miércoles, 4 de marzo de 2020

El camino de la Cuaresma día a día. -7-


EL PROFETA JONAS Y LA MISERICORDIA DE DIOS.

Jonás oye la palabra de Dios, pero no está dispuesto a aceptar la misión que Dios le acaba de encomendar. Jonás tenía miedo. Nínive era una ciudad inmensa, “tres días hacían falta para atravesarla” (3,3) y su grandeza física solo era comparable con su miseria humana ante Dios.

Jonás es consciente del riesgo que conlleva aceptar la misión de Dios, por eso, huye de su presencia, “se levantó para huir a Tarsis” (1,3) quería ir muy lejos, lo más lejos posible de la presencia de Dios. Jonás sintió miedo por él mismo, fue miedo a perder su vida lo que le impulsó a alejarse de Dios, fue el miedo a nadar contracorriente en una ciudad envuelta en maldad y pecado.

Pero Dios frustró los planes de Jonás. Y en esa frustración Jonás volvió la mirada a Dios. Fue consciente que el Señor había deshecho sus planes de huida y además, en ese deshacer, se había dado a conocer como el verdadero Dios delante de algunos hombres que adoraban a otros dioses. Jonás se humilló delante de Dios y Dios lo salvó.

Los planes de Dios seguían adelante, por eso, por “segunda vez la palabra de Dios fue dirigida a Jonás” (3,1). Y ahora, con la fuerza del Señor, Jonás se interna en la inmensa Nínive proclamando su destrucción si no se convertían de su maldad y de su pecado.
Para sorpresa y asombro de Jonás, los ninivitas aceptaron su palabra y todos desde el mayor al menor “se cubrieron de sayal y clamaron a Dios con fuerza” (3,8) “Dios vió como los ninivitas se convirtieron de su mala conducta y se arrepintió del mal que había determinado hacerles” (3,10).

Pero esta actitud de Dios, lejos de alegrar a Jonás por el arrepentimiento y salvación de los ninivitas, entristeció al profeta sintiéndose herido en su orgullo. Jonás sabe cómo es Dios, “tú eres un Dios clemente y misericordioso, tardo a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del mal” (4,2) y por ello debería alegrarse, pero no lo hace por orgullo y por soberbia. Dios tiene que volver a enseñarle otra lección.

En medio de desierto, Jonás se alegra porque una planta de ricino le puede proteger del sol. Y su alegría se tornó tristeza cuando la planta se secó. Dios recuerda a Jonás que él no hizo nada para que la planta de ricino creciera, no había ninguna vinculación entre Jonás y la planta; y en su egoísmo, Jonás solo acierta a ver que la planta lo protegía del sol y ahora ya no tendrá esa protección.

Pero Dios, clemente y misericordioso, sí está vinculado con las 120.000 personas que había en Nínive; y esa vinculación hunde sus raíces en lo profundo de las vidas de estas personas. “¿No voy a tener yo lastima de Nínive donde sus habitantes no saben distinguir su derecha de su izquierda?” (4,11).

¿Estamos seguros que el profeta Jonás y su actitud son solo algo del Antiguo Testamento?


Fr. Benito Medina, OP



Jonás. Autor: Miguel Angel. Detalle Capilla Sixtina C. Vaticano






Salmo: "Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme".


Oración: "Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Mira complacido a tu pueblo que desea entregarse a ti con una vida santa".


Evangelio: San Lucas 11, 29-32.





Música para el camino:


"Misericordia (Salmo 50)" de Ixcís