Una
Cuaresma en cuarentena
Una
vez más, como en cada año, la Iglesia nos ofrece cuarenta días de ayuno de
oración y de penitencia para ayudarnos en nuestra andadura cuaresmal y para
prepararnos espiritualmente para el gran acontecimiento del misterio de nuestra
fe: la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Sin
lugar a dudas, a diferencia de otras Cuaresmas, la de este año es un poco excepcional,
ya que la vivimos y la celebramos en cuarentena, debido a la pandemia del coronavirus
que está golpeando fuertemente al mundo entero. No obstante, a pesar de lo
difícil que es estar todo el día confinados y lo duro que supone estar a un
metro de distancia de nuestros seres queridos y de oír todos los días noticias sobre
contagios y de muertes por el Covid-19, esta Cuaresma, como también las demás,
es un tiempo de gracia y un tiempo oportuno para revisar cómo es nuestra
relación con Dios y con los demás.
En
estos días difíciles de Cuaresma, Jesús nos invita a un cambio de vida; nos invita
a vivir este tiempo de camino espiritual hacia el Calvario escuchando e
interiorizando la Palabra de Dios, orando y compartiendo nuestros bienes y
nuestro tiempo con el prójimo.
Esta
Cuaresma es un tiempo oportuno para profundizar y
revalorizar nuestras relaciones con los demás y el tiempo que le dedicamos a
nuestros amigos y seres queridos. Así mismo, este tiempo de Cuaresma también es
un tiempo adecuado para arrojar de nuestro corazón la envidia, los celos, el
rencor… todos aquellos obstáculos que nos imposibilitan vivir una vida de fe
auténtica y todo aquello que nos impide parecernos más a Jesucristo.
Pidamos
a Dios que nos ayude en este camino hacia la Pascua y que nos de fortaleza para
que, en estos tiempos difíciles, nos apoyemos más en Él.
Fr. Jesús Nguema, OP
Salmo: "El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos los libra el Señor. Redime a sus siervos. No será castigado quien se acoge a Él.”
Oración: "Señor, tú que en nuestra fragilidad nos ayudas con medios abundantes, concédenos recibir con alegría la salvación que nos otorgas y manifestarla en nuestra propia vida”.
Evangelio:
San Juan 7, 1-2. 10, 25-30.
Música para el camino:
"Dame tus ojos", de Marcela Gandara.