Un año más. El 14 de Nisán nos trae la luna llena, y con ella el recuerdo de la pascua. Año tras año, estas fiestas nos devuelven al misterio más sagrado del ser humano. Y nos lo presentan de la mano del hombre por excelencia. Cuando repasamos la vida de Jesús de Nazaret, haciendo memoria de su pasión, muerte y resurrección, hacemos memoria, a su lado de nuestra vida pobre, herida y frágil. El misterio de Jesús, su opción de vida, más clara en estos días, nos encara con nuestro misterio. Quiénes somos, a dónde vamos, qué mueve nuestra vida y nuestros hilos. Por qué caminamos, por qué suspiramos...
Somos misteriosos los humanos. Muy inteligentes sí. Muy impulsivos. Exploradores por naturaleza. Inquietos, arriesgados. Nos esforzamos por ser grandes a todos los niveles. Pero el misterio del ser humano siempre le está torturando adentro. ¿Qué nos inquieta? ¿Qué nos quita la paz? ¿Qué nos deja insatisfechos? ¿Qué está al fondo de nuestras heridas más profundas? El ser humano de todos los tiempos se mueve por amor; se realiza en el amor; ansía ser amado, aspira a amar profundamente. Si a las personas les quitamos la capacidad de amar, las destruimos, las deshumanizamos...
Por muchos sitios se escucha la palabra amor. La usamos ya para cualquier cosa. Existen muchos amores vulgares y rastreros, que confundimos y nos confunden. Falsos amores que nos dejan insatisfechos. Amores que buscamos con honestidad y que nos hieren. Amores incompletos. Algo falla en el amor, algo falla en nuestra búsqueda, algo nos confunde del amor humano que nos deja frustrados… Amamos… y nos herimos amando tantas veces…
Un año más, 14 de nisán, Pascua del Señor, nos encontramos para recordarlo. Nos lo explica, nos lo actualiza, el hombre que amó como nadie ha hecho nunca en la tierra. No buscaba nada, no tenía intereses ocultos, ni siquiera carencias afectivas. Se sentí profundamente amado por su Padre. Profundamente amado por la vida. Había encontrado el amor real desviviéndose en los caminos con los pecadores, los mal vistos, las mujeres indignas, los contagiosos de mala fama, los que olían a muerte y a miseria… había experimentado el amor en la relación con sus amigos… y habiendo recibido mucho amor, amor pobre y frágil, decidió que era el tiempo de darlo todo, de regalar amor verdadero sin pedir nada… se desprendió de su poder, se agachó y amó. Perdió, se desprendió, se agachó, y amó. Se hizo servidor y amó. Besó las heridas humanas y amó.
Y desde entonces el ser humano ha entendido que amar es agacharse y servir. Que amar es desprenderse de ropajes y máscaras, de adornos e inteligencias, de prejuicios y miedos… Amar es perder… asumir el riesgo, el dolor y la herida. Amar es servir, hacer el ridículo, ser tomado por tonto o por loco… Perder, perder mucho: la imagen, la fama, el dinero si es necesario.
Hay Pedros que se consideran indignos de ser amados así. Personas que no se quieren a sí mismas porque no han experimentado este amor, sino el amor falso y caduco con el que los humanos dañamos. Pedros que no se quieren dejar amar, porque se sienten indignos… y Jesús nos dice: “déjate lavar, eres digno, vales, yo sí te quiero, yo sí te quiero…” “déjate querer por mí”. Y hay Judas que se cierran al amor, porque sólo quieren ser amados por ellos mismos: nadie vale tanto como yo, orgullosos y egoístas incapaces de humildad y comunicación… Déjate lavar, déjate amar...
Un año más Jesús nos enseña el amor verdadero, ese que no se puede poner en rebajas, el amor serio que nos hace vivir y nos da la paz. Nos salva, nos sana, nos humaniza el amor de Cristo, a la medida de Cristo.
Felicidades porque lo vivimos y lo sentimos. Porque lo experimentamos. Porque lo vemos y lo adoramos.
Jueves Santo
Misa en la Cena del Señor
Éxodo 12, 1-8. 11-14
Sal 115
1 Corintios 11, 23-26
Juan 13, 1-15
Homilía de dominicos.org
Homilías de José A. Pagola
Reflexión de Ser fraile
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comparte con nosotros...