Los “años
oscuros” de María
Me
gusta meditar el quinto misterio gozoso, “Jesús perdido y hallado en el Templo
de Jerusalén”, no como el final de una etapa, sino como el comienzo de la vida
adulta del Señor, por dos razones: un judío se considera miembro adulto de su
comunidad a los doce años, y, además,
Jesús al contestar a su madre, formula
su proyecto vital: “Tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre” (Lc 2, 49).
Cuando una persona tiene claro y es coherente con el sentido de su vida,
traspasa el quicio de la adultez. Y este proyecto lo va a comenzar a vivir en
Nazaret, como si no hubiese cambiado nada (Lc 2, 51), pero todo de distinto
modo.
Hay
un libro escrito por un autor judío que estudia “los años oscuros de Jesús”,
cómo viviría un niño y un joven hebreo en la época del siglo I. Nos da muchos
datos sobre la cotidianidad de un artesano, en una familia, en el ambiente de
un pequeño pueblo galileo. En esa cotidianidad “oscura”, sin relieve, Jesús se
va haciendo como hombre y se va revelando como Hijo de Dios: “va creciendo en
sabiduría y gracia” (Lc 2,52).
Desde
aquí podemos contemplar a María en sus años oscuros. Oscuros porque nos son
desconocidos en su transcurrir; oscuros como el de toda mujer, esposa y madre
pobre de todas las épocas, oscuros también por sus especiales circunstancias y
su singular experiencia espiritual.
En
efecto, según los pocos datos de los evangelios sobre ella, María tuvo que
sufrir la oscuridad madurante de la fe (la noche oscura de la fe) (Lc 2, 50):
¿cómo poder interpretar, desde su religiosidad propia del Antiguo Testamento,
la novedad que suponía un Mesías que era su hijo, pobre y “tan como los demás”,
hasta que salió a predicar? ¿Cómo no vivir la noche oscura de la esperanza,
cuando las expectativas suyas, formadas en la larga espera de su pueblo, se
concretaban en las formas tan distintas de las que eran expuestas por su hijo?
¿Cómo no vivir la noche oscura de la caridad al verse rechazada en el rechazo
de su hijo, expulsado de su pueblo (Lc 4, 28-29), tomado por loco (Mc 3, 21)? ¿Cómo abrirse a la nueva imagen de Dios que presentaba Jesús?
Todo
esto suponía una intensa lucha espiritual, que además, tenía que llevar sola,
porque ¿con quién de su entorno podría confiarse en estas cosas y aconsejarse?
María es maestra de convertidos, no porque su itinerario partiese del pecado,
sino porque tuvo que convertirse, como los judeocristianos de su tiempo, del
Antiguo al Nuevo Testamento.
Y
este proceso de crecimiento humano y creyente, vivido en la monotonía y el
paisaje gris de lo cotidiano. Día tras día; año tras año.
A
esta María, madre de Dios y madre nuestra, maestra en y desde lo oscuro y
cotidiano, le rezamos:
“A
ti, María, experta en la fe, intrépida navegante de “años oscuros” a todos los
niveles, en los que, hasta la resurrección del Señor, cada etapa era más
difícil y dura de vivir, de creer, de esperar y de amar, que la anterior, te
pedimos que nos enseñes a “vivir en las
cosas de nuestro Padre” en nuestros contextos cotidianos, aunque sean oscuros.
Fr. Francisco J. Rodríguez Fassio, OP
Ducio de Buoninsegna |
MISTERIOS GOZOSOS
Primer
misterio: La Encarnación del Hijo de Dios
“El ángel
contestó a María: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra …” María dijo:
Hágase en mí según tu palabra.” ( Lc.1, 35 y 38).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Segundo Misterio: La Visitación
de María a Isabel
“Isabel se
llenó del Espíritu Santo y clamó con fuerte voz: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¡Dichosa tú, que has creído, porque lo
que te ha dicho el Señor, se cumplirá!” (Lc. 1, 41-42, 45).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Tercer
Misterio: El Nacimiento de Jesús
“Y la
Palabra se hizo carne, y acampó entre
nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del
Padre, lleno de gracia y verdad”. (Jn. 1,14).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Cuarto
Misterio: La Presentación de Jesús en el Templo
“Según la
ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del
Señor: “Todo primogénito varón será consagrado al Señor”. (Lc. 2, 22-23).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Quinto
Misterio: El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
“A los tres
días, lo encontraron en el templo, sentado
en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que
le oían, quedaban asombrados de su
talento y de las respuestas que daba”. (Lc 2, 44-45).
Padrenuestro,
10 avemarías, Gloria.
Oración a María
Santa María,
Admiración y gozo de los ángeles,
Obra maestra de Dios,
Dulce Madre de la humanidad redimida,
Hija excepcional de la humanidad,
Eterno femenino en su cumbre,
Figura de dulzura y de belleza,
Flor de la humanidad redimida.
Admiración y gozo de los ángeles,
Obra maestra de Dios,
Dulce Madre de la humanidad redimida,
Hija excepcional de la humanidad,
Eterno femenino en su cumbre,
Figura de dulzura y de belleza,
Flor de la humanidad redimida.
La más bella
figura de mujer,
Síntesis de toda la humanidad redimida,
Espejo de la luz divina,
Espejo ideal de belleza y de bondad,
Vértice y figura de la Iglesia,
Rostro lleno de gracia, ruega por nosotros.
Síntesis de toda la humanidad redimida,
Espejo de la luz divina,
Espejo ideal de belleza y de bondad,
Vértice y figura de la Iglesia,
Rostro lleno de gracia, ruega por nosotros.
A tu Corazón
Inmaculado
encomendamos el género humano.
Condúcelo al conocimiento
del único y verdadero Salvador, Cristo Jesús.
Concede a todo el mundo la paz en la verdad,
en la justicia, en la libertad y en el amor.
encomendamos el género humano.
Condúcelo al conocimiento
del único y verdadero Salvador, Cristo Jesús.
Concede a todo el mundo la paz en la verdad,
en la justicia, en la libertad y en el amor.
Haz que toda
la Iglesia
pueda elevar al Dios de las misericordias
un majestuoso himno
de alabanza y agradecimiento,
pues grandes cosas obró el Señor en ti,
clemente, piadosa, dulce Virgen María.
pueda elevar al Dios de las misericordias
un majestuoso himno
de alabanza y agradecimiento,
pues grandes cosas obró el Señor en ti,
clemente, piadosa, dulce Virgen María.
(S.
Pablo VI)
María en la música:
"MARÍA, ENSÉÑAME" , de Rogelio Cabado - Ixcís.