jueves, 17 de octubre de 2019

Octubre: Mes del Rosario y de las Misiones (jueves 17)

·        El Rosario:

El rosario es una oración que nos hace cristianos, es decir, tener el amor como única ley a cumplir y como única asignatura a aprender. Es darse y entregarse por lo demás. Es brindar alegría.


·        Jueves: Misterios Luminosos.

o   Tercer misterio: La predicación del Reino

“Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 14-15).

o   Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.

·        Meditación :

Este misterio abarca muchas páginas del Evangelio. Son numerosas las escenas de la vida de Jesús que podemos contemplar o las enseñanzas suyas que nos estimulan a la meditación. Hemos de pensar que Jesús se dirige a cada uno de nosotros cuando nos dice que el  Reino está cerca, que ha llegado, que está dentro de nosotros, donde hemos de descubrirlo;  es la gran noticia que nos da, y a lo largo de los episodios de su predicación nos va describiendo los rasgos y características de ese Reino, la vida que se vive en el mismo, las condiciones para entrar y permanecer en él; etc. La otra cara del Reino, la que mira hacia nosotros y de la que somos responsables, es la acogida del don de Dios, creer y aceptar lo que nos regala, dejarnos transformar por su gracia, ir conformando nuestra vida a la nueva vida de hijos de Dios, en una palabra, la conversión. El concilio Vaticano II, después de recordar la intervención de María en las bodas de Caná, subraya su participación en la vida pública de Jesús:«Durante la predicación de su Hijo, acogió las palabras con las que éste situaba el Reino por encima de las consideraciones y de los lazos de la carne y de la sangre, y proclamaba bienaventurados a los que escuchaban y guardaban la palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente. Así avanzó también la Santísima Virgen en la peregrinación de la fe,  y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la cruz» (Lumen Gentium, 58).

 

·        Petición:

Padre, al ofrecerte este misterio, abrimos nuestros corazones a las enseñanzas de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, la Palabra de Dios encarnada.

Venimos en nuestra oscuridad para ser iluminados por la luz de Cristo, quien dice "Yo soy la luz del mundo".

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MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
PARA LA JORNADA MISIONERA MUNDIAL 2012
“Llamados a hacer resplandecer la Palabra de verdad”
 (Continuación)

La prioridad de evangelizar

Para un Pastor, pues, el mandato de predicar el Evangelio no se agota en la atención por la parte del Pueblo de Dios que se le ha confiado a su cuidado pastoral, o en el envío de algún sacerdote, laico o laica Fidei donum. Debe implicar todas las actividades de la iglesia local, todos sus sectores y, en resumidas cuentas, todo su ser y su trabajo. El Concilio Vaticano II lo ha indicado con claridad y el Magisterio posterior lo ha reiterado con vigor. Esto implica adecuar constantemente estilos de vida, planes pastorales y organizaciones diocesanas a esta dimensión fundamental de ser Iglesia, especialmente en nuestro mundo que cambia de continuo. Y esto vale también tanto para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólicas, como para los Movimientos eclesiales: todos los componentes del gran mosaico de la Iglesia deben sentirse fuertemente interpelados por el mandamiento del Señor de predicar el Evangelio, de modo que Cristo sea anunciado por todas partes. Nosotros los Pastores, los religiosos, las religiosas y todos los fieles en Cristo, debemos seguir las huellas del apóstol Pablo, quien, “prisionero de Cristo para los gentiles” (Ef 3,1), ha trabajado, sufrido y luchado para llevar el Evangelio entre los paganos (Col 1,24-29), sin ahorrar energías, tiempo y medios para dar a conocer el Mensaje de Cristo.

También hoy, la misión ad gentes debe ser el horizonte constante y el paradigma en todas las actividades eclesiales, porque la misma identidad de la Iglesia está constituida por la fe en el misterio de Dios, que se ha revelado en Cristo para traernos la salvación, y por la misión de testimoniarlo y anunciarlo al mundo, hasta que Él vuelva. Como Pablo, debemos dirigirnos hacia los que están lejos, aquellos que no conocen todavía a Cristo y no han experimentado aún la paternidad de Dios, con la conciencia de que “la cooperación misionera se debe ampliar hoy con nuevas formas para incluir no sólo la ayuda económica, sino también la participación directa en la evangelización” (Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris missio, 82). La celebración del Año de la Fe y el Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización serán ocasiones propicias para un nuevo impulso de la cooperación misionera, sobre todo en esta segunda dimensión.