Caridad, misericordia y servicio en el carisma dominicano
El principio vital que animó la vida de Domingo de Guzmán y posteriormente de la vida de la Orden fue la caridad de la verdad. Santo Domingo la fundamentó en la vida de Cristo que contempló asiduamente en la Palabra de Dios y así el carisma que nos legó entiende la caridad hecha verdad como una fuerza activa que brota de la comunión con Dios y de la relación con los que se cruzan en el camino de la vida.
Los testigos en su proceso de su canonización recogieron el gesto sublime de Domingo de vender todos sus libros y el ajuar que poseía en Palencia para socorrer las necesidades de los más pobres. Este testimonio nos muestra los rasgos de la caridad de Cristo que prenden en el corazón de Santo Domingo y han de ser un referente en el corazón de nuestra Familia Dominicana: la caridad es gratuita, eficaz, no busca su propio interés, se hace misericordia, en cuanto que decide poner el corazón en la miseria de la humanidad, y se traduce en servicio, socorriendo las necesidades de las personas más pobres.
No podemos aislar este gesto del joven Domingo de lo que fue su vida y su testimonio: guardaría en su memoria y en su corazón la caridad de su madre Juana de Aza en su afán de corresponder a las necesidades de los necesitados, la distancia que separaba en esa época la iglesia de los que aspiraban a vivir, por caminos desatinados, como los apóstoles (pobres, en común-unidad, predicadores…), su deseo de iniciar a sus frailes a estudiar, vivir y predicar la Palabra de Dios despreocupándose de privilegios y bienes, la caridad creativa para acoger a las recién conversas en el monasterio de Prulla, su personalidad modelada por la caridad que abarcaba a todos…Podríamos decir de Domingo que de día se activaba en la caridad hacia los demás y de noche se retroalimentaba en la caridad hacia Dios.
En medio de esta sociedad materialista, consumista e individualista donde prima el interés personal sobre la preocupación y la compasión hacia los demás, Domingo nos enseña a dar cabida a todos los hombres y mujeres para derramar en su corazón el amor de Dios. Podemos hacer nuestra, para toda la Familia Dominicana, la súplica que Santo Domingo dirigíaa Dios: “que se dignara concederle la verdadera y eficaz caridad para cuidar con interés y velar por la salvación de los hombres”.
H. María José Abad Mínguez
Dominica de la Anunciata
Vida de Santo Domingo: De cómo vendió sus libros y dio todo a los pobres
Por el tiempo en que continuaba estudiando en Palencia, se desencadenó una gran hambre por casi toda España. Entonces él, conmovido por la necesidad de los pobres y ardiendo dentro de sí en amor de compasión se resolvió, con un solo acto obedecer a la vez los consejos del Señor y reparar en cuanto pudiera la miseria de los pobres que morían de hambre. Vendió, pues, los libros que poseía, aunque le eran verdaderamente necesarios, con todo su ajuar, fundando una cierta limosna (lugar de acogida para los pobres, enfermos, peregrinos y para cuantos necesitaran de la caridad cristiana). Distribuyó y donó lo suyo a los pobres. Con su ejemplo de piedad provocó de tal modo a otros teólogos y maestros que, cayendo en la cuenta de su dejadez, en contraste con la generosidad del joven, abundaron desde entonces en limosnas más crecidas.
(Basado en el texto “Orígenes de la Orden de Predicadores” (1233) – B. Jordán de Sajonia)
ORACIÓN.
Dios omnipotente,
Tú eres el Dios de la Verdad.
Tú conoces nuestros pensamientos y deseos.
Tú sabes cuándo y por qué nos reunimos.
Haznos, a modo de Domingo de Guzmán
y de tantos como nos han precedido en este camino,
dóciles y abiertos en la escucha y el diálogo,
esperanzados y optimistas al emprender y programar,
justos y audaces en cumplir y animar.
Ilumina nuestra visión sobre el mundo de hoy,
que sepamos asumir sus retos
conforme a nuestras prioridades y fronteras,
compartir con solidaridad lo que hemos recibido,
y ser testigos ante el mundo de nuestra vocación.
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