Todo
empezó con un “sí”
Vivimos un mayo peculiar. Confinados, en silencio
y con mucha incertidumbre. Tocados, directa o indirectamente por la enfermedad
y la muerte. Inseguros y con muy pocas certezas: ¿qué va a pasar en un mes o en
el verano? ¿Qué sucederá a partir de octubre? Nos experimentamos frágiles, y
muchos de nuestros planes están en el aire… En una situación no muy diferente,
el evangelio de Lucas nos presenta a una mujer sencilla en un mundo de dudas y
cambios. María pronuncia un “sí” que rompe la inercia, que apunta a una
realidad mejor, que compromete la vida.
No sabe lo que Dios quiere realmente, porque no es
fácil entenderlo del todo. Pero decide no ponerle obstáculos a lo que Él quiere
construir, y colabora con su plan que pasa a través de ella. El “sí” de
Nazaret, pronunciado entre dudas y con pocas certezas, es solo el comienzo de
una aventura de disponibilidad, y se va a ir repitiendo como música de fondo en
la historia de María. Ése “hágase” rompe las incertidumbres y los muros compactos
del miedo y la angustia; abre a que lo imposible se rompa y Dios construya a su
modo la realidad para el ser humano.
Este mayo es tiempo del “sí”. Se nos invita a
superar interrogantes, a dejar de mirar con estrechez y desconfianza y a
ponernos a colaborar con el plan que Dios tiene ahora para este mundo. Aunque
no sepamos cuál es ni a dónde va, ni qué requerirá de nosotros. Es tiempo de
mirar la vida con los ojos de María, de desear y comprometerse con otra cosa,
otra realidad, otro mundo más humano. Lo que hemos ido gestando en estos
últimos meses tiene que empezar a germinar en nuevos compromisos de Evangelio y
vida.
Es tiempo de vocación. Porque cualquier vocación
(a la vida o a la fe, al compromiso profesional, a una opción vital desde lo
cristiano…) concreta lo que Dios quiere para este mundo, que no podrá
realizarse del todo si no le dejamos hacer a Él en nosotros. Decir “sí”, en
todo momento, es permitir que el Reino se construya en la realidad que vivimos.
El Rosario empieza con un “sí” profético y
esperanzador, que se va repitiendo a lo largo de la existencia de María, y que
así la va uniendo con su Hijo Jesús. Rezarlo es hacernos disponibles,
continuadores de las actitudes de la Virgen de Nazaret, colaboradores de Dios
en la construcción de un mundo mejor, superando nuestros miedos, inseguridades
e incertidumbres.
fr. F. Javier Garzón, OP
Convento de San Pedro Regalado - Aguilera (Burgos) |
MISTERIOS GOZOSOS
Primer
misterio: La Encarnación del Hijo de Dios
“Mirad: La
Virgen está encinta y dará a luz
un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel que significa: “Dios-con-nosotros” (Is.7,14).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Segundo Misterio: La Visitación
de María a Isabel
“En cuanto
Isabel oyó el saludo de María, saltó
la criatura en su vientre y dijo a voz en grito: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Lc.4,43).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Tercer
Misterio: El Nacimiento de Jesús
“María, que
estaba encinta… dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo
acostó en un pesebre, porque no tenían sitio para ellos en la posada”. (Lc.2, 5
y 7).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Cuarto
Misterio: La Presentación de Jesús en el Templo
“Mirad, yo
envío a mi mensajero, para que prepare el
camino ante mí. De pronto entrará
en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la
alianza que vosotros deseáis”. (Mal.3,1).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Quinto
Misterio: El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
“Los padres
de Jesús, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se
pusieron a buscarlo entre los
parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca”.
(Lc.2, 44-45).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Oración a María
María,
enséñanos
a recibir
los anuncios de Dios,
a ser llenos
de Gracia,
a pensar en
las palabras evangélicas,
a no tener
miedo de la acción del Espíritu,
a concebir
en nuestro corazón a tu Hijo,
a iluminar a
todos con su luz.
Enséñanos a
confiar esperando,
a creer que
para Dios nada es imposible,
a ser sus
siervos, a vivir según su voluntad.
Enséñanos a
estar dispuestos a servirte siempre,
a llevar a
todos el Espíritu Santo,
a gritar que
Dios hace maravillas,
a exultar de
alegría, a ser bienaventurados.
Enséñanos a
mirar las obras de Dios,
a decir que
solo Él es Santo,
a no olvidar
su misericordia,
a confiar en
Dios, Padre de la ternura.
Enséñanos a
no ser orgullosos,
a no ser
soberbios,
a tener
hambre de Dios.
a alcanzar
la pobreza evangélica,
a compartir
la vida con todos,
a hacer la
voluntad de tu Hijo. Amén.
[F. Javier Garzón, OP]
María en la Música:
"HÁGASE", de Ixcís.