domingo, 17 de mayo de 2020

María de Nazaret: escuchar, confiar, acompañar

María de Nazaret: escuchar, confiar, acompañar
No hace mucho una mujer en el confesionario me dijo: “Padre, no creo que tenga pecados graves, pero lo cierto es que me encuentro muy desorientada”. Una afirmación espontánea que refleja lo que en el fondo nos ocurre: vivimos momentos de gran confusión, de pérdida de credibilidad, no sabemos de quién fiarnos; hay tantas ofertas de formas de vida; la fe cristiana no parece que nos sirva para guiarnos como en otros tiempos; e incluso nos cuesta mucho llevar a la práctica el estilo de vida cristiano en el ámbito de lo cotidiano. ¿Dónde encontrar sentido? ¿Cómo recuperar la orientación en la vida? Tal vez podemos fijar la mirada en María de Nazaret para recuperar el sentido conjugando tres verbos: escuchar, confiar y acompañar.
El primer verbo es escuchar. Es siempre algo importante, pero no voy a referirme a su sentido psicológico sino al bíblico. En una ocasión Jesús responde: “Mejor dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”. No es que rechace el elogio a su madre (“dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”) sino que está explicando la verdadera dicha de su madre María: es verdaderamente dichosa, bienaventurada por haber escuchado a Dios. Escuchar en sentido bíblico no es sólo oír o dejar hablar a otro. Escuchar es acoger, aceptar… es creer. Escuchar con fe equivale a obedecer y cumplir, poner por obra. Por eso María es dichosa por haber escuchado la palabra de Dios, por dejar que la ilumine y actúe en ella, por estar disponible y ser fiel. La primera clave para orientarnos es agudizar la capacidad de escucha. Escuchar lo que nos pasa, las propias insatisfacciones, los valores que echamos en falta… Escuchar es dar credibilidad al otro; buscar el diálogo para encontrar la luz que nos ayude a acertar; y hacer discernimiento.
 El segundo verbo es confiar. En muchas imágenes la Virgen María aparece como entregándonos al Niño Jesús, que a menudo nos bendice, porque esa es su misión: bendecir al mundo, redimirlo, salvarlo por la luz de la Palabra del Dios que es amor. Parece como que María está regalándonos a su Hijo. Como si ella nos dijera: “miradlo a él, es vuestro, es para vosotros: acogedlo, escuchadlo, dejad que crezca en vosotros, dejad que sea luz en el centro de vuestra existencia”. Como si nos susurrara calladamente: “confiad en él, que está con vosotros para sosteneros”. María nos enseña a confiar incluso cuando las cosas no van bien. Ella, cuando acepta la voluntad de Dios, lo hace con todas las consecuencias. Si uno confía de verdad en alguien es en todo y para siempre. Por eso María sigue al lado de Jesús hasta la cruz. Quien, con todo, confía en Dios, no reacciona ante el dolor y el sufrimiento, ante las dificultades de la vida, con desesperación, decepción o abandono de la fe. María nos enseña otra respuesta, otra actitud: ante el dolor y las dificultades cabe resistir sin entender. Aguantar pacientemente sin entender, soportar incluso el silencio de Dios sin explicaciones, resistir sin desesperar… porque la clave para resistir no es entender sino confiar, fiarse de la Palabra dada por Dios, fiarse de su promesa de salvación, a pesar de las dificultades y el sufrimiento.
La tercera palabra clave es acompañar. También a ello nos enseña la Virgen María. Acompaña a su Hijo Jesucristo de la cuna a la cruz; acompaña a su prima Isabel, a los novios en Caná de Galilea, a la Iglesia naciente y a menudo desorientada hasta que reciben el Espíritu. María es modelo de acompañamiento: atenta a las necesidades, comparte las alegrías, reza con los discípulos, sufre al pie de la cruz. La fe no es algo abstracto que tiene respuestas para todo. A menudo la misión del cristiano no es más que sencillamente acompañar. El creyente no tiene respuestas para todo, sino que confía en que Dios responderá y en que nos ha ofrecido ya en Jesús la luz necesaria para cada paso. El sentido y la orientación que buscamos ya se nos ha anticipado en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Ciertamente, esto no nos ahorrará los esfuerzos y los momentos de desorientación. Pero nos acompaña como un Viviente que cuida de nosotros, para que nosotros podamos acompañar a aquellos con quienes hacemos el camino de la vida y a aquellos cansados y agobiados que se quedan al borde del camino. Acompañar simplemente para decir una palabra de confianza en la misteriosa presencia de Dios con nosotros y en las nuevas oportunidades y posibilidades de vida que siempre nos ofrece. 

Fr. Javier Carballo, O.P.


Convento de S. Blas. MM.Dominicas. Lerma


MISTERIOS GLORIOSOS

Primer misterio: La Resurrección del Señor
“Jesucristo transformará nuestro cuerpo humilde, según de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo”. (Fil. 3, 21).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Segundo Misterio: La Ascensión a los cielos
“Jesucristo, a quien se sometieron ángeles, autoridades y poderes, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios.” (1 Pe. 3, 22)
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Tercer Misterio: La venida del Espíritu Santo
“¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? El templo de Dios es santo; ese templo sois vosotros”. (1 Cor. 3, 16-17)
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Cuarto Misterio: La Asunción de María
“Es cosa que ya sabemos: Si se destruye este nuestro tabernáculo terreno, tenemos un sólido edificio construido por Dios, una casa que no ha sido levantada por mano de hombre y que tiene duración eterna en los cielos”. (II Cor. 5, 1).

Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Quinto Misterio: La Coronación de Nuestra Señora
“En la eternidad, coronada, celebrará su triunfo, por haber vencido sin tacha en los combates (Sab. 4,2).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.

Oración a María

Te doy gracias, María, por ser una mujer.
Gracias por haber sido mujer como mi madre,
y por haberlo sido en un tiempo
en el que ser mujer era como no ser nada.

Gracias porque cuando todos te consideraban una mujer de nada, tú fuiste todo,
todo lo que un ser humano puede ser y mucho más,
la plenitud del hombre, una vida completa.

Gracias por haber sido una mujer libre y liberada,
la mujer más libre y liberada de toda la historia,
la única mujer liberada y libre de la historia,
porque fuiste la única no atada al pecado,
la única no uncida a la vulgaridad,
la única que nunca fue mediocre,
la única verdaderamente llena de gracia y de vida.

Gracias porque estuviste llena de gracia, porque estabas llena de vida,
estuviste llena de vida porque habías sido llenada de gracia y de vida.

Gracias porque supiste encontrar la libertad siendo esclava,
aceptando la única esclavitud que libera, la esclavitud de Dios,
y nunca te enzarzaste en todas las otras esclavitudes que a nosotros nos atan.
Porque al llegar el ángel te atreviste a preferir su misión a tu comodidad,
porque aceptaste tu misión, sabiendo que era cuesta arriba,
una cuesta arriba que terminaba en un Calvario.

Gracias porque fuiste valiente, gracias por no tener miedo,
gracias por fiarte del Dios que te estaba llenando,
del Dios que venía no a quitarte nada, sino a hacerte más mujer.

Gracias por haber sido la mujer más entera que ha existido,
y gracias sobre todo por haber sido la única mujer de toda la historia
que volvió entera a los brazos de Dios.

Gracias por seguir siendo madre y mujer en el cielo,
por no cansarte de cuidar de tus hijos de ahora.
(José Luis Martín Descalzo)




Libro sobre María:

“MARIA DE NAZARET”
Autor:  José Luis Martín Descalzo
Editorial: EDIBESA


María en la música:

"AVE MARÍA". Maite López