"Adoro te devote" es uno de los cinco himnos que Santo Tomas de Aquino compuso en honor de Jesús en el Santísimo Sacramento a solicitud del Papa Urbano IV con motivo de haber establecido por primera vez la Fiesta del Corpus Christi en 1264.
Quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor meum totum subiicit, Quia te contemplans totum deficit.
Visus, tactus, gustus in te fallitur,
Sed auditu solo tuto creditur.
Credo quidquid dixit Dei Filius:
Nil hoc verbo Veritatis verius.In cruce latebat sola Deitas,
At hic latet simul et humanitas;
Ambo tamen credens atque confitens,
Peto quod petivit latro paenitens.
Plagas, sicut Thomas, non intueor;
Deum tamen meum te confiteor.
Fac me tibi semper magis credere,
In te spem habere, te diligere.
O memoriale mortis Domini!
Panis vivus, vitam praestans homini!
Praesta meae menti de te vivere
Et te illi semper dulce sapere.
Pie pellicane, Iesu Domine,
Me immundum munda tuo sanguine.
Cuius una stilla salvum facere
Totum mundum quit ab omni scelere.
Iesu, quem velatum nunc aspicio,
Oro fiat illud quod tam sitio;
Ut te revelata cernens facie,
Visu sim beatus tuae gloriae.
Amen.
Te adoro con devoción, Dios escondido,
Oculto verdaderamente
bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo,
Y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto;
Pero basta el oído para creer con firmeza;
Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
Nada es más verdadero que esta palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad,
Pero aquí se esconde también la Humanidad;
Creo y confieso ambas cosas,
Y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomas
Pero confieso que eres mi Dios:
Haz que yo crea más y más en Ti,
Que en Ti esperé y que te ame.
¡Oh memorial de la muerte del Señor!
Pan vivo que das vida al hombre:
Concede a mi alma que de Ti viva
Y que siempre saboree tu dulzura.
Señor Jesús, bondadoso Pelícano,
Límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,
De la que una sola gota puede liberar
De todos los crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora veo oculto,
Te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
Que al mirar tu rostro cara a cara,
Sea yo feliz viendo tu gloria.
Amén
¡Qué maravilla! no tenemos palabras para agradecer todo lo que aprendemos con vosotros y lo cercano y asequible que hacéis para nosotros el mensaje de personas tan grandes como nos han precedido en nuestra querida Iglesia. Un millón de gracias de los 10
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