LA LEY Y EL REINO
La primera lectura, contiene, en síntesis, lo más importante de la religión judía y resulta fácil encontrar la semejanza con el decálogo. El Señor dicta a Moisés para que llegue a todos los israelitas unas normas para regular su relación con Dios y los semejantes, basadas en la santidad. Pues Dios es santo, el pueblo que Él eligió también debe serlo para vivir en comunión con Dios. Y junto al amor a Dios, el amor al prójimo, que Jesús destaca como uno de los mayores mandamientos (Mt 22,39).La santidad debe impregnar todos los aspectos de la vida, no solo la relación con Dios, sino también el comportamiento justo y recto hacia los demás.
El salmo “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida”, es un canto a la excelencia de la Ley de Moisés, ley de santidad y de justicia.
En el Evangelio, Jesús plantea lo que sucederá en el Juicio Final, cuando llegue el fin del mundo y todos seamos juzgados. Si en la Primera Venida permitió el juicio y condena por los jefes de este mundo, en Su Segunda Venida, Él ocupará el trono como Rey del Universo y seremos llamados ante Él, nadie escapará al juicio, todos los que hemos convivido en el mundo, buenos y malos, seremos separados según nuestro proceder, como el trigo y la cizaña(Mt 13, 36-43). Hoy en día a muchos desespera que Dios permita el mal en el mundo, sin comprender que, en Su infinita misericordia, está dando oportunidad de conversión, a todos.
Pero Dios, además de misericordioso, es Juez justo, y un día vendrá a hacer justicia y elegir a aquellos que supieron vivir las bienaventuranzas para que sean dichosos en su Reino. Aquellos benditos no porque hicieran algo extraordinario; ni acabaron con el hambre mundial; ni la enfermedad; ni sacaron al preso de la cárcel… simplemente, hicieron lo que podían hacer, quizá parezca insignificante dar algo de comida o ropa a un mendigo, pero para Dios no es insignificante.
Esta parábola abre una esperanza para toda la humanidad, incluso a los no creyentes, porque plantea que serán juzgados en el amor. Y serán salvados por Cristo porque al haber amado y servido a los más pequeños, habrán amado y servido a Cristo sin saberlo.
Recuerda: “Al atardecer de la vida, nos examinarán del Amor” (S. Juan de la Cruz).
Manuel A. Navío Perales, OP
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