Jn 21, 1-4
Nos pasa con frecuencia. El fracaso nos pisa los talones demasiadas veces. Y no nos gusta nada. ¡Lo importante es triunfar! ¡El fracaso es el enemigo de lo humano! Y sin embargo las pescas de los discípulos fracasaban casi siempre. Sólo pescaban cuando el Maestro estaba con ellos. Cuando hacemos las cosas por intereses siniestros; cuando queremos triunfar a espaldas de Dios; cuando queremos ser nuestros propios dioses… Entonces, siempre, solemos fracasar. Con el Resucitado en nuestra barca, en nuestra orilla, la pesca es abundante. Deja, en estos días, que Él te diga dónde está la pesca mejor, la mejor parte. Y siéntate con paz a compartir su Vida...
Hay quien dice que en la modalidad individual la pesca es una de las actividades más aburridas que existen. Lanzar el anzuelo y esperar, esperar y esperar hasta que piquen. Y mientras, tratar de distraerse con otras cosas.
ResponderEliminarPero… y hasta que se llega a lanzar el anzuelo, qué?
A los que creen aburrida la pesca, habría que recordarles que hasta el lanzamiento del anzuelo hay que preparar todo lo necesario: la caña lista con su hilo, los plomos y el flotador, los anzuelos. E incluso, el sacrificio de un gran madrugón.
Al igual que la pesca, para estar a solas con Dios, no solo hay que sentarse y esperar que Él sea el que venga. Tenemos que prepararnos para poder estar con Él: la ayuda al prójimo – próximo nos hace que ya estemos con Él. En algunos casos esta ayuda bien puede significar el realizar un gran sacrificio. Pero –al igual que en la pesca- cuanto más sacrificio parezca que existe, más satisfacción se consigue. Recordemos siempre el CIENTO POR UNO.