lunes, 21 de octubre de 2019

Octubre: Mes del Rosario y de las Misiones (lunes 21)


·        El Rosario:

El Rosario es un verdadero catecumenado para llegar a ser cristiano/a. Así lo afirmaba S. Pablo VI: “Conviene a todos volver a tomar en las manos el Rosario, porque para ser cristianos, hay que ser marianos, y el Rosario es una escuela que nos hace cristianos”.  Al rezar el Rosario queremos configurarnos con Jesús y María.

·        Lunes: Misterios Gozosos.

o   Primer misterio: La Encarnación del Hijo de Dios

“El ángel, entrando en la presencia de María, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo…Concebirás en tu viente y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”(cf.Lc 1,2 26-38).

o   Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.

·        Meditación :


Y María dijo “sí” a los planes de Dios y el Padre actuó su providencial plan de salvación. Y María dijo “sí” al Hijo de Dios y éste se hizo hombre para salvar al hombre. Y María dijo ”sí” al Espíritu Santo y se dejó plasmar dócilmente por su acción poderosa.

Gracias María por tu disponibilidad al Padre, por tu intimidad al Hijo y por tu entrega al Espíritu Santo.

Ser cristiano es disponibilidad alegre a los planes de Dios, intimidad profunda con Jesús, nuestro mejor amigo, y entrega amorosa a la acción del Espíritu Santo.
  

·        Petición:

Tú, Padre, que te alegraste al contemplar el SÍ de María, por el cual tu Hijo se hizo carne;

Concédenos el gozo de descubrir a Jesús, vivo y presente, en todo hombre o mujer.

----------------------------

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
en la
SANTA MISA DEL DIA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2019
 (Continuación)


Un verbo acompaña al sustantivo monte: subir. Isaías nos exhorta: «Venid, subamos al monte del Señor» (2,3). No hemos nacido para estar en la tierra, para contentarnos con cosas llanas, hemos nacido para alcanzar las alturas, para encontrar a Dios y a los hermanos. Pero para esto se necesita subir: se necesita dejar una vida horizontal, luchar contra la fuerza de gravedad del egoísmo, realizar un éxodo del propio yo. Subir, por tanto, cuesta trabajo, pero es el único modo para ver todo mejor, como cuando se va a la montaña y sólo en la cima se vislumbra el panorama más hermoso y se comprende que no se podía conquistar sino avanzando por aquel sendero siempre en subida.

Y como en la montaña no se puede subir bien si se está cargado de cosas, así en la vida es necesario aligerarse de lo que no sirve. Es también el secreto de la misión: para partir se necesita dejar, para anunciar se necesita renunciar. El anuncio creíble no está hecho de hermosas palabras, sino de una vida buena: una vida de servicio, que sabe renunciar a muchas cosas materiales que empequeñecen el corazón, nos hacen indiferentes y nos encierran en nosotros mismos; una vida que se desprende de lo inútil que ahoga el corazón y encuentra tiempo para Dios y para los demás. Podemos preguntarnos: ¿Cómo es mi subida? ¿Sé renunciar a los equipajes pesados e inútiles de la mundanidad para subir al monte del Señor? ¿Es de subida mi camino o de “escalada”?