miércoles, 25 de mayo de 2022

SEMANA DOMINICANA 2022 desde Scala Coeli - (III)

 


 

 La oración y la contemplación en el carisma dominicano

 

Una característica que nos distingue a los dominicos y dominicas de ayer y de hoy, a nuestros santos y a los que vivimos y bebemos de la fuente del carisma dominicano en la Iglesia, es la vida de oración y de contemplación: frailes, monjas, religiosas y laicos. La Predicación de la verdad a la que estamos llamados tiene aquí su base y fundamento.

La Orden de Predicadores, es una Orden apostólica en la que el silencio, la oración, la meditación, el estudio, la contemplación, forjan la vida de los predicadores y predicadoras, al igual que forjaron la vida y el alma de Domingo. En este sentido nuestra contemplación es la que nos hace buscar la voluntad de Dios, contemplarla y dejar que cambie nuestra mente y nuestro corazón, para poder no sólo ver las cosas como las ve Dios, sino, además, relacionarnos con ellas y sentir por ellas y por las personas, lo que siente Dios. Lo hemos visto en Jesús: Misericordia y compasión: “Pasó haciendo el bien y compadeciéndose de las muchedumbres”.  Pero esto, no se improvisa, “habla de Dios” quien cultiva esta relación interpersonal y se deja modelar por la Palabra, esto es, se deja hacer por ella, se deja evangelizar. Sus contemporáneos, veían y sabían que santo Domingo “solo hablaba con Dios o de Dios”, testimonio que destaca su talante contemplativo, su ser de hombre de Dios, y a la vez de maestro espiritual, pues pedía a los frailes que hicieran lo mismo, al mismo tiempo los alentaba y sostenía en sus momentos de oración. Recordemos cómo iba de un lado a otro del coro exhortándoles a cantar y a orar, o cómo los invitaba al silencio y a pensar en el Salvador mientras iban de camino.

Es impresionante el fervor de santo Domingo por la oración. Él dedicaba toda la noche a hacer oración. Si Domingo fue un predicador significativo, fue precisamente porque fue un gran orante. Porque pudo hacer de su vida oración, trabajando y dejándose trabajar ininterrumpidamente en la oración. La predicación de Domingo se nutría de sus noches de oración, y su oración se alimentaba de los rostros crucificados que encontraban en el camino cada día.

No basta leer la Palabra de Dios. No basta tener silencio para ir a la oración. Es necesario dejar que la Palabra nos traspase y dejar que ella inspire y transforme nuestros sentimientos; dejar que evangelice nuestra mente, abandonarnos en las manos de Dios.

Dominicas contemplativas del Monasterio de San José

LA SOLANA  (Ciudad Real)

 

Vida de Santo Domingo: De su oración

 

Dios le había concedido la gracia especial de llorar por los pecadores, por los desdichados y afligidos. Inflamado por el celo ce las almas que perecían, no menos movido por el deseo de la morada celeste, pernoctaba a menudo en oración. Con frecuencia, sin embargo, en la oración, el gemir de su corazón era como un rugido. No podía contenerse, de modo que los gritos de dolor se escuchaban con claridad desde lejos. Golpeaba frecuentemente los oídos de la divina clemencia con esta especial petición, a saber, que su corazón pudiera gobernarse más eficazmente por una caridad semejante a la de Aquel que se entregó totalmente por nuestra salvación. La lectura del libro “Conferencias de los Padres” condujo a Domingo, con la ayuda de la gracia, a una gran pureza de corazón, a las alturas de la contemplación y a la perfección de la doctrina espiritual.

(Basado en el texto “Narración sobre Santo Domingo” (1256) – 
Humberto de Románs)

 

 ORACIÓN.

Santo padre Domingo,

inspíranos a vivir un Evangelio integral,

como respuesta a un mundo que busca y nos reta;

y así, padre, tu ejemplo nos estimule,

y la Verdad nos ilumine en el estudio y la oración;

y ambos nos urjan a transmitir a los demás

lo que contemplamos y vivimos.

 

Haznos, padre, como tú:

confiados en la Providencia,

dóciles al Espíritu,

constantes en contemplar,

convincentes en predicar,

generosos en servir,

valientes en emprender;

en la alegría agradecidos,

en el dolor esperanzados,

en el cansancio perseverantes,

en el convivir sinceros.

 

Para que, así, padre,

se cumpla lo que tú prometiste,

en honor a la Verdad,

Jesucristo, el Señor. Amén.

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte con nosotros...