VOLVER A LO ESENCIAL
La Cuaresma es un tiempo que se nos regala para poder
volver a las cosas esenciales, a lo realmente importante, para quitar mucho de
lo que estorba y no nos deja ser quienes somos y quienes queremos ser.
La Iglesia ha propuesto algunas herramientas en su historia
para ayudarnos a eso, la Oración como una manera de volver a quien es el
centro y, por qué no, de en diálogo con Él, ante el amigo Dios, analizar,
pensar, ahondar para descubrir qué sobra en mi vida, qué me esclaviza, qué me
hace menos libre; también la Limosna, el compartir, el dar de lo mío a
los otros –dinero… pero no sólo: tiempo, esfuerzo, dedicación, cariño…-, para
que la vida de los otros sea mejor, y para así recordar que uno no es el centro
de la existencia…; y el Ayuno, el quitarse de cosas –lo de la carne los
viernes es lo fácil…y con un sentido en la historia que quizás hoy es
distinto…- que nos estorban, el ayudar a ser libres y dueños de nosotros mismo,
no a merced de las apetencias y los vientos de las pasiones que llegan…
Pero es recordar qué significa ser cristiano: creer en una
persona, Jesús de Nazaret, el Cristo, como Señor, como Hijo de Dios, como
plenitud humana y como modelo de plenitud para los seres humanos.
Y es desde esa experiencia de fe, desde donde nacen todas
las implicaciones de los creyentes en este mundo. A veces pareciera que de tan
implicada en la transformación del mundo está la Iglesia, que se olvida de por
qué lo hace. Entrar de lleno en las claves sociales del mundo es parte del
compromiso del cristiano en transformar este mundo para ir construyendo el
Reino de Dios, pero con el horizonte claro de que es la clave de Dios la que
mueve y la que llevamos, un Dios de amor que marca un tipo de relaciones desde
el mensaje del evangelio, desde la persona de Jesús de Nazaret, el Señor.
La Iglesia no es una ONG. Volver a lo esencial en cuaresma
es también recordar éso, que lo esencial en cristiano es Cristo, su persona, su
condición de Hijo de Dios, su mensaje de salvación para todo el género humano.
Fr. Vicente Niño, OP
Salmo:
"A ti, Señor, me acojo; no quede yo nunca defraudado; sácame de la red que
me han tendido, porque tú eres mi amparo.”
Oración: "Señor, tú que amas la inocencia y la devuelves a quien la ha perdido, atrae hacia ti nuestros corazones y abrásalos en el fuego de tu Espíritu, para que permanezcamos firmes en la fe y eficaces en el bien obrar”.
Evangelio: San Mateo 21, 33-43.