lunes, 18 de mayo de 2020

María, la mujer alegre

María, la mujer alegre
La alegría es un signo revelador, sobre todo, cuando se trata de esa alegría que brota de lo más profundo del corazón de la persona y se irradia en cada mirada, en cada gesto y en cada actuación. Una alegría así es contagiosa y, ciertamente, comunica ganas de vivir. Desgraciadamente, en el discurrir de los días no son muchas las gentes verdaderamente alegres con las que topamos...
 Con frecuencia se echa en cara a los cristianos que hablamos de la buena nueva con tonos grises. Es más, hay gente que piensa que creer en Dios es sinónimo de tristeza. La verdad es que es contradictorio evangelizar sin el reflejo del gozo en el rostro. Desde luego, la congoja no acredita el tenor del mensaje anunciado. ¿Por qué será que muchos piensan que la fe cristiana se sustancia en la prohibición y en la negativa frente a esto y a lo otro? Los que nos reclamamos discípulos del Nazareno y miembros de su Iglesia deberíamos reflexionar con calma sobre este punto. En esa reflexión no estaría mal acudir a la figura de la Virgen María.
Tenemos pocos datos sobre la vida de María. ¿Cómo era la madre de Jesús? Los evangelios no nos informan mucho. Con todo, y para ser sinceros, habría que decir que Lucas sí presenta algunos rasgos de la personalidad de María que, desde luego, ayudan a formarse una idea cabal de ella: la humildad, la fe, la disponibilidad, la contemplación, la interioridad, el servicio y la alegría.
En efecto, una característica de la María lucana es la de la alegría. Una alegría que irradia a su alrededor. El relato de Lucas es suficientemente explícito. María, tras la Anunciación, se pone en camino hacia la casa de Isabel. Al llegar allí provoca una conmoción. Es una conmoción de alegría. La criatura que lleva en el seno Isabel salta de gozo, e, Isabel, llena del Espíritu, se contagia del contento atreviéndose a exclamar jubilosa: “Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor”.
La Tradición, la exégesis y la teología han visto en este episodio un anticipo de la evangelización que la Iglesia llevará a cabo tras la Pascua. María, en la Visitación, es la portadora de la Buena Noticia de Jesucristo y la ofrece gratuitamente. En eso, es prototipo de evangelizadora. Quienes acogen el anuncio (Isabel y su hijo) participan del gozo de la salvación. María evangeliza y, como los discípulos después de la Resurrección, lo hace como testigo de la alegría del triunfo de Cristo. Nadie da lo que no tiene. Si María contagia la alegría de Cristo Salvador es porque la lleva muy dentro. El cántico del Magníficat, con el que María corresponde a la expresión de júbilo de Isabel y su hijo, lo manifiesta sin ambages. La atmósfera de la escena, entonces, se transforma en una gozosa liturgia de acción de gracias: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava”. ¡Todo es fiesta y celebración!
María es una mujer alegre, una mujer cristiana alegre. Si la Iglesia se fija en ella, por ejemplo, a la hora de la evangelización, ha de hacer suya, entre otras cosas, su gozo y su júbilo. Evangelizar no es cualquier cosa. El contento ha de de acreditar el contenido alegre del mensaje cristiano. Sin alegría no hay testimonio vivo del evangelio. María se puso en camino... y comunicó la alegría que le desbordaba. ¿Haremos nosotros lo mismo?
Fr. Vicente Botella Cubells OP


Virgen Blanca. Catedral de Toledo

MISTERIOS GOZOSOS

Primer misterio: La Encarnación del Hijo de Dios
“Alégrate, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Lc. 1, 20. 30-31).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Segundo Misterio: La Visitación de María a Isabel
“En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura de su vientre y dijo a voz en grito: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor”. (Lc.4,43).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
Tercer Misterio: El Nacimiento de Jesús
“Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído”. (Lc. 2, 16 y 20).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Cuarto Misterio: La Presentación de Jesús en el Templo
“El Señor dijo a Moisés: “conságrame todos los primogénitos de los israelitas, tanto de los hombres como de los animales. Son míos”. (Ex.13, 1-2).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.
 Quinto Misterio: El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
“¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria”. (Sal. 23, 7).
Padrenuestro, 10 avemarías, Gloria.

Oración a María

Virgen y Madre María,
Tú, llena de la presencia de Cristo,
llevaste la alegría a Juan el Bautista,
haciéndolo exultar en el seno de su madre.
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor.

Tú, que estuviste plantada ante la cruz
con una fe inquebrantable
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.

Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.

Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén. Aleluya.

 (Francisco)


Libro sobre María:

“MIRYAM DE NAZARET”
Autor:  Juan de Isasa
Editorial: PPC


María en la música:

"ALÉGRATE". Ain Karem