sábado, 28 de mayo de 2022

SEMANA DOMINICANA 2022 desde Scala Coeli - ( y VI)


 

 

 

La misión de evangelizar en misión

 

A lo largo de estos días hemos ido viendo algunas características de cómo era Santo Domingo de Guzmán, de cómo podemos entender su carisma, el don principal que el Señor depositó en él y que el Espíritu Santo se ha encargado de mantener vivo en muchas personas que se han sentido identificados con esa forma de sentir a Dios a través de dar a conocer mejor a su Hijo.

Un predicador al estilo de Santo Domingo no es un seguidor de Santo Domingo, sino un seguidor y enamorado de Jesús, de sus palabras, de sus pensamientos, de sus actuaciones, de su vida. Y tan enamorado es de Jesús, que lo quiere dar a conocer a todo el mundo.

¡¡¡ Qué importancia tiene en el carisma dominicano la conjunción “y” !!!

Rezar (hablar con Dios) y predicar (hablar de Dios); estudiar (querer conocer a Jesús) y evangelizar (darlo a conocer); amar a Dios y amar a los prójimos; saber qué hacía Jesús a favor de los más desfavorecidos de su tiempo (escuchaba, lloraba, hablaba, daba de comer, curaba) y poder hacer nosotros eso mismo en su nombre a los más necesitados de nuestra época.

Como quedó reflejado en las actas del Capítulo General de la Orden de Predicadores celebrado en Providence – Estados Unidos, “creemos en un mundo que es “creación de Dios”, en un hombre y una mujer que son “imagen de Dios”, en un Dios que entró en nuestra historia y nos habló a través de los profetas, y en su Hijo, que se hizo hombre. Eso nos impulsa y obliga en nombre del Evangelio a traducir nuestra condición y misión de predicadores en compromisos concretos orientados a la promoción de la persona y de su dignidad”.

Pero Jesús, no se quedó quieto en un solo lugar, sino que iba de una ciudad a otra para hablarles de Dios, de su bondad, de su amor; así como también satisfacer sus necesidades materiales y espirituales. Eso también debemos hacer nosotros. El predicador -sea fraile, monja, hermana apostólica o laico- asume una misión global, sin límites geográficos, “su claustro es el mundo”, haciendo  suyo el deseo de Santo Domingo de ir a los cumanos, de saber decir “hágase” e ir a todos aquellos lugares donde aún hoy en día es mayor la necesidad de proclamar -de palabra y con obras- la Buena Nueva.

"Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación... Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban". (Mc. 16, 15,20)


        Antonio-Jesús Rodríguez Hernández, laico dominico.

 

 

 Vida de Santo Domingo: Envío a los frailes en el pentecostés dominicano


A los ocho meses de la confirmación de la Orden por el Papa Honorio III, Domingo, vistas y analizadas la cosas, tomó una extraña decisión: dispersar a sus frailes, a modo de semilla destinada a producir ubérrimos frutos en bien de la salvación de las almas.

La seguridad de Domingo se hizo patente en una expresión a la que nada pudieron objetar: “Dejadme obrar; yo sé bien lo que me hago. Amontonado el trigo se corrompe; esparcido fructifica”. El 15 de agosto de 1217 tuvo lugar la anunciada dispersión de los frailes, que ha venido en denominarse como “Pentecostés dominicano”.

Marchando, propagaron la doctrina de la salvación por todas partes, soportando, en verdad, grandes apuros por la pobreza, pero el poder de Dios los asistía para multiplicarlos.

Domingo acababa de lanzar a su Orden, sus primeros hermanos, a lo desconocido para los hombres, aunque muy conocido por parte de Dios.

Aquellos primeros fueron a Roma, España, París, Tolosa y Prulla.

 

(Basado en el texto “Narración sobre Santo Domingo” (1256), de Humberto de Románs).

 

ORACIÓN.


Padre Domingo, que dispersaste a tus frailes

para la predicación sin miedo a la fragilidad

 de la Orden recién nacida,

infunde en toda la familia Dominicana el espíritu misionero

para que, a pesar de nuestra debilidad,

llevemos la luz de la Palabra a toda la tierra.

 

Alienta el quehacer de los misioneros

 para que, siguiendo tus huellas,

prediquen sin desfallecer

y repartan el don de Dios entre los pobres.

 

Acompáñalos para que esa luz de la Palabra

ilumine su caminar y puedan ser testigos de la Verdad,

sintiéndose íntimamente unidos a toda la Creación.

 


 

 

 

viernes, 27 de mayo de 2022

SEMANA DOMINICANA 2022 desde Scala Coeli - (V)

 

 

Caridad, misericordia y servicio en el carisma dominicano

 El principio vital que animó la vida de Domingo de Guzmán y posteriormente de la vida de la Orden fue la caridad de la verdad. Santo Domingo la fundamentó en la vida de Cristo que contempló asiduamente en la Palabra de Dios y así el carisma que nos legó entiende la caridad hecha verdad como una fuerza activa que brota de la comunión con Dios y de la relación con los que se cruzan en el camino de la vida.

Los testigos en su proceso de su canonización recogieron el gesto sublime de Domingo de vender todos sus libros y el ajuar que poseía en Palencia para socorrer las necesidades de los más pobres. Este testimonio nos muestra los rasgos de la caridad de Cristo que prenden en el corazón de Santo Domingo y han de ser un referente en el corazón de nuestra Familia Dominicana: la caridad es gratuita, eficaz, no busca su propio interés, se hace misericordia, en cuanto que decide poner el corazón en la miseria de la humanidad, y se traduce en servicio, socorriendo las necesidades de las personas más pobres.

No podemos aislar este gesto del joven Domingo de lo que fue su vida y su testimonio: guardaría en su memoria y en su corazón la caridad de su madre Juana de Aza en su afán de corresponder a las necesidades de los necesitados, la distancia que separaba en esa época la iglesia de los que aspiraban a vivir, por caminos desatinados, como los apóstoles (pobres, en común-unidad, predicadores…), su deseo de iniciar a sus frailes a estudiar, vivir y predicar la Palabra de Dios despreocupándose de privilegios y bienes, la caridad creativa para acoger a las recién conversas en el monasterio de Prulla, su personalidad modelada por la caridad que abarcaba a todos…Podríamos decir de Domingo que de día se activaba en la caridad hacia los demás y de noche se retroalimentaba en la caridad hacia Dios.

En medio de esta sociedad materialista, consumista e individualista donde prima el interés personal sobre la preocupación y la compasión hacia los demás, Domingo nos enseña a dar cabida a todos los hombres y mujeres para derramar en su corazón el amor de Dios. Podemos hacer nuestra, para toda la Familia Dominicana, la súplica que Santo Domingo dirigíaa Dios: “que se dignara concederle la verdadera y eficaz caridad para cuidar con interés y velar por la salvación de los hombres”.

 

H. María José Abad Mínguez

Dominica de la Anunciata

 

 

Vida de Santo Domingo: De cómo vendió sus libros y dio todo a los pobres

 

Por el tiempo en que continuaba estudiando en Palencia, se desencadenó una gran hambre por casi toda España. Entonces él, conmovido por la necesidad de los pobres y ardiendo dentro de sí en amor de compasión se resolvió, con un solo acto obedecer a la vez los consejos del Señor y reparar en cuanto pudiera la miseria de los pobres que morían de hambre. Vendió, pues, los libros que poseía, aunque le eran verdaderamente necesarios, con todo su ajuar, fundando una cierta limosna (lugar de acogida para los pobres, enfermos, peregrinos y para cuantos necesitaran de la caridad cristiana). Distribuyó y donó lo suyo a los pobres. Con su ejemplo de piedad provocó de tal modo a otros teólogos y maestros que, cayendo en la cuenta de su dejadez, en contraste con la generosidad del joven, abundaron desde entonces en limosnas más crecidas.

 (Basado en el texto “Orígenes de la Orden de Predicadores” (1233) – B. Jordán de Sajonia)

 

 

 ORACIÓN.

 

Dios omnipotente,

Tú eres el Dios de la Verdad.

Tú conoces nuestros pensamientos y deseos.

Tú sabes cuándo y por qué nos reunimos.

 

Haznos, a modo de Domingo de Guzmán

y de tantos como nos han precedido en este camino,

dóciles y abiertos en la escucha y el diálogo,

esperanzados y optimistas al emprender y programar,

justos y audaces en cumplir y animar.

 

Ilumina nuestra visión sobre el mundo de hoy,

que sepamos asumir sus retos

conforme a nuestras prioridades y fronteras,

compartir con solidaridad lo que hemos recibido,

y ser testigos ante el mundo de nuestra vocación.