La mujer
desde María mujer
1. Mujer
es un título en María
Jesús, nacido de mujer, dice san Pablo. Mujer ahí
tienes a tu hijo, dice Juan.
Mujer es un título que da realidad al ser humano
de María. No se trata de ver en María el “eterno femenino” si es que esto
existe, sino una mujer en un tiempo determinado, en una sociedad determinada,
actuando como mujer de su tiempo donde Dios se le hace presente, y con Dios los
hombres y mujeres. María reacciona como mujer a las diversas situaciones por
las que ha de pasar. No podemos ver en María la adolescente de ojos azules y
cabellos rubios que quiere representar su concepción inmaculada, sino la joven
semita que ha de hacer frente en su juventud a situaciones impensables por su
complicación, teniendo junto a sí a su familia, a José. Es la mujer que
envejece pronto como las mujeres de entonces en el cuidado y escucha de Jesús,
en compañía de su esposo.
2. Mujer que eleva la condición de serlo.
La misión que Dios encomienda a María, dada el
concepto de la mujer en la sociedad en que vive, excede todo lo que se podría
esperar de una de ellas. No es sólo el ser madre de Dios, que, al fin y al cabo
es un título cristológico, sino el estar comprometida, por elección de Dios,
pero también por decisión de ella, en el proyecto de Jesús su hijo.
Es la nueva Eva: es el modelo de mujer que Dios
proyectó y que Eva hizo fracasar. Eva estuvo en el comienzo de la creación,
María en el comienzo de la re-creación. Eva fue hecha a partir de Adán, María
daría carne a Jesús. Ser mujer es un título para María, que María fuera mujer
supone una elevación de la categoría de mujer. En María, en el hogar de
Nazaret, aprendió Jesús el delicado, y sorprendente para la sociedad de
entonces, trato que tuvo con las mujeres, su elevada valoración de ellas y su
profunda amistad.
3. María, doblemente madre
Solo se puede ser madre desde la condición
femenina. Sólo Dios, que está por encima de las diferencias de género, puede
ser hombre y mujer. María es madre de Jesús y es madre de Juan. Juan hereda la
relación fundamental de María con Jesús, la maternidad. Por ser madre se atreve
a instar a Jesús a que remedie la situación de los anfitriones en Caná, por ser
madre está presente en el Calvario en el momento trágico y decisivo, de la
muerte. Como madre quedará para Juan y el resto de los apóstoles tras la muerte
de Cristo. Como madre la verá luego el pueblo cristiano. Sobre todo el pueblo
cristiano que por defecto de educación era incapaz de ver en su dios alguien
con sentimientos maternales. ¿Qué titulo puede superar el de ser madre? Sólo el
de ser discípula de Jesús. Pero ser discípula de Jesús es ser su madre, como el
mismo Jesús dice. María acogió como madre a Juan y a los apóstoles desde esa
doble maternidad, la biológica de Jesús, y la de la discípula de él. Y esta
última maternidad fue la que la constituye especialmente madre de todos
nosotros. Una de las reivindicaciones del feminismo es precisamente extender el
ser de madre más allá de dar a luz y cuidar al niño; es madre porque es dadora
de vida, porque se compromete con la vida entre tantos valores de muerte como
nos rodean: porque es discípula del Dios de la vida.
La mujer de hoy, en pleno movimiento de justa
reivindicación de su lugar en la sociedad y en la Iglesia, no encontrará mejor
modelo de su feminismo que en María, mujer y madre.
Fr. Juan José de León Lastra, O.P.
MISTERIOS DOLOROSOS
Primer misterio: La oración en Getsemaní
“De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo: Padre Mío, si este cáliz
no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.” (Mt. 26, 42).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Segundo Misterio: La Flagelación de Jesús
“Yo os envío profetas: a unos los mataréis y
crucificaréis, a otros los azotaréis”.
(Mt. 23, 34).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Tercer Misterio: La coronación de espinas
“Los soldados desnudaron a Jesús y le pusieron un
manto de color púrpura y trenzando una
corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la
mano derecha. Y doblando ante Él la rodilla, se burlaron de Él diciendo:
¡Salve, rey de los judíos!”. (Mt. 27, 28-29).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Cuarto Misterio: Jesús con la Cruz a cuestas
“Lo que es a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo”. (Gál. 6, 14).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Quinto Misterio: La crucifixión y muerte de Jesús
“Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los
gentiles; pero para los llamados –judíos o griegos- un Mesías que es fuerza de
Dios y sabiduría de Dios”. (1Cor. 1, 23-24).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Oración a la Virgen
Oh Madre, como el Apóstol Juan,
nosotros queremos acogerte en nuestra casa,
para aprender de ti a ser como tu Hijo.
nosotros queremos acogerte en nuestra casa,
para aprender de ti a ser como tu Hijo.
"¡Mujer, aquí tienes a tus hijos!"
Estamos aquí, ante ti,
para confiar a tus cuidados maternos
a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero.
Estamos aquí, ante ti,
para confiar a tus cuidados maternos
a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero.
Ruega por nosotros a tu querido Hijo,
para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo,
el Espíritu de verdad que es fuente de vida.
para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo,
el Espíritu de verdad que es fuente de vida.
Acógelo por nosotros y con nosotros,
como en la primera comunidad de Jerusalén,
reunida en torno a ti el día de Pentecostés.
como en la primera comunidad de Jerusalén,
reunida en torno a ti el día de Pentecostés.
Que el Espíritu abra los corazones a la justicia y al amor,
guíe a las personas y las naciones
hacia una comprensión recíproca
y hacia un firme deseo de paz
guíe a las personas y las naciones
hacia una comprensión recíproca
y hacia un firme deseo de paz
(S. Juan Pablo II)
Libro sobre María:
“MARÍA, SÍMBOLO DEL PUEBLO”
Autor:
Jesús Espeja, O.P.
Editorial: San Esteban