·
El Rosario:
El rosario es un
resumen del Nuevo Testamento. Difícilmente se puede encontrar una síntesis más
armónica de oración mental y vocal que el rosario; en él se ora con los labios,
se medita con la mente y se ama con el corazón. La historia de la salvación
está perfectamente presentada en sus momentos culminantes en los misterios del
rosario.
·
Miércoles: Misterios Gloriosos.
o Primer misterio : La Resurrección
del Señor.
“Al alborear el primer día de la semana, fueron María la
Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Un ángel del Señor dijo a las
mujeres: Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús, el
crucificado. No está aquí. ¡Ha resucitado! Venid a ver el sitio donde yacía e
id aprisa a decir a sus discípulos: Ha resucitado” (cf. Mt 28, 1-8).
o
Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.
· Meditación :
«La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado!». El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo en su Resurrección y en su Ascensión. Contemplando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe (cf.1 Co 15, 14), y revive la alegría no solamente de aquellos a los que Cristo se manifestó –los Apóstoles, la Magdalena, los discípulos de Emaús–, sino también el gozo de María, que experimentó de modo intenso la nueva vida del Hijo glorificado. (S. Juan Pablo II).
·
Petición:
Haz
que nuestra vida de intimidad contigo, Padre, nos modele a imagen de
Jesucristo, tu Hijo,
y seamos
invitación para nuestros hermanos a buscar su presencia cercana, fraterna y
salvadora.
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MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2019 (Continuación)
PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2019 (Continuación)
Bautizados y enviados:
la Iglesia de Cristo en misión en el mundo
la Iglesia de Cristo en misión en el mundo
….
La Iglesia está en
misión en el mundo: la fe en Jesucristo nos da la dimensión justa de todas las
cosas haciéndonos ver el mundo con los ojos y el corazón de Dios; la esperanza
nos abre a los horizontes eternos de la vida divina de la que participamos
verdaderamente; la caridad, que pregustamos en los sacramentos y en el amor
fraterno, nos conduce hasta los confines de la tierra (cf. Mi 5,3; Mt 28,19; Hch 1,8; Rm 10,18). Una Iglesia en salida
hasta los últimos confines exige una conversión misionera constante y
permanente. Cuántos santos, cuántas mujeres y hombres de fe nos dan testimonio,
nos muestran que es posible y realizable esta apertura ilimitada, esta salida
misericordiosa, como impulso urgente del amor y como fruto de su intrínseca
lógica de don, de sacrificio y de gratuidad (cf. 2 Co 5,14-21). Porque ha de ser hombre de Dios quien a Dios
tiene que predicar (cf. Carta apost. Maximum illud).
Es un mandato que nos
toca de cerca: yo soy siempre una misión; tú eres siempre una misión; todo
bautizado y bautizada es una misión. Quien ama se pone en movimiento, sale de
sí mismo, es atraído y atrae, se da al otro y teje relaciones que generan vida.
Para el amor de Dios nadie es inútil e insignificante. Cada uno de nosotros es
una misión en el mundo porque es fruto del amor de Dios. Aun cuando mi padre y
mi madre hubieran traicionado el amor con la mentira, el odio y la infidelidad,
Dios nunca renuncia al don de la vida, sino que destina a todos sus hijos,
desde siempre, a su vida divina y eterna (cf. Ef 1,3-6).
…