viernes, 21 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (17)

 


"POR ESO OS DIGO QUE SE OS QUITARA A VOSOTROS EL REINO DE IDOS Y SE DARA A UN PUEBLO QUE PRODUZCA FRUTOS"


    ¡Cuántas veces creyéndonos inocentes podemos ser como uno de esos labradores de los que habla el evangelio! ¡Cuántas veces vivimos echando y expulsando de nuestra vida a Jesucristo o a los demás!

       Cuando vivimos pensando sólo en nosotros mismos olvidándonos de los otros;

       cuando somos ajenos al dolor de los últimos, de los más pobres, de los más desfavorecidos;

       cuando vivimos sin tener en cuenta los bienes de la tierra, derrochando o despilfarrando;

       cuando no hacemos nada por cambiar el mundo o callamos ante las injusticias;

       cuando no nos abrimos a la conversión a la que nos llama el evangelio;

       cuando no obramos con misericordia;

       cuando…


    Hoy, el Señor, podría decirnos también a nosotros lo mismo que dijo a los sumos sacerdotes: “Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca los frutos”.


    Necesitamos personas con las manos llenas de amor para que lo extiendan por el mundo;

     personas que busquen la comunión en medio de una sociedad dividida;

     personas que quieran, busquen y trabajen por la paz en una realidad empañada por las guerras y las situaciones de violencia;

     personas que, junto a papa Francisco, clamen por la condonación de la deuda a los países empobrecidos y por la creación de un fondo por eliminar el hambre en el mundo reduciendo el dinero dedicado a las armas;

      personas que sepan cuidar de nuestro planeta porque no se dejen llevar por las necesidades que desde esta sociedad de consumo se nos quieren imponer;

     personas que no se cierren en sus ideologías y sepan abrirse a los otros para caminar juntos y construir así una sociedad en la que todos tengan un sitio;

     personas que sepan acoger y ofrecer posibilidades a las personas que tienen que emigrar buscando la posibilidad de un futuro o de una vida digna;

     personas que valoren a los demás por lo que son, hijos e hijas de Dios, y no porque sean o dejen de ser útiles para ellas;

     personas que vivan el espíritu de las bienaventuranzas haciéndolas vida en su propia vida.


    Hoy, el evangelio, nos invita a vivir como vivió Jesucristo, entregando nuestra vida en la cotidianidad para que todos tengan vida y la tengan en abundancia. Hoy a todos se nos invita a ser sembradores para que los frutos del Reino de Dios se extiendan por toda la tierra.


Fr. Javier Aguilera, OP


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