TRADUCIR PALABRAS EN REALIDADES
He leído en
un libro: “No puedo ni sé prometer nada. La promesa somos nosotros mismos y el
Espíritu que nos anima. No tenemos más promesa. Tenemos por delante un
desierto, esto es lo evangélico. Hay promesa donde hay desierto. Se puede
anunciar que el desierto se convertirá en vergel, lo escabroso en llano, cuando
las cosas no son como desearíamos que sean… No somos llamados a trabajar en lo
hecho, sino a realizar lo que es duro y peliagudo, lo difícil, lo no hecho
aún…”
La cuaresma es un tiempo importante. Hay que hacer gestos
que traduzcan las palabras en realidades. Además de los tradicionales
ejercicios cuaresmales, conviene abrir caminos y presentar propuestas nuevas
como por ejemplo:
- Dar prioridad a la Palabra: colocar la Biblia en un lugar destacado, con una vela encendida y leer las lecturas de la celebración eucarística a diario, aunque sólo sea el Evangelio.
- Destronar el “sagrario” televisión, cinco o más minutos al día.
- Simplificar la calidad de los alimentos.
- Participar en alguna propuesta comunitaria de la parroquia.
- Leer un libro religioso de teología, para cultivar nuestro conocimiento del misterio cristiano.
Sor Leonie Rahobiarisoa, OP
Salmo: "El Señor envía su mensaje a la tierra, y su Palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza. Glorifica al Señor, Jerusalén.”
Oración: "Señor, escucha nuestras súplicas y defiéndenos de todo peligro. Que ninguna maldad nos domine.”
Evangelio:
San Mateo 5, 17-19.
Música para el camino:
"Un poco de fe", de Ixcís