miércoles, 6 de mayo de 2020

María: Predicadora de la Buena Noticia de Jesús

La Virgen María, Predicadora de la Buena Noticia de Jesús

María nos brinda copiar y vivir su gran ilusión, la ilusión de dar a luz a su Hijo Jesús en nuestra persona.Y dio a luz a su hijo primogénito” (Lc 2,7).
María, como toda buena madre que desea al hijo de sus entrañas, tuvo la gran ilusión de dejar nacer en su seno a su Hijo Jesús. Pues bien, María nos brinda a todos nosotros, guardando las distancias, tener esa misma ilusión y gozo: dejar nacer en nuestro ser a Jesús, el Hijo de Dios y el Hijo de María.
Esa debe ser la gran ilusión de nuestra vida: dejar nacer a Jesús en nosotros, porque él desea nacer en nuestro corazón. Dejar que nazca y se apodere de nuestro corazón para que amemos como Él ama y a todo lo que Él ama. Que se apodere de nuestro entendimiento y nuestros ojos para que veamos y juzguemos las cosas como Él las ve y juzga. Que se apodere y nazca en nuestros sentimientos para que podamos tener siempre y reaccionar siempre con los sentimientos de Jesús… Es decir, que podemos realizar en nosotros ese proceso de continua cristificación al que nos anima San Pablo: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”… ya no soy yo quien ama, es Cristo quien ama en mí, ya no soy yo quien perdona, quien se entrega, quien… es Cristo quien perdona, quien se entrega… en mí. 
Un buen teólogo nos dice en esta misma línea: “Con el ejemplo y la ayuda de la Virgen, toda alma pacífica y limpia, dispuesta a hacer la voluntad divina, puede convertirse en Madre de Dios según la gracia: concebir y engendrar a Jesús en su corazón, una pequeña alegría que supera la muerte.”
El Papa Benedicto XVI insiste en esta misma verdad: “Contemplando en la Madre de Dios una existencia totalmente modelada por la Palabra, también nosotros nos sentimos llamados a entrar en el misterio de la fe, con la que Cristo viene a habitar en nuestra vida. San Ambrosio nos recuerda que “todo cristiano que cree, concibe en cierto sentido y engendra al Verbo de Dios en sí mismo: si, en cuanto a la carne, sólo existe una Madre de Cristo, en cuanto a la fe, en cambio, Cristo es el fruto de todos. Así pues, todo lo que le sucedió a María puede sucedernos ahora a cualquiera de nosotros en la escucha de la Palabra y en la celebración de los sacramentos”.
Fr. Manuel Santos, OP
Velazquez


MISTERIOS GLORIOSOS

Primer misterio: La Resurrección del Señor
“Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre (Jn.11, 25-26).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Segundo Misterio: La Ascensión a los cielos
“Mientras los bendecía, se separó de ellos subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante Él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría” (Lc.24, 51-52).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Tercer Misterio: La venida del Espíritu Santo
“Una vez que comían juntos les recomendó: No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días seréis bautizados con Espíritu Santo” (Hch. 1, 4-5).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Cuarto Misterio: La Asunción de María
“Porque es preciso que lo corruptible se revista de incorrupción y que este ser mortal  se revista de inmortalidad. Entonces se cumplirá la palabra escrita: “La muerte ha sido absorbida en la victoria”. (1 Cor. 15, 53-55).

Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Quinto Misterio: María, madre y reina
“En la celebración de la realeza de María se contempla a aquella que, sentada junto al Rey de los siglos, resplandece como Reina e intercede como Madre” (“Marialis cultus” de S. Pablo VI).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
  
Oración a María

Oh beatísima y dulcísima Virgen María, Madre de Dios, 
rica en misericordia, hija del sumo Rey, 
Señora de los Angeles, Madre del Creador, 
al seno de tu misericordia confío este día 
y todos los días de mi vida, mi cuerpo y mi alma,
 todos mis actos, pensamientos, quereres, deseos, 
palabras y obras, toda mi vida y su fin, 
para que por tu intercesión vayan ordenados al bien, 
en conformidad con la voluntad de tu amado Hijo, 
nuestro Señor Jesucristo,
 a fin de que, oh mi Señora santísima, 
tú seas mi ayuda y mi consuelo contra las insidias y los lazos 
del antiguo enemigo y de todos mis enemigos.

 [Santo Tomás de Aquino, op]


María en la Música:

"SOBREDOSIS DE TERNURA", de Maite López.