Pero el primer día de la semana fue especial. ¡No sabía que pudiese correr tanto! Las palabras de las mujeres me dejaron inquieto… “Bobadas”, pensé. Pero fui corriendo. Y en aquella cueva vacía donde horas antes le habíamos dejado, ya era diferente. ¡Es que se me dejó ver dentro de mí! ¡En esa cueva, más oscura incluso que aquella que tenía dentro de mí! ¡En mi corazón traidor! Y noté cómo volvió a pronunciar mi nombre, y volví a vibrar como aquella noche en el lago...
Luego se precipitaron los acontecimientos. Lo vimos en casa, y se rompieron nuestros miedos. Entró y nos rompió todas las puertas… Era Él, parecía que no podía vivir sin nosotros. Pero hubo un momento excepcional. Verdaderamente me rompió el alma. Que si lo quería, me preguntó. Y yo salí enseguida: “Maestro, parece mentira que no me conozcas”. E insistió, e insistió… Entonces algo se quebró en mi adentro y lo abracé, y lloré como aquella mañana en el pretorio… “Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”. ¡Y notaba como pronunciaba Él esa misma frase en sus labios sonrientes que acunaban lágrimas!
Yo le ví, sí. Y soy otro. Y ya no he sabido vivir sin verlo...
DIOS MIO, ¡CUANTAS VECES TENGO MI CUEVA OSCURA, VACIA! PERO AÑO TRAS AÑO TU PASCUA HA SIDO LA MIA. NUEVAMENTE SALES A MI ENCUENTRO, ¿ME LLAMAS POR MI NOMBRE? NO LO SE, PERO SI QUE VUELVES PARA MI PERDON Y DEJARTE VER EN MI.
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