viernes, 15 de abril de 2011

Via Crucis dominicano

Nuestra vida dominicana es un seguir a Jesús conducidos por Santo Domingo, de quien se ha escrito: "Difícilmente podría darse mayor identificación con los sentimientos del Divino Maestro en la cruz que la de Domingo en su vida apostólica". Los temas preferidos en su predicación eran: la persona de Jesucristo, la Cruz, el misterio de salvación, el amor a los hermanos. Y también se ha dicho que la inspiración última y definitiva de su vida ascética y penitencial, se encuentra en su ideal de la imitación de Cristo. Un Cristo que ha asumido plenamente la condición humana y ha apurado hasta la muerte, y una muerte de Cruz, el cáliz del sufrimiento y del martirio sangriento. En el espíritu de Domingo resuenan las palabras de Pablo: "Suplo en mi cuerpo lo que falta ala pasión de Cristo" (Co 1,24).

En la miniatura correspondiente al sexto modo de orar de Nuestro Padre es donde lo vemos con mayor claridad. Nos lo presenta con los brazos en cruz, crucificado en sí mismo frente a Jesús crucificado. Un mismo espíritu anima las dos figuras. Idéntica postura de ambos. Es la sed de la salvación de las almas. Bien podía repetir con el Apóstol : "Estoy crucificado con Cristo", por tanto, "Dios me libre de gloriarme más que de la cruz de nuestro Señor Jesucristo".

Así, siguiendo sus huellas, los dominicos en el transcurso de los siglos han vibrado ante la cruz , han vivido en profundidad el misterio de Cristo crucificado. Dios Padre dice de Santo Domingo a Santa Catalina en El Diálogo: "¿En qué mesa hace comer a sus hijos la luz de la ciencia? En la mesa de la cruz (…) No quiso que sus hijos atendieran a otra cosa que a permanecer en esta mesa…". Muchos de estos dominicos nos han legado sus escritos. Esta noche vamos a caminar " en familia", vamos a dejar que algunos hermanos nuestros, maestros en las cosas de Dios nos guíen en la oración del Vía Crucis.

INTRODUCCIÓN
Afirma Santo Tomás de Aquino: "El hecho de que Cristo muriese por nosotros en la Cruz es tan difícil de entender que apenas puede ser captado por nuestra inteligencia. Más aún no cabe en absoluto en nuestra mente…Tanta es la gracia de Dios y su amor hacia nosotros, que ha hecho por nosotros mucho más que lo que podemos entender… Quien más se una a la Pasión de Cristo, mayor perdón recibirá y más gracia recibirá" (Comentario al Credo)

PRIMERA ESTACIÓN: Jesús es condenado a muerte

"Enmudezco, no abro la boca porque eres tú quien lo ha hecho…"
"La justicia Divina me había condenado a muerte a mí solo, y sólo Yo debía ser clavado en el madero de la Cruz, y sólo Yo debía beber el cáliz doloroso de mi Pasión por la salvación de los hombres. A ti te toca seguir mis huellas, renunciar a ti mismo, tomar tu cruz y seguirme, y tu sacrificio me agradará lo mismo que si conmigo hubieras muerto sobre la cima del Calvario" (Beato E. Susón, "El libro de la eterna Sabiduría")

SEGUNDA ESTACIÓN: Jesús carga con la Cruz
"Síguelo a él, que es el rey de reyes y Señor de los que dominan, en quien están todos los tesoros de la sabiduría. Y, sin embargo, está en la cruz desnudo, ultrajado, escupido, golpeado, coronado de espinas, donde le dieron hiel y vinagre como bebida y donde murió. Por tanto, no te aficiones a los vestidos y a las riquezas, porque "se repartieron mis vestidos" (Sal 22,19); ni a los honores, porque "yo he experimentado insultos y latigazos; ni a las dignidades, porque "tejieron una corona de espinas y la pusieron sobre mi cabeza"; ni a los placeres, porque "para mi sed me dieron vinagre" (Sal 69,22) (Santo Tomás de Aquino, "Comentario al Credo")



TERCERA ESTACIÓN: Jesús cae por primera vez
"¿Cómo podrá obrar la esposa que no sigue los pasos del Esposo?... Levantaos, pues, con paciencia y verdadera humildad para seguir al manso Cordero con corazón generoso…Negaos a vos misma por El, aprendiendo del mismo Jesús, que por darnos la vida de la gracia perdió el amor a su cuerpo…" (Santa Catalina de Siena, Cartas)


CUARTA ESTACIÓN: Jesús encuentra a su Madre
"Camina, pues, la Virgen en busca del Hijo, dándole el deseo de verle las fuerzas que el dolor le quitaba. Oye desde lejos el ruido de las armas, y el tropel de las gentes, y el clamor de los pregones con que iban pregonando. Ve luego resplandecer los hierros de las lanzas y alabardas que asomaban por lo alto. Halla en el camino las gotas y el rastro de sangre, que bastaban ya para mostrarle los pasos del Hijo y guiarla sin otro guía. Acércase más y más a su amado Hijo y tiende sus ojos, oscurecidos con el dolor, para ver, si pudiese, al que amaba su alma... Finalmente llega ya donde lo pudiese ver, míranse aquellas dos lumbreras del cielo una a otra, y atraviésanse los corazones con los ojos y hieren con la vista sus almas lastimadas" (Fray Luis de Granada, Obra Selecta)

QUINTA ESTACIÓN: Jesús es ayudado por el Cireneo
"Nadie en este mundo disfruta de más consuelos que aquellos que me ayudan a llevar la Cruz, pues todas mis dulzuras se derraman abundantes sobre el alma que bebe hasta las heces el cáliz de mis amarguras. Si bien la corteza es muy amarga, el fruto es de exquisita suavidad y dulzura; y toda pena parece pequeña teniendo ante los ojos la recompensa a que conduce. Sígueme con confianza, que quien conmigo comienza esta lucha ya casi tiene la victoria al alcance de sus manos" (Beato Enrique Susón)

SEXTA ESTACIÓN: La Verónica limpia el rostro de Jesús
"Oigo en mi corazón buscad mi rostro…" (Salmo 26)
"Haz todo el bien que puedas. Y si te encuentras con que tus acciones son juzgadas torcidamente, esfuérzate por permanecer tranquilo y conservar la paz de tu corazón. (…) Procura triunfar de la dureza y malicia de tus enemigos por la dulzura y la humildad. Sólo así llevarás en ti una fiel imagen de mi muerte; sólo así, grabando bien en tu alma mi Pasión dolorosa, meditándola, recordándola en tus oraciones, imitándola en tus obras, te acercarás a mis sufrimientos" (Beato Enrique Susón)

SÉPTIMA ESTACIÓN: Jesús cae por segunda vez
"No busques, ni quieras sino al crucificado, como esposa rescatada con su Sangre. Bien comprendes que eres esposa y que a ti te ha desposado no con anillo de oro, sino con el de su carne" (Santa Catalina de Siena)

OCTAVA ESTACIÓN: Jesús habla con las mujeres de Jerusalén
"Mira el Salvador; no aguarda que le cierren las llagas ni que el tiempo cure las injurias, sino en medio de las heridas de su cuerpo y de las palabras que tiraban como saetas a su corazón, saca Él palabras de su corazón, no herido con verbo, sino herido de amor y compasión. (…)
Aquí, Señor, me presento derribado a vuestros pies, no escandalizándome con vuestra muerte, sino predicando vuestra gloria; no haciendo burla de vuestra Pasión, sino compadeciéndome de vuestro dolor. Pues, levantad, Señor, la voz y encomendadme a vuestro dulce Padre y decidle: Padre, perdona a este pecador que no supo lo que se hizo" (Fray Luis de Granada)

NOVENA ESTACIÓN: Jesús cae por tercera vez
"La humildad profunda la encontraréis viendo a Dios sometido al hombre, el Verbo abajado a la afrentosa muerte de Cruz. Si buscáis la caridad, Él es la caridad misma, es más… la fuerza del amor lo ha sujetado y clavado en la Cruz" (Santa Catalina de Siena)

DÉCIMA ESTACIÓN: Jesús es despojado de sus vestiduras
"Acércate a mÍ y rescátame, estás viendo mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra" (Salmo
"Si conservas tu corazón puro y limpio de toda afección terrena, tú serás el que me vestirás y cubrirás mi desnudez" (Beato Enrique Susón)
"Anegaos, bañaos, vestíos de la sangre de Cristo crucificado. Si le habéis sido infiel, rebautizaos en Ella" (Santa Catalina de Siena)

UNDÉCIMA ESTACIÓN: Jesús es clavado en la Cruz
"Repara bien y verás cómo no hay una sola parte de mi cuerpo que no tenga su propio dolor, o que no lleve en sí el estigma del amor. Mis pies y manos atravesados por clavos, mis piernas rendidas de cansancio, todos mis miembros inmóviles, extendidos sobre la Cruz. Mis espaldas, rasgadas por las heridas de los azotes, no tenían más apoyo que un madero duro y nudoso; todo mi cuerpo, doblado sobre sí mismo, inclinábase hacia la tierra, sobre la que se encharcaba la sangre de mis venas que caía en abundancia.
Mi vida y mi juventud se desvanecían y se me iban por todas mis heridas, y con todo, mi alma estaba con tranquilidad suma, y mi corazón saltaba de gozo, porque sufría todo esto por ti (…) Si es que estás conmigo espiritualmente crucificado, llevarás en tu cuerpo los estigmas de mi amor. Hazme entrega generosa de todo tu ser y de todo cuanto te pertenece, y esto para no reclamarlo jamás" (Beato Enrique Susón)

DUODÉCIMA ESTACIÓN: Jesús muere en la Cruz
"Considera cómo el mismo fidelísimo Señor y Dios tuyo acabó la misma vida con muerte turpísima y dolorosísima y muy cruel (...)Todas estas penas sostuvo con amor sin medida por los pecados de sus mismos perseguidores. En conclusión, cómo constantísimamente estuvo colgado en la Cruz con grande afrenta y confusión. Los brazos extendidos para abrazar a sus enemigos, inclinada la cabeza para los besar, abierto el costado para que pudiesen entrar a su corazón, derramando su sangre para que en ella se bañasen y refrescasen. Y con otras muchas señales de amor" (Juan Taulero, "Instituciones")

DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN: Jesús es bajado de la Cruz
"No apartes nunca tus ojos de mi Cruz; y compadeciéndome tiernamente, graba bien en tu corazón los dolores que encuentres en mi Pasión. De esta manera te unirás a mi Cruz y sobre todo aprenderás a esconderte en la abertura de mi costado y en la llaga que el amor ha hecho en mi corazón. Yo te lavaré con el agua que de ella mana, te hermosearé con la púrpura de mi sangre, te uniré a mí con lazos indisolubles, y nuestros espíritus, el mío y el tuyo, se unirán para siempre en una unión eterna" (Beato Enrique Susón)

DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN: Jesús es colocado en el sepulcro
"En la sacratísima Pasión del Señor hubo suma deshonra, suma pobreza y sumo dolor. Lo cual convenía así, porque su sagrada Pasión había de ser cuchillo y muerte del amor propio, que es la primera raíz de todos los males, de la cual nacen tres ramas pestilenciales, que son amor de honra, amor de hacienda y amor de deleites (…) Pues contra el amor de la honra milita esta suma ignominia, y contra el amor de la hacienda, esta suma pobreza, y contra el amor de regalo, este sumo dolor. Y de esta manera, el amor propio que es el árbol de muerte, se cura con el bendito fruto de este árbol de vida, el cual es general medicina de todos los males" (Fray Luis de Granada)

DÉCIMOQUINTA ESTACIÓN: Resurrección del Señor
"¡Oh dulce y eterno Dios, que nos has dado al Verbo…! Haciéndote pequeño, has hecho grande al hombre; saturado de oprobios, lo has llenado de bienaventuranzas; despojándote de la vida, lo has vestido de la gracia; colmado de vergüenza, le has devuelto el honor; al ser extendido en la cruz lo has abrazado; le has dado en tu costado refugio contra el enemigo. ¡Oh Fuego, Oh abismo de caridad!
"Quiero que os refugiéis en el costado abierto del Hijo de Dios, el cual es bodega abierta, llena de perfume. En el costado descansa la esposa, en el lecho de fuego y de Sangre. Allí se manifiestan y se ven los secretos del Hijo de Dios" (Santa Catalina de Siena)

Realizado por Sor Irene Benavente, op
Tomado de "Centro dominicano Espíritu y Vida"

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