domingo, 30 de abril de 2023

PASCUA 2023 (21)


 



Palabras para celebrar juntos la Pascua de Resurrección



-VOCACION-



        Jesús es y quiere ser nuestro Pastor. Jesús llama a cada una de sus ovejas por su nombre, porque las conoce. Él sabe perfectamente cómo somos, sabe de nuestros fracasos, de nuestras equivocaciones, pero también sabe todo lo bueno que podemos llegar a ser, conoce todo el amor que podemos llegar a ofrecer. Y nos conoce, incluso mejor que nosotros mismos.

        ¿Somos capaces de oir en nuestra vida esa voz de Jesús que nos llama, que nos busca, que nos dice quiénes somos, que nos dice lo grandes e importantes que somos cada uno de nosotros, lo mucho que nos ama y que nos necesita?

        Esa voz podemos escucharla desde la oración, desde la liturgia, desde la celebración de los sacramentos, en la profundización y conocimiento de la Palabra, de la Escritura. También podemos escuchar esa voz en los demás, en la familia, en los hijos, en los padres, en la pareja, en los amigos. Igualmente podemos escuchar esa voz en las situaciones del mundo, en el sufrimiento, en los más débiles, en los que sufren. Una voz que nos va a estar llamando por nuestro nombre y siempre nos va a estar diciendo lo mismo: te quiero sin condiciones, te quiero y te necesito.

        Ser capaces de tratar de descubrir esa voz de Dios que no se cansa de enviarla desde todos los rincones y maneras. Pero esos mensajes no sólo son para oírlos, sino también para escucharlos, poder seguirlos. Si la oveja del rebaño se empeña en ir donde ella quiere, donde le apetece, y no sigue a su pastor, la oveja se acaba perdiendo. Escuchar esa voz, ese mensaje de amor de Jesús, para que esa voz sea la única que guie nuestra vida; que no sea mi voz, mi egoísmo, mi seguridad, mis apetencias o afectos, sino sólo la voz de Jesús, nuestro Buen Pastor.

        Hoy es el día para orar por las vocaciones, las religiosas, las sacerdotales –ambas muy necesarias en esta época-, pero hablamos de las de todos, porque en la Iglesia todos tenemos una vocación, y todas y cada una importantísima. La sacerdotal, la religiosa y la laical, todas ellas igual de fundamentales, porque Jesús nos llama a cada uno de un modo diferente, Jesús nos necesita a todos. Debemos preguntarnos, ¿para qué me necesita Jesús, a qué estoy consagrado en mi vida, dónde y cómo quiere Jesús que yo esté aquí y ahora? Eso es lo que deberíamos de plantearnos a lo largo de nuestra vida, porque la vocación no se resuelve en un momento concreto, sino que se plantea en el inicio de cada día. Es en ese cada día y en cada nueva situación que se nos presenta cuando le debemos preguntar a Jesús, cuál es mi vocación, cuál es la forma, ese sí que le decimos a Jesús, en cada momento, qué puedo yo ofrecerle a Jesús, qué necesita Él de mí, lo que tengo, lo que soy, para Él y para los demás. No sólo en situaciones de dolor, dependencia, enfermedad, debilidad, sino también cuál debe ser mi respuesta en momentos positivos, productivos, de fortaleza. Con él todo lo que vivo, todo lo que tengo y lo que soy, debo ponerlo al servicio de mi buen pastor, porque no sólo debo pensar egoístamente en mi situación de felicidad y plenitud, sino también en las de mis hermanos.

        Jesús también nos dice en el Evangelio que quien entra por la puerta es el pastor. Y también nos dice que Él es la puerta, que “quien entre por mí se salvará”. Por tanto, no solo estoy llamado a ser oveja del rebaño de Cristo, sino también pastor de los demás, de los que Dios ha puesto bajo mi guía, mi cuidado. Ello supone una gran responsabilidad, pero también una gran confianza de Dios en nosotros. También se nos recuerda que todos nosotros como Iglesia somos Cristo en este siglo XXI, que Él vive en nosotros. Recordar esto nos puede ser de gran ayuda para el desarrollo de cuál sea nuestra vocación en los momentos más complicados: Soy Cristo, hoy y ahora; tengo responsabilidad sobre la persona que tengo al lado; puedo actuar igual que Él actuaba.

        Jesús se presenta como pastor, alguien que cuida, que acompaña, que guía. Que seamos capaces de crecer en la mansedumbre de las ovejas, de construir cada día más rebaño entre nosotros, de fortalecer los vínculos que tenemos en el amor; que la voz de nuestro buen pastor sea la que nos guíe en nuestro camino.



Oído en la homilía del este Domingo del Buen Pastor
en la Eucaristía presidida por Fr. Félix Hernández
en Santo Domingo de Scala Coeli - Córdoba

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