María: la
predicación desde la escucha de La Palabra
Nadie ha acogido la Palabra de Dios como María.
San Agustín dice que «la concibió antes en su espíritu que en su cuerpo». Sobre
todo en el Evangelio de la infancia, María es retratada con trazos vigorosos
como aquella que muestra su plena disposición a que se cumpla el designio de
Dios sobre su vida, a pesar de que este designio altera los planes previos de
María: «Aquí está la esclava del Señor;
que me suceda según dices» (Lc 1,
38). Su docilidad ante la Palabra se combina con la actitud de abandono
confiado en Dios.
Isabel le felicita con palabras admirativas: «Dichosa tú, que has creído. Porque lo que te
ha dicho el Señor se cumplirá» (Lc 1, 45).
Los acontecimientos en torno al nacimiento del Niño
dan mucho que pensar y sentir a María, que «guardaba
todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón» (Lc 2, 19).
María observaba con el corazón y retenía los
signos que descubría en la infancia de su Hijo, sobre todo en la primera Pascua
vivida con él en Jerusalén y en el episodio doloroso y desconcertante del
Templo (Lc 2, 41-50). En el «Magnificat», María acoge con exultante gratitud el
proyecto salvador del Dios fiel y misericordioso que, a través de ella se
realiza en Jesús, cumpliendo la promesa realizada a su pueblo y acordándose de
los pobres y desvalidos: «Tomó de la mano
a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia... Ensalzó a los humildes y
colmó de bienes a los hambrientos» (Lc 1, 47-55).
En el inicio del ministerio de su Hijo nos exhorta
a «hacer lo que Él nos diga» (Jn 2,
5). En su dolor recoge con sumo cuidado las palabras de su Hijo en la Cruz (Jn
19, 25 ss.). Sigue permaneciendo en la escucha. Con los discípulos persevera en
la oración confiada que esperaba el cumplimiento de la promesa del Paráclito
(Hech 1, 14).
María es imagen de la mujer que renuncia a su
propia lógica para aceptar la lógica desconcertante de Dios. Se fía de Dios, su
Palabra y su promesa; tal promesa le es más valiosa que todas las garantías y
seguridades del mundo. Esta confianza le conduce a la obediencia total a Dios.
No con una actitud voluntarista, sino con la «complicidad del corazón», aunque
no sin costo. María progresa en su fe y va comprendiendo cada vez mejor el
Misterio de su Hijo recogiendo sus palabras y sus gestos. Por todo esto es
modelo y estímulo para los discípulos y servidores de la Palabra de Dios. Para
todos los predicadores/as de la Buena Noticia del Reino.
Fr. Juan Carlos Cordero op
El entierro de Jesús - Juan de Juni - Museo Nac. de Valladolid |
MISTERIOS DOLOROSOS
Primer misterio: La oración en Getsemaní
“Fueron a un huerto, que llaman Getsemaní, y dijo a
sus discípulos: sentaos aquí mientras voy a orar.
Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les
dijo: “me muero de tristeza: quedáos
aquí velando.” (Mc 14,32-34).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Segundo Misterio: La Flagelación de Jesús
“Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él
nada sano: heridas, contusiones, llagas vivas, no curadas, ni vendadas, ni
suavizadas con aceite” (Is.1,6).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Tercer Misterio: La coronación de espinas
“Pilato le dijo: Con que, ¿tú eres rey? Jesús le
contestó: Tú lo dices: Soy rey. Yo
para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para ser testigo de la
verdad” (Jn.18, 37).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Cuarto Misterio: Jesús con la Cruz a cuestas
“Quien no lleva su cruz
detrás de mí, no puede ser discípulo mio” (Lc. 14, 27).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Quinto Misterio: La crucifixión y muerte
de Jesús
“Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí, a Él y a los
malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda (Lc.23, 33).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Oración a María
MARÍA, MADRE DE LA ESCUCHA
María, Madre del corazón lleno de Dios,
danos tu misma apertura al Padre,
para dejar que Dios entre en nuestro corazón.
Danos tu confianza para fiarnos de Dios
y dejar nuestra vida en sus manos.
María, Madre de los oídos bien abiertos,
abre los oídos de nuestro corazón
a la Palabra
de Dios que nos habla
en las necesidades de los que nos rodean
y en las cualidades que Él nos ha regalado
y nos llama, como a ti, a hacer su voluntad.
María, Madre de la entrega a Dios,
enséñanos a darnos con generosidad al Señor,
que está presente en los más pequeños
a los que debemos amar con nuestra ayuda
María, Madre del corazón siempre dispuesto,
danos tu misma disponibilidad
para ayudar desinteresadamente y con alegría
a los que necesitan nuestro apoyo
y nuestra presencia amiga.
María, Madre del camino a casa de Isabel,
danos tu misma fuerza de voluntad
para salir con prontitud al encuentro
de los que están necesitando de nosotros,
sin poder o atreverse a pedir ayuda.
María, Madre atenta de Caná,
danos tu misma solicitud y preocupación
para estar pendientes de los que no tienen
el vino de la alegría, de la esperanza y del amor
y poder saciarles de esa felicidad
que solo da el vino bueno de tu Hijo Jesús.
María, Madre del «haced lo que Él os diga»,
ayúdanos a decir «Sí» a Dios,
un sí generoso y total como el tuyo
a la llamada que tu Hijo nos haga a cada uno de nosotros.
[Remitida
por Fr. Juan Carlos Cordero, OP]
Libro sobre María:
“MARÍA. UN DON DE DIOS Y UNA EXISTENCIA DE FE”
Autor:
Miguel Iribertegui Eraso, OP.
Editorial: San Esteban.