EL ARCANGEL GABRIEL
El arcángel San Gabriel es un personaje destacado, no solo para nosotros los cristianos, también para el judaísmo y el islam. Su presencia puede encontrarse en diversas ocasiones en la Escritura, donde actúa siempre como ángel anunciador; sin embargo, es en este pasaje de la anunciación donde su figura adquiere mayor relevancia, cuando su papel resulta más significativo para los creyentes:
Ante todo, como arcángel, Gabriel es un mensajero de Dios, algo a lo que todos los cristianos estamos llamados también. Nuestra vocación más general es la de transmitir su amor y su palabra allá donde nos encontremos. En el evangelio de hoy, nuestro protagonista nos muestra, además, cómo hacerlo.
En el saludo inicial encontramos una invitación a la alegría, enseñándonos en primer lugar que hemos de tratar que nuestra presencia, palabra y acciones como Iglesia siempre despierten ese gozo profundo en los hermanos. No desde la ingenuidad, el paternalismo o el fingimiento de quien pretende que no existe el dolor o relativiza los sufrimientos, sino a partir de la profunda convicción que también forma parte de la presentación del ángel: la de que, a pesar de todo lo que pueda ocurrirnos, Dios está incondicionalmente con cada ser humano, su Gracia no deja de derramarse sobre nosotros.
La narración nos indica después que, tras recalcar todo lo bueno de la persona, lo querida y especial que es para Dios, el portavoz divino siempre trae una buena noticia de parte de Dios. Cometemos un error cuando los telediarios, los problemas a nuestro alrededor o las limitaciones y errores de cada cual, nos llevan a ser cristianos desesperanzados, agoreros de calamidades.
Allá donde vayamos tenemos que ser expresión de la buena noticia de Jesucristo, que quiere nacer y quedarse en la vida de cada hombre, pero serlo como Gabriel, como propuesta, nunca como imposición y sabiendo retirarnos en el momento adecuado, para que en el centro siempre esté el Señor y no el propio “yo”.
La misión que compartimos con este personaje es preciosa pero también difícil, la única forma de poderla desarrollar es teniendo en cuenta que “Gabriel” significa "fuerza de Dios". Solo podemos hacerlo desde Él, tan solo con su fuerza, un dinamismo todopoderoso que es el del amor más sincero.
Fr. Félix Hernández Mariano, OP
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