sábado, 28 de marzo de 2020

El camino de la Cuaresma día a día. -31-


ÉSTE ES EL TIEMPO

“Este es el día de la Gracia,
 Éste es el tiempo de la salvación” (S. Pablo)

¡Tantas veces nos ha dicho Dios esto a lo largo de nuestra historia!
 A veces con suavidad, casi imperceptiblemente, como la  leve  brisa que conmovió a Elías a la salida de la roca (1Re) pero otras veces como un violento huracán o un  rayo que nos zarandea y en medio de la tormenta  nos grita:
 “¡Despierta!  tú que duermes  y levántate…!” (S. Pablo)

Este momento, esta Cuaresma,  es ese privilegiado momento,
Para  asombrarse y rendirse y abrir la puerta y oírle decir:

“Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y  abre la puerta, entraré, y  cenaré con él, y él conmigo”. (Apoc.)

“¡Cuántas veces el Ángel me decía:
“Alma,  asómate ágora a la ventana,
Verás con cuanto amor llamar porfía”!... (Lope)

Éste es el tiempo  elegido para:

“Sentarse quieto frente a Ti,
 El tiempo de cantarte,
 en un ocio mudo y rebosante
 la ofrenda de mi vida” (Tagore)

Seguramente lo máximo que un ser humano puede alcanzar en esta vida sea la plena consciencia de lo que es  en su esencia más profunda, desnuda de todo lo que la distrae y ralentiza su camino a la plenitud. La plenitud a  la que estamos llamados, ya aquí.

Esta  es la  extraordinaria oportunidad  del “Darse cuenta”.
De dejar  de correr a no se sabe dónde.
“No corras, que adonde has de ir es a ti mismo” (J.R. Jimenez)
Es el momento de parar y  comprender  que los Grandes Ídolos, están cayendo porque tenían los pies de barro.
Lo único que necesitamos -y que se nos regala en Cuaresma- es:
“Volver al amor primero”. (Apocalipsis)  
A recuperar  lo esencial y a pensar en calma qué es eso esencial para cada uno, para todos. 
A reconocer  que “de Dios venimos, en Él nos movemos y somos” y de quien  procede “todo Don perfecto”.

Parece una gran paradoja que una “Catástrofe “ sea el  “Regalo” que estábamos necesitando con urgencia para sanarnos y sanar nuestro mundo que estaba en carrera loca hacia el colapso…y que ésta sea  la benéfica oportunidad de  estar en casa de “entrar dentro, en lo escondido, y ahí, en lo secreto orar al Padre”
Es el momento de limpiar y  aliviar el corazón de autosuficiencia,  superficialidad, autocomplacencia,  de acaparar y acumular… y dejarlo ir  “ligero de equipaje” al encuentro del  Amor.  El Amor que le hizo encarnarse,  pasar haciendo el bien,  morir en una cruz,   resucitar y  todo por  enseñarnos el Camino de la Vida.

Y para andar  el  camino, nos dio este maná del cielo:

“Mirad los lirios del campo, y las aves del cielo, ni hilan ni cosechan y vuestro Padre las alimenta, ¿qué no hará por vosotros?”
“Mi Ternura es vuestra fortaleza”
No juzguéis y no seréis juzgados”
“Sed compasivos como Yo soy  compasivo”
“Acogeos mutuamente”
“Perdonaos si alguno tiene quejas contra otro”
“No andéis preocupados por el mañana que  a cada día le basta su propia preocupación”
“Sed humildes de corazón”
“Amaos como yo os amo”
“Dad  Gracias  a vuestro Padre que ve en lo escondido”

“Y…sobretodo, NO TEMAIS, que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final”

Carmenmaría Hernández

Autora: Carmenmaría Hernández
  Salmo: 

“Señor, mi corazón no es ambicioso

Ni mis ojos altaneros;

No pretendo grandezas

Que superan mi capacidad;

Sino que acallo y modero mis deseos

Como un niño en brazos de su madre.

Espera Israel en el Señor

Ahora y por siempre.
 
Oración: “Que los ruegos y ofrendas de nuestra pobreza te conmuevan Señor, y al vernos desvalidos, tan sin méritos propios, acude compasivo en nuestra ayuda.”

Evangelio: San Juan 7, 40-53.




Música para el camino:

"La vida es Cristo", de Maite López