martes, 7 de agosto de 2018

La mesa de la Palabra: Predicador


Predicador

Con data de 6 de agosto de los presentes, el Maestro de los frailes predicadores ha dirigido a toda la familia dominicana un jugoso texto sobre la santidad de Santo Domingo y su reflejo en la predicación hoy. Predicador de cuerpo entero, fray Domingo no deja de ejercer de tal ni siquiera en las últimas semanas de su vida, ya aquejado de la enfermedad que le llevaría al Padre. Una predicación llena de afecto que se apoyaba en la humilde itinerancia, para alcanzar hondura teológica en la misma humanidad del predicador, a imagen del Hijo, como sugiere fray Bruno Cadoré; por eso su predicación tenía rasgos compasivos, humildes, sencillos y amistosos, porque Domingo de Guzmán lo mismo se emocionaba de gratitud cuando recibía un trozo de pan, que cuando su palabra cantaba la acción de gracias a Dios por la grandeza de sus dones y amor.

El fuste de la predicación de fray Domingo sabemos que se debe a su búsqueda del rostro de Dios espoleado por el sufrimiento de sus contemporáneos, a la fascinación que le provocaba la humanidad de Jesús de Nazaret, todo ello amasado en los misterios de la misericordia y la verdad, convergentes en la libertad, rasgos inequívocos de la espiritualidad dominicana. La misericordia nos zambulle en el evangelio de Jesús para que nuestra relación con la Palabra no se rompa nunca, pues de esta experiencia de gracia surge el amor por la verdad de Jesús, verdad que, por demás, nos hará libres. Los hijos de Domingo de Guzmán no sabemos hacer otra cosa que predicar la Palabra que salva, la que da vida al mundo, hasta el punto que, según recuerda el Maestro de la Orden, la predicación es nuestro modo privilegiado de santificación. ¡Bendita gracia!

Los dominicos creemos que nuestra espiritualidad y predicación son útiles y eficaces para la implantación del Reino en este momento de la historia; si en su día a Nuestro Padre le dolía y no poco su tiempo, hoy haremos lo mismo si nuestra predicación no se aparta ni un adarme del estilo, en fondo y forma, de Santo Domingo: predicar la gracia, agradecer la vida, servir la Palabra desde la compasión, verdad y misericordia. 

Fr. Jesús Duque OP.