viernes, 15 de mayo de 2020

María, madre de la Iglesia


La maternidad espiritual de María
Jesús, viendo a su Madre, le dice: mujer, he ahí a tu hijo. Luego dice al discípulo: he ahí a tu madre y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn 19, 26-27).
Juan representa a todos los que, como él desean ser el “discípulo amado” de Jesús. Como él llevamos a María a nuestra casa. Juan representa en el misterio al pie de la cruz la Iglesia que acoge a María y a su vez la Iglesia es acogida por María.
Anécdota:
“Una vez conocí a un niño en la fiesta de mi pueblo, Rebola, viendo la procesión de María por las calles del pueblo. Después de un largo paseo de la Virgen en procesión entendió que la Virgen estaba cansada y que debía descansar. Entonces propuso a su madre que le dejaran a la Virgen para que se la llevara, a fin de que le hiciera descansar”.
Noble sentimiento del niño. Es la misma preocupación y sentimiento de la Virgen. Desea reunirnos en torno a la casa, a la comunidad de la Iglesia que es nuestra casa.
En el documento Conciliar Lumen Gentium, la Constitución sobre la Iglesia en el capítulo 8, cuyo título es la “La Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia” fue llamada por Pablo VI  “Vértice y corona”.
En el mismo documento capítulo 63 dice: “La Bienaventurada Virgen, por el don y la función de ser Madre de Dios, por la que está unida al Hijo Redentor, y por sus singulares gracias y funciones, está también íntimamente unida a la Iglesia. La Madre de Dios es figura de la Iglesia, como ya enseñaba San Ambrosio: “En el orden de la fe, del amor y de la unión perfecta con Cristo. Ciertamente en el misterio de la Iglesia, que también es llamada con razón Madre y Virgen, la Santísima Virgen María fue por delante mostrando en forma eminente y singular el modelo de Virgen y Madre.
María fue, es y será siempre la llave de la exacta comprensión del misterio de Cristo y de la Iglesia. De aquí que María fue proclamada Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre Amorosa.
La Divina Maternidad de María es el fundamento de su relación con Cristo y de su presencia en la economía de la salvación operada por Cristo, y también constituye el fundamento principal de las relaciones de María con la Iglesia, por ser Madre de aquél que, desde el primer instante de la encarnación en su seno virginal, se constituyó en cabeza de su cuerpo místico, que es la Iglesia. María, pues, como Madre de Cristo, es también Madre de la Iglesia y Madre de todos los fieles cristianos.
                                                               Fr. Roberto Okón, OP.

Nuestra Señora de Bisila

 
MISTERIOS DOLOROSOS

Primer misterio: La oración en Getsemaní

“Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más insistencia. Y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra.” (Lc 22, 43-44).

Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.

Segundo Misterio: La Flagelación de Jesús

“Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de Él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará”.  (Mc. 10, 33-34).

Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.

Tercer Misterio: La coronación de espinas

“Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado”. (Is. 53, 2-3).

Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.

Cuarto Misterio: Jesús con la Cruz a cuestas

“Por Cristo, Dios quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz”. (Col. 1, 20).

Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.

Quinto Misterio: La crucifixión y muerte de Jesús

“Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en casa”. (Jn. 19, 26-27).

Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.




Oración a la Virgen

¡Oh clemente, oh piadosa,
Oh dulce Virgen María!

Madre del Redentor
llenos de gozo
te proclamamos bienaventurada.

Dios Padre te eligió desde siempre
para realizar su designio de salvación.
Tú creíste en su amor
y obedeciste a su Palabra.

El Hijo de Dios te quiso como suya,
al hacerse hombre para salvar a la humanidad
Tú lo acogiste con solícita obediencia
y corazón indiviso.

El Espíritu Santo te amó
como a su esposa mística
y te colmó de dones singulares.
Tú te dejaste modelar dócil
a su acción escondida y poderosa.

Te confiamos la Iglesia
que te reconoce y te invoca como Madre.
Confórtala en las dificultades y en las pruebas.
A Ti, Madre del Redentor
encomendamos llenos de confianza
la humanidad entera con sus temores y esperanzas.

No permitas que le falte la luz
de la verdadera sabiduría.
Guíala en la búsqueda de la libertad
y de la justicia para todos.

Dirige sus pasos por el camino de la paz.
Haz que todos encuentren a Cristo,
Camino, Verdad y Vida.

Sostén, oh Virgen María, nuestro caminar en la fe
y alcánzanos la gracia de la salvación eterna.

¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce
Madre de Dios y Madre nuestra, María!

 (S. Juan Pablo II)


Libro sobre María:

“MARÍA, MADRE DEL REDENTOR”

Autor:  Emiliano Jiménez Hernández

Editorial: EDIBESA



María en la música:

"AVE MARIA, AVE". Verbum panis