JUAN el BAUTISTA, o CÓMO SER PUENTE
¡Qué grandes construcciones los puentes! Acercan orillas separadas, comunican, unen, hacen posibles los encuentros más diversos. Sin puentes todo se hace más lejano y complejo. Y los del otro lado dejan de ser vecinos para convertirse en enemigos. En este mundo nuestro hacen falta puentes: obreros para construirlos y personas apasionadas para atravesarlos. Porque a veces parece que se pone de moda bombardearlos…
Juan Bautista fue el “último de los profetas”, aquel que hizo de puente entre la Antigua Revelación y el mundo de Jesús. Supo estar en el medio, a veces de forma antipática, para pasar el relevo y hacer de fino nexo entre dos experiencias religiosas que podían complementarse. La tradición profética de Israel, sus esperanzas y anhelos más profundos no se veían frustrados o encarcelados en una orilla del tiempo. Estaban invitados a plenificarse en Jesús, el Mesías esperado, el que le daba completo sentido. Mirar en Adviento al Bautista es renovar la urgente vocación que todos tenemos de ser puentes que unen, dialogan, tejen relaciones y buscan encuentros.
El Bautista ofrece, además, una pedagogía de la pequeñez. Igual que para entrar a la gruta de Belén es necesario agacharse, para recibir a Jesús es preciso tomar el lugar de los pequeños, acoger la propia fragilidad. Solo desde abajo se puede contemplar la grandeza y profundidad del Misterio. Ante Jesús, Juan, “el más grande nacido de mujer”, sabe encontrar su sitio: bajo su sombra. Tal vez sea ese el espacio donde todos encajamos, allí donde se nos ofrece la medida más real y más humana.
Juan, finalmente, habla de la “violencia del reino”, como Pablo hará referencia a la Creación que gime con dolores de parto. Es el lenguaje profético, similar al del gran Elías. La violencia que adelanta el Reino de Dios está en el testimonio valiente de los profetas de nuestro tiempo, de aquellos que trabajan día a día, con urgencia y sin cansarse por buscar la voluntad de Dios en todo. No es momento de adormecerse, ni tampoco de convertirse en espectadores o en consumidores de experiencias. El Bautista nos invita a hacer fuerza para que el reino salga de las teorías y se convierta en un hecho real en nuestras vidas. ¡Ese será un buen signo de nuestro Adviento!
Fr. Fco. Javier Garzón Garzón, OP
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