"NO HE VENIDO A ABOLIR SINO A DAR PLENITUD … QUIEN LOS CUMPLA Y ENSEÑE SERÁ GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS"
El Señor había liberado a su pueblo de la esclavitud, como nos relata el Éxodo, pero en ese camino hacia la Tierra Prometida, el pueblo no se fia de Yahvé, el Dios que “había oído el clamor de su pueblo” (Ex 3,7).
Tras caminar por el desierto perece toda una generación, Su falta de fe en la palabra y promesas de Yahvé provocó su ira y les maldijo con los años de peregrinaje por el desierto a esa generación incrédula, que no pisaría la Tierra Prometida.
Es a la nueva generación a los que Moisés les pide que escuchen y observen la Ley para poder entrar con esperanza en la “tierra que mana leche y miel” (Ex 3,8)
Y es que la Ley dada por Dios y entregada a Moisés en el Sinaí para que la conservasen y viviesen como pueblo suyo… “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo” (Lv 26,12), pueblo de la Alianza. Ahora el pueblo de Israel tiene que habitar entre las naciones como luz y esperanza, como presencia de Dios en sus relaciones y formas de vida.
Moisés pronuncia su última voluntad y testamento, rogando a los israelitas que no olviden quiénes son y lo que Dios ha hecho por ellos, que no olviden su historia… “son el pueblo de la esperanza” y con ella deben caminar.
En el Evangelio Jesús insiste y subraya que “no he venido a abolir a Ley o los profetas, sino a darles la plenitud. Y quien lo cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos” (Mt 5,17). Y Jesús es más que Moisés y los profetas, incluso más que la Ley. No olvidemos que preguntado Jesús por un doctor de la Ley cual era el mandamiento principal, responde: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente... El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos mandamientos sostienen la Ley y los Profetas” (Mt 26,37-40).
Y así Jesús expresa claramente que, la grandeza de su Reino, se basa en la obediencia; Él mismo se entregó por todos a la muerte para redimirnos, por obediencia al Padre.
Escuchemos y vivamos, sin abolir nada, sino viviendo la Ley con amor y un día seremos llamados a tomar posesión del Reino de los cielos. Vivamos con esperanza y amor este camino cuaresmal.
Fr. Carmelo Preciado, OP
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comparte con nosotros...