sábado, 9 de abril de 2011
Camino de Cruz
Silencioso pasas cargando tu cruz.
Tu cruz que no es tuya, sino mía.
Descalzo sobre el polvo de tu querida tierra,
que hoy te condena por amar a cualquiera.
Pasas entre la gente sin reprocharles nada,
y miras silencioso que el camino se alarga.
Con los hombros hinchados por llevar el madero,
un madero cargado de pecados del pueblo.
Aquel sacrificio en que culmina tu vida
de treinta y tres cortos años, largamente sufrida...
Treinta y tres años de vida hondo predicador
de tan noble evangelio y tan noble misión.
Para estos palos naciste,
para salvar hombres como yo,
débiles peregrinos que no entonan canción...
Tú te mueres tantas veces
en mi calle y mi nación,
y hoy loco de amor mueres de forma atroz.
Tú no tenías cruz: buscaste las mías.
Y por mucho que caigas sin embargo caminas.
Seguiré tus pasos, amigo Jesús
al final y locura, locura de cruz.
Gracias, Señor, gracias
por cargar con tu cruz,
tu cruz que no es tuya
sino mía.
(Cristóbal Fones, sj)
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