domingo, 9 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino a la Esperanza (5)

 


NO TENTARÁS AL SEÑOR, TU DIOS


     En nuestro camino cuaresmal recién estrenado hacemos la primera parada dominical. Estamos en el “Domingo de las Tentaciones”, y volvemos a imaginarnos con Jesús en el desierto, reviviendo no solo la prueba a la que fue sometido el pueblo de Israel durante cuarenta años, sino el dolor, sufrimiento y debilidad que siguen experimentando tantos hermanos y hermanas en este momento presente. Los evangelios sinópticos, en esta catequesis que presenta a Jesús compartiendo todas nuestras pruebas de humanidad, insinúan que las tentaciones acompañarán al Hijo de Dios a lo largo de su vida; no las rechaza ni huye de ellas, sino que permanece fiel y se nos muestra como modelo de fidelidad: Jesús sabe lo que quiere y pelea por ello.

    Las tentaciones siempre tocan nuestra parte más humana: la relación con los bienes, la imagen, el individualismo acechante; y también los vínculos que mantenemos con los demás y las crisis que se despiertan en la convivencia humana. Pero hay una tercera tentación que toca nuestra relación con Dios: “si eres hijo de Dios, tírate…”. Todos, de una u otra forma, hemos puesto a prueba a Dios alguna vez en la vida: sabemos de noches oscuras, escuchamos y convivimos con personas no creyentes, vemos las tragedias que dañan a los más débiles, hemos podido experimentar una mala racha en soledad y vacío… ¡Esa es la realidad de nuestro día a día, los trazos normales con los que se escribe la vida humana! Sin duda estos mismos interrogantes tocaron a las puertas de Jesús y no permaneció al margen de ellos. La tentación es doble, entonces: rechazar esta parte de humanidad que inevitablemente nos visita, no querer asumirla, permanecer en una falsa seguridad o dogmatismo a la larga termina haciendo más daño y alejándonos del Dios verdadero que nos visita en lo humano. Y, por otra parte, absolutizar la duda es también romper los lazos con Dios, que solo nos pide un pequeño sí, un gesto de confianza.

    “Caminamos juntos en la esperanza”, nos dice Francisco. Esa misma esperanza es la que se convierte en remedio para nuestras crisis de fe: antídoto frente al dogmatismo inseguro y frente a la negativa de contar con Dios. Solo en el camino, solo en comunidad y con otros, solo en esperanza, nuestras tentaciones, también aquella que nos invita a cortar las relaciones con Dios, pueden dejar de ser un fracaso y convertirse en una posibilidad de encuentro con Aquel que nos ama, nos busca y nos espera.


Fr. Francisco Javier Garzón, OP

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