domingo, 9 de abril de 2023

Semana Santa 2023: Domingo de Resurrección


 

 Caminamos juntos 

en la Semana de Pasión

 

Reflexión

de Fr. Fernando García Fernández, OP

(Convento de Santa Sabina - Roma)


- Domingo de Resurrección -



DEL POZO AL GOZO

(Reflexión en torno al Ev. de Jn 20,1-9)

 

“En verdad, en verdad les digo:

si el grano de trigo no cae en tierra

 y muere, queda él solo;

pero si muere, da mucho fruto”

(Jn 12,24)

 

    La sabiduría popular ha elaborado una frase que resume la experiencia de una buena noticia que de improviso se vuelve triste: “Del gozo al pozo”. En el caso de nuestra fiesta solemne de la Resurrección del Señor, podríamos invertir la frase: de la tristeza a la alegría. Los discípulos amaban al Señor Jesús, y su pasión y muerte les causó una profunda tristeza, semejante a un pozo hondo, oscuro y sin agua. Pero esa pena se transforma en alegría, cuando comprenden el sentido final de la muerte de Jesús a través de su resurrección.

   El Evangelio del día de Pascua nos dice que cuando la aurora nacía, justo antes de que saliera el sol, en el silencio de una madrugada, María Magdalena con un profundo dolor, fue al sepulcro donde habían depositado al Señor, para realizar un último servicio al Maestro. Una maravillosa iniciativa inspirada de lo alto. Pero, comienza el misterio de Cristo resucitado. María ve la piedra quitada del sepulcro. Entonces, corre a buscar a otros que también están tristes, pero están encerrados porque tienen miedo. Ahora María, Pedro y Juan, los tres juntos, corren al sepulcro a ver lo que ha pasado.

  ¿Qué ha pasado? Ha ocurrido algo que escapa a los sentidos y al control de los seres humanos. ¡Cristo ha resucitado! Cristo resucitado ha inaugurado verdaderamente un mundo nuevo, una vida nueva. La resurrección de Jesús es un misterio de luz, es un hecho histórico de significado universal, trascendente, cósmico. Es la transformación global del mundo, del sentido de la historia. El cielo y la tierra se juntan, se abrazan, se reconcilian. Todo abismo de mal que hay en el mundo ha sido engullido por un abismo de bien. ¡Qué abismo de amor y bondad de parte de Dios! La Pascua es una re-creación, es una nueva creación de la humanidad. El resucitado ha inaugurado verdaderamente un mundo nuevo. Es un evento que manifiesta una ley universal: responde a las intuiciones y esperanzas de un destino humano abierto al futuro.

   Sin embargo, tenemos que actualizar ese acontecimiento y la experiencia de estos tres personajes. ¿Dónde está el cambio que supuestamente ha llevado a cabo el resucitado? La Pascua de Jesús no nos traslada automáticamente a un mundo de ensueño. Más bien nos tiene que llegar al corazón para hacernos recorrer con alegría y esperanza un camino de purificación y autenticidad, de revisión de nuestro comportamiento, de cómo vivimos nuestras relaciones humanas, con los seres queridos, con los pobres, con los enfermos, con todos aquellos que son nuestros hermanas y hermanos. Renegamos de la resurrección si nos conducimos mal, con egoísmo e indiferencia, con desánimo y desesperación. La Pascua no nos devuelve a un mundo irreal, sino a una experiencia auténtica de fe, esperanza y amor: fe que es fuente de gozo y paz interior; esperanza que es más fuerte que las decepciones de la vida; amor que es más fuerte que todo egoísmo. El resucitado está con nosotros y junto a Él, estaremos en condiciones de vencer el mal con el bien, de sacar del mal el bien más grande. Son frutos del grano de trigo caído en tierra. Esta es la fuerza y la novedad de la Pascua.

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