Al contemplar a Jesús en el sacramento de la Eucaristía recordamos y actualizamos lo que él dijo e hizo en la Última Cena con sus discípulos: «Haced esto en memoria mía». Una memoria que encierra y actualiza toda su vida: sus palabras, sus gestos, su cercanía a los pobres, su entrega hasta la cruz y su resurrección.
El Evangelio de Juan no incluye la narración de la institución de la Eucaristía y nos presenta en su lugar el lavatorio de los pies que finaliza con estas palabras de Jesús: «Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis», un mandamiento que evoca el otro de «haced esto en memoria mía» y con el que Jesús explica de modo inequívoco el sentido de la Eucaristía.
Celebrar la Eucaristía y estar al servicio de los otros, en especial de los pobres, son dos formas inseparables de recordar a Jesús. Así lo expresa Pablo en el primer relato que tenemos de la Eucaristía al corregir a sus cristianos diciéndoles: «cuando os reunís en comunidad, eso no es comer la Cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro está borracho».
La autenticidad de la Eucaristía se refleja en gran parte en «un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna», de modo que celebrar la Eucaristía es también hacer memoria de los pobres y de las pobrezas de la sociedad.
Conferencia Episcopal Española
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