antigüedad este domingo se llama «in albis», del término latino «alba», dado al vestido blanco que los neófitos llevaban en el Bautismo la noche de Pascua y se quitaban a los ocho días, o sea, hoy. El venerable Juan Pablo II dedicó este mismo domingo a la Divina Misericordia con ocasión de la canonización de sor María Faustina Kowalska, el 30 de abril de 2000.

        De misericordia y de bondad divina está llena la página del Evangelio de san Juan de este domingo. En ella se narra que Jesús, después de la Resurrección, visitó a sus discípulos, atravesando las puertas cerradas del Cenáculo. San Agustín explica que "las puertas cerradas no impidieron la entrada de ese cuerpo en el que habitaba la divinidad. Aquel que naciendo había dejada intacta la virginidad de su madre, pudo entrar en el Cenáculo a puerta cerrada"; y san Gregorio Magno añade que nuestro Redentor se presentó, después de su Resurrección, con un cuerpo de naturaleza incorruptible y palpable, pero en un estado de gloria. Jesús muestra las señales de la pasión hasta permitir al incrédulo Tomás que las toque. ¿Pero cómo es posible que un discípulo dude? En realidad, la condescendencia divina nos permite sacar provecho hasta de la incredulidad de Tomás, y de la de los discípulos creyentes. De hecho, tocando las heridas del Señor, el discípulo dubitativo cura no sólo su desconfianza, sino también la nuestra.

       La visita del Resucitado no se limita al espacio del Cenáculo, sino que va más allá, para que todos puedan recibir el don de la paz y de la vida con el "Soplo creador". En efecto, en dos ocasiones Jesús dijo a los discípulos: "¡Paz a vosotros!" y añadió: "Como el Padre me ha enviado, también yo os envío". Dicho esto, sopló sobre ellos, diciendo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos". Esta es la misión de la Iglesia perennemente asistida por el Paráclito: llevar a todos el alegre anuncio, la gozosa realidad del Amor misericordioso de Dios, "para que -como dice san Juan- creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre (20,31).

Benedicto XVI
Regina Coeli
Domingo, 11 de abril de 2010



sábado, 15 de abril de 2023

PASCUA 2023 (6)



Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección


-JÚBILO-


        El júbilo del Domingo de Pascua todavía se prolonga. Es la octava de Pascua. De domingo a domingo vivimos como un largo domingo, con el propósito de reiterar el misterio de la resurrección de Jesucristo. La fiesta se prolonga hasta el Domingo de la Divina Providencia.

   Cada día de la octava de Pascua tiene un tono especial que nos recuerda el fundamento de nuestra vida cristiana: la resurrección de Jesucristo. Permite a cada uno de nosotros impregnarnos de la alegría de la Pascua, cada día recordamos que Cristo ha resucitado.

   La liturgia nos lo recuerda también, las oraciones y los cantos se repiten, las Iglesias tocan sus campanas, se mantiene viva la alegría pascual;  por eso, también, se entona el "aleluya" antes del Evangelio, y los ornamentos son blancos.

     La Iglesia nos invita a perseverar en la fidelidad a nuestro bautismo viviendo como resucitados, las oraciones de la semana nos lo recuerdan.

     Estos ocho días son una oportunidad para que nos sumerjamos en la alegría de la resurrección de Cristo, meditando cada día este acontecimiento que marca nuestra vida cristiana. Es la alegría de la salvación, una alegría profunda y verdadera que se reciba directamente a Jesucristo.

    ¡El Señor ha resucitado!

    ¡Jesús vive entre nosotros!

    Aleluya, Aleluya.

                  

                    Oración

"Oh Dios, que con la abundancia de tu gracia no cesas de aumentar el número de tus hijos, mira con amor a los que has elegido como miembros de tu Iglesia, para que, quienes han nacido por el bautismo, obtengan también la resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén."

                  

                     Paqui Román Ramos.

                                      Córdoba.

   

     

    

viernes, 14 de abril de 2023

PASCUA 2023 (5)

 



Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección


-AMANECER-


        La noche, tristeza, fracaso y decepción. Tanto, que incluso, tampoco hay pesca, "aquella noche no cogieron nada".

            Llega el amanecer. Como norma, cuando llegan las primeras luces del día, es el momento de finalizar las tareas de pesca en el mar. Y, de nuevo, Jesús, vuelve a romper los clásicos cánones de conducta.

            El amanecer vuelve a aparecer en los relatos de la resurrección de Cristo. Primero cuando María Magdalena va al sepulcro y lo encuentra vacío. Y, ahora, Jesús les indica a los apóstoles que lo intenten donde Él les dice, a pesar de que ya no sea el momento "normal" para la pesca.

            Jesús es nuestro amanecer, el comienzo de la existencia plena, de la abundancia de bienes, siempre y cuando -como hicieron los apóstoles- sigamos sus indicaciones por muy raras, extrañas e, incluso, fuera del tiempo normal que creamos. Si ponemos nuestra confianza en Él, cumplimos sus designios y obedecemos su voluntad, nuestra vida llegará a tener total sentido y, además, producirá unos frutos que nosotros por sí mismos nunca habríamos conseguido e, incluso, ni imaginado.


   Antonio-Jesús Rodríguez

Córdoba