“Esta enfermedad no acabará en la
muerte,
sino que servirá para la gloria de Dios”
Nos aproximamos al fin de la cuaresma, una cuaresma
que está siendo muy significativa para
todos y que va a dejarnos bien marcados, para bien o para mal, y que, sin duda,
no va a ser como las demás.
El evangelio de este V Domingo de Cuaresma nos habla
de enfermedad, de muerte y de VIDA. ¿Os suenan estas tres palabras? Son tres palabras que nos acompañan,
día y noche desde hace más de un mes cuando nos percatábamos de que la epidemia
del coronavirus se extendía, misteriosamente, sin parar. Me he dado cuenta de
que el diálogo que se establece en el evangelio de este domingo es nuestro
propio diálogo con el Señor desde que la Pandemia ha cogido una magnitud
insospechada y que nos desborda a todos los niveles.
Quiero compartir con vosotros ese diálogo, que como
ya os he dicho, estoy segura que es el diálogo de todos.
En
aquel tiempo, nuestros hermanos caían enfermos por un virus desconocido. Los
creyentes mandaron recado a Jesús diciendo:
-
Señor, tus hijos están enfermando.
Jesús,
al oírlo, dijo:
-
Esta enfermedad no acabará en la
muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea
glorificado por ella.
Dios nos ama y cuida de cada uno de nosotros, y
todos de alguna manera experimentamos ese amor de Dios. Por eso, cuando vivimos
acontecimientos dolorosos como estos, nos desconcertamos y surge la eterna
pregunta…. ¿Dónde está Dios?
Dijeron
a Jesús:
-
Señor si hubieras estado aquí no
habrían muerto tantos hermanos nuestros y en la más absoluta soledad.
Jesús
contesta:
-
Yo estoy siempre con vosotros. Yo
estoy en cada agonía, en cada expiración, en cada cuidado normal e intensivo,
en cada esfuerzo y colaboración por superar un día más, en cada sonrisa, en
cada mirada, en cada servicio y atención, en cada gesto de amor y cercanía. En
todo y en todos estoy, pero cuando os encerráis en vuestro dolor no sois
capaces de verme. Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque
haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre,
porque yo he vencido a la muerte con mi muerte y estoy aquí para que tengáis
vida abundante. ¿CREES ESTO?
Contestaron:
-
Sí, mi Señor, creemos que has
venido al mundo a redimirnos. Que tú eres el Hijo de Dios y que estás aquí
alentando nuestras vidas.
En este evangelio hay muchos personajes.
Por un lado están los discípulos que, como siempre,
no se enteran de nada…si duerme se salvará…Vamos también nosotros
y muramos con él. También, entre nosotros hay quien, en medio de este
caos en el que vivimos, no se enteran de nada y no se responsabilizan de sus
vidas ni de las vidas de los demás.
Están los judíos, curiosos, acechantes y críticos a
las obras de Jesús…Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido
que muriera éste? También nosotros podemos ser de los que siguen
desafiando a Dios: Si Dios existe, cómo permite todo esto? Quejándonos y buscando
culpables para descargar contra ellos nuestra impotencia.
Están Marta y María, que aman y dicen creer en
Jesús, pero que en definitiva dudan porque su fe no es confianza y abandono en
las manos de Dios… Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días… Así es también
nuestra fe muchas veces….
Pero también está Jesús, que nos acompaña y llora
con nosotros, que se entrega y actúa como tantos hermanos nuestros que están
exponiendo sus vidas por cada uno de nosotros; Jesús, en este evangelio también
nos enseña a levantar los ojos al cielo y orar al Padre: Padre, te doy gracias porque me
has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que
está angustiada y se sienten abandonados de ti, para que crean que tú eres el
Dios Vivo y Verdadero que camina con su pueblo y me has enviado para salvarlos.
¿En qué grupo o con quién te identificas tú?
Sor Mª Montserrat de la Cruz, OP
Autor: José de Ribera. Museo del Prado |
Salmo: " Mi alma espera
en el Señor, espera en su palabra. Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa ".
Oración: "Te rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia
nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo amor que movió a tu Hijo a
entregarse a la muerte por la salvación del mundo".
Evangelio:
San Juan 11, 3-7. 17. 20-27. 33-45.
Música para el camino:
"Volver a Tí", de María José Bravo.