domingo, 15 de marzo de 2020

El camino de la Cuaresma día a día. -18-

UN ENCUENTRO JUNTO AL POZO

En estos días de desconcierto y confusión a nivel mundial, nos sale al encuentro, en el tercer domingo de Cuaresma, el diálogo de Jesús con la mujer samaritana. Es fácil entrar en esta escena, que nos resulta tan familiar. ¿Quién no ha sentido –o siente ahora- la sed en sus diferentes formas? Quizás nuestras grietas o heridas personales, nuestros miedos, nuestros recurrentes bloqueos personales… O tal vez esa necesidad insaciable de un “algo más” imposible de saciar, o incluso de definir…  En este tiempo de mayor soledad podemos escucharnos interiormente y hacer el dibujo de nuestra sed más profunda.

Jesús recuerda a la mujer, y nos dice a nosotros, que nos sanan los encuentros. Esos inesperados, que nos sorprenden en el brocal, cuando decididamente buscamos estar aislados. O aquellos más frecuentes que a diario nos llegan de forma rutinaria. Necesitamos que alguien nos acoja y escuche, que nos centre desde dentro y nos defina, que nos ayude a ver sentido a lo que somos y hacemos. No es preciso que sean muchos (la samaritana tenía tanto maridos y ninguno la había llenado), sino que sean auténticos. ¿Quién, o quiénes,  son –o han sido- personas referentes en mi vida? Los que me descubren la sed y me dicen dónde se encuentra el agua verdadera…

No hay un pozo, ni una fuente que nos sacie por entero. ¡Ni un cargamento de agua embotellada! La vida se encarga de mantenernos una sed sana, ¡bendita!, que nos permite seguir buscando  y empuja el deseo a continuar caminando. ¡Dichosa sed que nos mantiene vivos y despiertos! El agua se nos da en pequeñas gotas, a sorbos contados que nos saben a gloria, y que nos la adelantan. ¿Cuál ha sido el agua que más te ha llenado en tu proceso personal, y dónde la encontraste? ¿Cómo te pone en búsqueda tu propia sed?

El Evangelio culmina en una experiencia comunitaria. Cuando la sed se comparte, y se comparten los encuentros, se crea fraternidad. La mujer llama a los suyos, los discípulos se hacen presentes, todos creen porque han visto y experimentado… El cántaro, símbolo del vacío doloroso, ya no es necesario. Y por doquier se extiende el deseo de anunciar que se ha encontrado el agua viva… ¿Cuál es, o ha sido en algún momento, mi comunidad de referencia, con la que compartir el deseo y beber juntos el agua que sacia?

En estos días de obligado parón tenemos la excusa perfecta para crecer hacia adentro, para revisar nuestra vida en sencillez, para sintonizar con lo que nos da paz y serenidad: nuestro deseo hondo de Dios.
 
Fr. F. Javier Garzón, OP




Agua de Lourdes



Oración:

Padre de vida y dador de todo lo bueno: queremos beber tu vida al máximo.
Que Jesús, tu Palabra Viviente, nos hable de corazón a corazón.
Danos una sed insaciable de las cosas realmente importantes:
la fe y el sentido de nuestras vidas, la esperanza en un mundo mejor
lleno de tu justicia y tu paz, un espíritu de amor comprometido
que sabe cómo compartirse a sí mismo.



Evangelio: San Juan 4, 5-42.





 Música para el camino:

"Dame de beber" de Salomé Arricibita