“Lo
guardaba en su corazón”
En el evangelio de Lucas leemos: “Pero María lo
conservaba y meditaba todo en su corazón” (Lc 2,19). “Regresó con ellos, fue a
Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su
madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2, 51). Dos momentos de la
vida familiar de Jesús.
Nos fijamos en la respuesta de María y nos
preguntamos: ¿Qué significa? Significa aceptación, acogida. ¿Qué implica? Implica mucho amor y respeto.
¿Cómo se hace? Sabiendo que el otro es primero, no son mis intereses, mi
necesidad, lo importante; se hace desde el desprendimiento. María, desde el
principio nos muestra su capacidad para hacerse cargo de ella misma y de la
vida. Cuando el ángel le anuncia que va a ser madre del hijo de Dios, su sí no
es inmediato, reflexiona y pregunta: “¿Cómo sucederá eso si no convivo con un
varón?” (Lc 1,34).
María, testimonio de una realidad humana que
busca, camina, se compromete, y cree (Lc 1,38). Abierta a la vida y a los
demás, comparte (Lc 1, 39-40) y, sobre todo, contempla (Magnificat. Lc 1,
46-55).
María, la madre del hijo de Dios, nos invita a
revisar nuestra vida. Creer como María creyó; amar y esperar como María lo
hizo. Puestos en este camino de María, se descubre la integridad de esta mujer,
su unidad personal y su unidad con Dios.
Toda esta realidad de María explica su
comportamiento, su manera de relacionarse con Dios, con los demás y con ella
misma. Podemos mirarnos en ella y
contrastar nuestro comportamiento con el de María. Podemos aprender a responder
a las necesidades, contratiempos, interrogantes, sufrimientos, inseguridades de
nuestra realidad humana, débil y vulnerable. María, también lo era.
Para todos sigue siendo un interrogante qué pasará
después de este confinamiento, cómo hacer la vida, imprevisible, con la
compañía, la amenaza, el riesgo de un COVID-19 u otro.
El Creador nos ha capacitado para poder hacer
frente a la vida, el problema es qué elegimos nosotros ser y hacer en esta
vida, dónde ponemos nuestro corazón. En
María tenemos el paradigma en que aprender: guardar en el corazón. Aceptar,
acoger, amar, respetar y poner por delante los intereses de los otros a los
propios… Muchas veces se nos va la fuerza por la boca, precisamos de
“confinamiento”, quiero decir de momentos de silencio, de oración, de manera
que nuestra “palabra” sea creadora de solidaridad, de amor, de humanidad.
Fr. José Luis Ruiz Aznárez, O.P.
MISTERIOS GOZOSOS
Primer
misterio: La Encarnación del Hijo de Dios
“Y el Verbo se hizo carne, y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de
gracia y de verdad.” (Jn. 1, 14).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Segundo Misterio: La Visitación
de María a Isabel
“Todos,
sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: Un gran Profeta ha surgido entre
nosotros. Dios ha visitado a su
pueblo” (Lc. 7, 16).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Tercer Misterio: El
Nacimiento de Jesús
“¿Dónde está
el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y
venimos a adorarlo. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y
cayendo de rodillas lo adoraron.” (Mt. 2, 2 y 11).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Cuarto
Misterio: La Presentación de Jesús en el Templo
“Simeón tomó
a Jesús en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador”. (Lc. 2, 28-30).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Quinto
Misterio: El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
“Jesús
contestó a sus padres: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Pero
ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajo con ellos a Nazaret y
siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón”. (Lc 2,
49-51).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Oración a María
Santa María,
Madre de Dios,
consérvame
un corazón de niño,
puro y
cristalino como una fuente.
Dame un
corazón sencillo que no saboree las tristezas;
un corazón
grande para entregarse,
tierno en la
compasión;
un corazón
fiel y generoso que no olvide ningún bien
ni guarde
rencor por ningún mal.
Fórmame un
corazón manso y humilde,
amante sin
pedir retorno,
gozoso al
desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo;
un corazón
grande e indomable
que con
ninguna ingratitud se cierre,
que con
ninguna indiferencia se canse;
un corazón
atormentado por la gloria de Jesucristo,
herido de su
amor, con herida que sólo se cure en el cielo.
Líbro sobre María:
“LO QUE MARIA GUARDABA EN SU CORAZÓN”
Autor:
José María Pemán
Editorial:
Palabra
María en la música:
"GUARDABAS EN TU CORAZÓN". Hermana Glenda