Caminamos juntos
en la Semana de Pasión
Reflexión
de Fr. Francisco-José Rodríguez Fassio, OP
- Convento de Santo Domingo Ra'ykuéra- Asunción- Paraguay-
- Vigilia Pascual -
Les escribo desde el
Paraguay. Hoy encontramos una imagen sugerente: la de las mujeres del alba.
Aquellas que, como nos dice el evangelio de esta Noche Santa (Mt 28, 1-10), en
la madrugada, fueron al sepulcro del Señor, para ungirlo con aromas, como se
acostumbraba entre los judíos.
¿Qué las motivaba a pesar
de la oscuridad, del miedo, de la pena por la muerte del Maestro? El gran
matemático, físico y también gran creyente y místico laico, el francés Blas
Pascal, puso en los labios de Jesús, esta certera frase que Él nos dice a todos:”No me buscarías, si no me hubieses
encontrado”. Era el mismo Señor el que las atraía y llamaba. Buscaban un
cadáver; les salió al encuentro el Vivo, el Viviente, el Vivificador, que les
llenó de alegría y les encargó la misión.
“Con ternura y coraje”,
dice el himno de “Las mujeres del alba”. Se necesitaban entonces, y se necesitan
ahora las dos cosas juntas: pues una ternura sin coraje para emprender nuevos
caminos, para iniciar procesos, se queda en un sentimentalismo vacío e inútil.
Coraje sin ternura, se convierte en ideología agresiva que no tiene en cuenta
las circunstancias y ritmos de las personas y la vida.
¿Cuáles son las fuentes de
esa ternura y de ese coraje para reconocer aquí y ahora al Resucitado y
anunciarlo con la vida y la palabra, juntos en camino, sinodalmente? Las mismas
virtudes (capacidades y habilidades) que nos unen con Dios y con las personas:
la esperanza, la fe y el amor: don del Espíritu Santo y de la colaboración de
cada uno y de todos. Fe, esperanza y amor, descritas en cada una de las
estrofas del himno:
MUJERES DEL ALBA
Nos decidimos a salir en plena
madrugada,
haciendo frente al viento en contra,
al frio y al miedo en la oscuridad.
A paso firme, juntas y juntos nos
damos ánimo para llegar,
nuestras pupilas se han dilatado,
los corazones se aceleraron
y vemos cómo la esperanza despunta ya.
Con
ternura y coraje, con las mujeres del alba
buscamos
a nuestro Señor: a Jesús que salva.
Tenemos fresca en la memoria tu
palabra viva.
Tu cruz nos desvela y nos desafía. Tu
amor nos hace permanecer.
Hacia el lugar de la herida vamos, nos
mueve el dolor de nuestros hermanos,
en nuestros pies va la profecía de mil
testigos
que son semilla,
y vemos cómo la esperanza despunta ya.
Con
ternura y coraje, con las mujeres del alba
buscamos
a nuestro Señor: a Jesús que salva.
Somos la Iglesia que humilde se estrena
escuchando las voces de los que siempre quedaron al borde,
de los gemidos de la creación.
En ese encuentro nos sale el Señor
¡tan hermosa sorpresa!
Nuestras pupilas se han dilatado,
los corazones se aceleraron
y vemos cómo la esperanza despunta ya.
Con
ternura y coraje, con las mujeres del alba
buscamos a nuestro Señor: a Jesús que salva.
La Pascua es una experiencia vital que nos hace existir de una manera nueva, novedosa y renovante: la vida de Cristo Resucitado, con Él y gracias a Él.
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