martes, 24 de marzo de 2020

El camino de la Cuaresma día a día. -27-

LA GRATITUD

A buen seguro que la inmensa mayoría de nuestros padres, nos inculcaron desde bien pequeñitos, dos conceptos fundamentales en las relaciones humanas, como son: ‘el dar las gracias’ ante un beneficio o favor recibido y ‘el pedir disculpas’ cuando nuestros actos no han sido del agrado de los demás y en consecuencia hemos podido molestar.
En momentos como los que vivimos ahora, de inquietante zozobra a causa de la pandemia que nos asola, al ser más conscientes de nuestra necesidad y fragilidad, somos también más sensibles y, así, por citar un ejemplo, de manera más o menos espontánea, surgen muestras de gratitud hacia los colectivos más implicados o visibles en la lucha en que estamos empeñados; de manera que, salimos a nuestros balcones a dedicar un aplauso -signo de reconocimiento y agradecimiento- a la labor del personal sanitario y demás profesionales que, exponiendo su seguridad, se afanan en la atención y recuperación de los enfermos y en mantener los servicios básicos que nos hacen más llevadero el obligado confinamiento. Y es que, como dice nuestro Refranero: “es de bien nacidos ser agradecidos”. Y sintiéndonos deudores, nos animamos a responder con bien el bien recibido. ¡Nobleza obliga!
La Cuaresma, que nos invita de modo especial a la revisión de vida, es un tiempo muy apropiado para tomar conciencia del regalo que hemos recibido de Dios, que es algo impagable para nosotros. Pensemos si no ¿Con qué pagar el don de la vida? ¿Y el de la salvación? … ¡Eso sí es un regalazo! ¡Eso no se paga con nada! Pero, algo habrá que hacer…, nuestro corazón no debe quedar impasible; al menos, seamos agradecidos esforzándonos -conscientes de nuestras pocas fuerzas- en no olvidar cuánto ha hecho por nosotros y ofreciéndole aquello que le agrada, sin pretender saldar deuda alguna, pues no lo hemos recibido por nuestros méritos, si no gratis, por la gracia de Dios.
De manera que, puesto que Él desea nuestra amistad, tratémosle con confianza en la oración; porque se hizo hombre -como nosotros-, amémosle en nuestros semejantes, en particular los más pequeños y desposeídos; porque nos regala el perdón, acerquémonos a la reconciliación y perdonemos también a nuestros hermanos; porque nos ha entregado el agua viva de Su Palabra, bebamos de esa fuente, meditándola para entregarla a los demás; porque se ha dado como alimento, recibámosle en la Comunión; porque ha decidido quedarse entre nosotros, no olvidemos Su presencia en el sagrario; porque es compasivo y misericordioso con todos, seamos así con los demás; porque nos ama, hasta el extremo de entregarse por nosotros, amemos a nuestros hermanos y así seremos reconocidos como discípulos del Maestro bueno.
Es sencillamente, una manera modesta -siempre insuficiente, quizás la única-, que tenemos a nuestro alcance para mostrarle que apreciamos Su regalo y que se lo agradecemos. Pues ‘es justo y necesario’. ¡Gracias!
Manuel A. Navío Perales, OP


Autor: Fr. Félix Hernández, OP

Salmo: "Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra.” 

Oración: "Te pedimos, Señor,  que las prácticas santas de esta Cuaresma dispongan el corazón de tus fieles para celebrar dignamente el misterio pascual y anunciar a todos los hombres la grandeza de tu salvación”.

Evangelio: San Juan 5, 1-3a.




Música para el camino:

"Anda ... levántate y anda", de Álvaro Fraile.