María, la
mujer alegre
La alegría es un signo revelador, sobre todo,
cuando se trata de esa alegría que brota de lo más profundo del corazón de la
persona y se irradia en cada mirada, en cada gesto y en cada actuación. Una
alegría así es contagiosa y, ciertamente, comunica ganas de vivir.
Desgraciadamente, en el discurrir de los días no son muchas las gentes
verdaderamente alegres con las que topamos...
Con
frecuencia se echa en cara a los cristianos que hablamos de la buena nueva con
tonos grises. Es más, hay gente que piensa que creer en Dios es sinónimo de
tristeza. La verdad es que es contradictorio evangelizar sin el reflejo del
gozo en el rostro. Desde luego, la congoja no acredita el tenor del mensaje
anunciado. ¿Por qué será que muchos piensan que la fe cristiana se sustancia en
la prohibición y en la negativa frente a esto y a lo otro? Los que nos
reclamamos discípulos del Nazareno y miembros de su Iglesia deberíamos
reflexionar con calma sobre este punto. En esa reflexión no estaría mal acudir a
la figura de la Virgen María.
Tenemos pocos datos sobre la vida de María. ¿Cómo
era la madre de Jesús? Los evangelios no nos informan mucho. Con todo, y para
ser sinceros, habría que decir que Lucas sí presenta algunos rasgos de la
personalidad de María que, desde luego, ayudan a formarse una idea cabal de
ella: la humildad, la fe, la disponibilidad, la contemplación, la interioridad,
el servicio y la alegría.
En efecto, una característica de la María lucana
es la de la alegría. Una alegría que irradia a su alrededor. El relato de Lucas
es suficientemente explícito. María, tras la Anunciación, se pone en camino
hacia la casa de Isabel. Al llegar allí provoca una conmoción. Es una conmoción
de alegría. La criatura que lleva en el seno Isabel salta de gozo, e, Isabel,
llena del Espíritu, se contagia del contento atreviéndose a exclamar jubilosa:
“Feliz la que ha creído que se cumplirían
las cosas que le fueron dichas de parte del Señor”.
La Tradición, la exégesis y la teología han visto
en este episodio un anticipo de la evangelización que la Iglesia llevará a cabo
tras la Pascua. María, en la Visitación, es la portadora de la Buena Noticia de
Jesucristo y la ofrece gratuitamente. En eso, es prototipo de evangelizadora.
Quienes acogen el anuncio (Isabel y su hijo) participan del gozo de la
salvación. María evangeliza y, como los discípulos después de la Resurrección,
lo hace como testigo de la alegría del triunfo de Cristo. Nadie da lo que no
tiene. Si María contagia la alegría de Cristo Salvador es porque la lleva muy
dentro. El cántico del Magníficat,
con el que María corresponde a la expresión de júbilo de Isabel y su hijo, lo
manifiesta sin ambages. La atmósfera de la escena, entonces, se transforma en
una gozosa liturgia de acción de gracias: “Engrandece
mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto
los ojos en la humildad de su esclava”. ¡Todo es fiesta y celebración!
María es una mujer alegre, una mujer cristiana
alegre. Si la Iglesia se fija en ella, por ejemplo, a la hora de la
evangelización, ha de hacer suya, entre otras cosas, su gozo y su júbilo.
Evangelizar no es cualquier cosa. El contento ha de de acreditar el contenido
alegre del mensaje cristiano. Sin alegría no hay testimonio vivo del evangelio.
María se puso en camino... y comunicó la alegría que le desbordaba. ¿Haremos
nosotros lo mismo?
Fr. Vicente Botella Cubells OP
Virgen Blanca. Catedral de Toledo |
MISTERIOS GOZOSOS
Primer
misterio: La Encarnación del Hijo de Dios
“Alégrate,
María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás
a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Lc. 1, 20. 30-31).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Segundo Misterio: La Visitación
de María a Isabel
“En cuanto
Isabel oyó el saludo de María, saltó
la criatura de su vientre y dijo a voz en grito: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor”. (Lc.4,43).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Tercer
Misterio: El Nacimiento de Jesús
“Los
pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios
por lo que habían visto y oído”. (Lc. 2, 16 y 20).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Cuarto
Misterio: La Presentación de Jesús en el Templo
“El Señor
dijo a Moisés: “conságrame todos los
primogénitos de los israelitas, tanto de los hombres como de los animales. Son
míos”. (Ex.13, 1-2).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Quinto
Misterio: El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
“¡Portones!,
alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria”. (Sal. 23, 7).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Oración a María
Virgen y Madre María,
Tú, llena de la presencia de Cristo,
llevaste la alegría a Juan el Bautista,
haciéndolo exultar en el seno de su madre.
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor.
Tú, que estuviste plantada
ante la cruz
con una fe inquebrantable
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo
ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.
Madre del Evangelio
viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén. Aleluya.
(Francisco)
Libro sobre María:
“MIRYAM DE NAZARET”
Autor:
Juan de Isasa
Editorial: PPC
María en la música:
"ALÉGRATE". Ain Karem