te pido que me concedas
dos gracias antes de
que yo muera.
La primera, que yo llegue a sentir,
en cuanto sea posible,
en mi alma y en mi cuerpo,
los dolores que Tú padeciste
a lo largo de tu amarguísima pasión.
La segunda,
que yo sienta en mi corazón,
en cuanto sea posible,
el extremado amor en que
te abrazaste, Tú, el Hijo de Dios,
y que te llevó a sufrir gustosamente
tan atroces tormentos por nosotros
miserables pecadores.
Amén.
San Francisco de Asís
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