domingo, 29 de marzo de 2020

El camino de la Cuaresma día a día. -32-


“Esta enfermedad no acabará en la muerte, 
sino que servirá para la gloria de Dios”

 Nos aproximamos al fin de la cuaresma, una cuaresma que está siendo  muy significativa para todos y que va a dejarnos bien marcados, para bien o para mal, y que, sin duda, no va a ser como las demás.
El evangelio de este V Domingo de Cuaresma nos habla de enfermedad, de muerte y de VIDA. ¿Os suenan estas tres palabras? Son tres palabras que nos acompañan, día y noche desde hace más de un mes cuando nos percatábamos de que la epidemia del coronavirus se extendía, misteriosamente, sin parar. Me he dado cuenta de que el diálogo que se establece en el evangelio de este domingo es nuestro propio diálogo con el Señor desde que la Pandemia ha cogido una magnitud insospechada y que nos desborda a todos los niveles.
Quiero compartir con vosotros ese diálogo, que como ya os he dicho, estoy segura que es el diálogo de todos.
En aquel tiempo, nuestros hermanos caían enfermos por un virus desconocido. Los creyentes mandaron recado a Jesús diciendo:
-         Señor, tus hijos están enfermando.
Jesús, al oírlo, dijo:
-         Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
Dios nos ama y cuida de cada uno de nosotros, y todos de alguna manera experimentamos ese amor de Dios. Por eso, cuando vivimos acontecimientos dolorosos como estos, nos desconcertamos y surge la eterna pregunta…. ¿Dónde está Dios?
Dijeron  a Jesús:
-         Señor si hubieras estado aquí no habrían muerto tantos hermanos nuestros y en la más absoluta soledad.
Jesús contesta:
-         Yo estoy siempre con vosotros. Yo estoy en cada agonía, en cada expiración, en cada cuidado normal e intensivo, en cada esfuerzo y colaboración por superar un día más, en cada sonrisa, en cada mirada, en cada servicio y atención, en cada gesto de amor y cercanía. En todo y en todos estoy, pero cuando os encerráis en vuestro dolor no sois capaces de verme. Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre, porque yo he vencido a la muerte con mi muerte y estoy aquí para que tengáis vida abundante. ¿CREES ESTO?
Contestaron:
-         Sí, mi Señor, creemos que has venido al mundo a redimirnos. Que tú eres el Hijo de Dios y que estás aquí alentando nuestras vidas.
En este evangelio hay muchos personajes.
Por un lado están los discípulos que, como siempre, no se enteran de nada…si duerme se salvará…Vamos también nosotros y muramos con él. También, entre nosotros hay quien, en medio de este caos en el que vivimos, no se enteran de nada y no se responsabilizan de sus vidas ni de las vidas de los demás.
Están los judíos, curiosos, acechantes y críticos a las obras de Jesús…Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste? También nosotros podemos ser de los que siguen desafiando a Dios: Si Dios existe, cómo permite todo esto? Quejándonos y buscando culpables para descargar contra ellos nuestra impotencia.
Están Marta y María, que aman y dicen creer en Jesús, pero que en definitiva dudan porque su fe no es confianza y abandono en las manos de Dios… Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días… Así es también nuestra fe muchas veces….
Pero también está Jesús, que nos acompaña y llora con nosotros, que se entrega y actúa como tantos hermanos nuestros que están exponiendo sus vidas por cada uno de nosotros; Jesús, en este evangelio también nos enseña a levantar los ojos al cielo y orar al Padre: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que está angustiada y se sienten abandonados de ti, para que crean que tú eres el Dios Vivo y Verdadero que camina con su pueblo y me has enviado para salvarlos.
¿En qué grupo o con quién te identificas tú?
Sor Mª Montserrat de la Cruz, OP 


Autor: José de Ribera. Museo del Prado


Salmo: " Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra. Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa ".

Oración: "Te rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo".


Evangelio: San Juan 11, 3-7. 17. 20-27. 33-45.

 


Música para el camino:

"Volver a Tí", de María José Bravo.