sábado, 30 de mayo de 2020

María, mujer de relación interpersonal

María, mujer de relación interpersonal: La Visitación de María a su prima Santa Isabel 

El 31 de mayo de 1999, la Visitación de la Virgen María, entré en el Monasterio de la Santa Cruz en Vitoria-Gasteiz. Allí, las dominicas contemplativas me acogieron con gran alegría, pues era una posible vocación… De eso hace veintiún años, y aquí sigo.
Elegí una fecha clave para un SÍ importante: Ella, María, no podía faltar en ese momento tan señalado de mi vida.
Precisamente, en este año, ese día cae en la Solemnidad de Pentecostés, pero conviene recordar que la Virgen también estuvo en Pentecostés (de eso no hay duda). 
En este texto de Lc 1, 39-59, María nos deja boquiabiertos: la sencilla, la humilde, la que parece que no dice nada, nos hace un gran regalo, una oración incomparable a nuestro Padre Dios, el Magníficat.
Si en algún momento de nuestras vidas sufrimos un shock superior a nuestras fuerzas, en este canto de María encontramos un remedio eficaz. 
Hace unos años, en medio de una crisis muy fuerte, cuando creía que no sería capaz de levantar cabeza, ante una situación acaecida por mi debilidad, que en palabras de San Pablo es como un aguijón que no puedes arrancar, un sacerdote me invitó, después de confesar mi pecado, a hincar mi rodilla y rezar con el Magníficat. De pronto, sentí un alivio en mi interior. Ella estaba ahí, rompiendo la soledad que se había instalado en mi corazón, pues participaba de mi sufrimiento.
En estos tiempos, parece que todos andamos pendientes del whatsapp, a ver quién nos dice algo, huyendo de estar solos. Nos olvidamos de que nuestra Madre siempre está esperando que la llamemos; quizás, si se entera de lo que nos pasa, correrá presurosa, como lo hizo para visitar a su prima Isabel. ¿Os es que, acaso, infravaloramos a nuestras madres?
Ya cansa escuchar hablar del Rosario como una oración de papagayos, una oración trasnochada o de monjas (“monjitas”, como dicen algunos). Pues sí, somos unas papagayas contemplativas (¡está de moda ser animalista!). Lo somos porque nos sentimos agradecidas, bendecidas, alegres, necesitadas de la intercesión de nuestra Madre.
Para algunas personas, el hecho de que María engendrara a su Hijo por obra del Espíritu Santo no es muy creíble. Yo, con respeto, me acerco a todos ellos y les pregunto: “¿Acaso es creíble que un virus, invisible, “el tal COVID-19”, nos haya llevado a esta situación límite e incluso que haya otros muchos que ya ni siquiera pueden contarlo? Hay muchos más misterios de lo que pensamos a nuestro alrededor.
Demos gracias a Dios por haber creado a esta criatura tan como nosotros y a la cual nos podemos parecer pues no ha firmado ningún copyright. 
Precisamente hoy, al rezar los misterios gozosos, ELLA ES NUESTRO MAGNIFICAT, “NUESTRA ALABANZA PLENA A DIOS”, NUESTRA MADRE.
Sor Carmela Fernández Salmerón, OP




MISTERIOS GOZOSOS

Primer misterio: La Encarnación del Hijo de Dios
“Alégrate, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.(Lc. 1,  20. 30-31).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Segundo Misterio: La Visitación de María a Isabel
“María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.” (Lc. 1, 39-40).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Tercer Misterio: El Nacimiento de Jesús
“Mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.(Lc. 2, y 7).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Cuarto Misterio: La Presentación de Jesús en el Templo
“Los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén  para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor. Simeón lo tomó en brazos y dijo: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador”. (Lc. 2, 22-40).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Quinto Misterio: El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
“Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre, y cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres”. (Lc 2, 41-43).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.

Oración a María

Oh, María, Madre de Dios y Madre nuestra:
Enséñanos a aceptar la voluntad de Dios,
con el Espíritu de la Anunciación.
Visítanos en nuestras necesidades,
como visitaste a Isabel.
Engéndranos a la gracia,
como engendraste a Jesús en la carne.
Preséntanos a Dios Padre,
como hijos de Él e hijos tuyos.
Haz que nos perdamos un tiempo, cada día,
en comunicarnos con Dios, para que,
a ejemplo de tu Hijo, Jesús,
tengamos, como alimento, dejar que Dios
pueda actuar su providencial plan de salvación
sobre cada uno de nosotros. Amén.

(Ricardo Cuadrado Tapia, OP)


Libro sobre María:

“¡BIENAVENTURADA!”
Editorial: BAC


María en la música:

"MARÍA, PEQUEÑA MARÍA". Kiko Argüello