Si hay una fiesta popular en el calendario litúrgico, por lo menos en Andalucía, esa es la del “Día del Señor”, que así se llama popularmente al Corpus Christi. No nos cuesta venerar al Dios que se esconde en el Pan consagrado, sacramento cercano, presencia constante a nuestro lado. Hemos sido educados en reconocer y adorar al Dios trascendente habitando a nuestro lado. Y sin embargo, siempre necesitamos volver al símbolo, al sacramento, para que no se nos desfigure, para seguir llenándolo de contenido, para renovar y actualizar nuestra fe en él. “Dios está aquí”, decimos. Pero no cualquier dios, sino el de Jesucristo. Un Dios siempre mayor y más grande. Un Dios que nos sorprende siempre, que no se deja encerrar en nuestras ideas más piadosas y fervorosas.
Donde Dios está, está el hermano, y la exigencia de una relación más evangélica con él, con ella. Donde Dios está, está el misterio, y el compromiso por conocerlo más y servirlo mejor. Y donde Dios está, se esconde un camino de felicidad y salvación aún por descubrir.
Las lecturas de este domingo del Corpus nos recuerdan tres verbos eucarísticos y fraternos. “Recuerda” es el compromiso que Moisés pide a su pueblo. Recuerda que todo lo bueno que vives y vivieron tus padres, todo lo conquistado de felicidad y plenitud humana va de la mano con el conocimiento de tu Dios. Cuanto más recuerdes y agradezcas, cuanto más agraciado y agradecido te sientas, más entrarás en el misterio de tu Dios.
“Une”, pide Pablo a los de Corinto. Lo humano es dividir, distinguir, crear fronteras. En la Eucaristía hay una exigencia constante de unir, reconciliar, tender puentes. Una invitación a llamar hermano al que se sienta a mi lado y come mi pan. O me pide pan en la calle porque no lo tiene. No busques otro nombre para quien te rodea que el de “hermano”, y atrévete a compartir tu vida con él.
Y “come”. Eso pide Jesús. No podemos vivir sin nutrirnos sanamente. Aunque reconocemos que nos alimentamos de todo, menos de vida. Lo de Cristo alimenta, es sano, hacer crecer y abre a posibilidades de vida siempre nuevas… El Pan de la Eucaristía no se ha hecho para ser sólo adorado, sino para ser partido con el que no lo tiene, y para que sea alimento, viático en nuestro frágil camino por la vida. “Dios está aquí” y precisa ser reconocido, para convertirse luego en motor y baluarte de nuestra existencia.
Solemnidad del Corpus Christi (A)
Deuteronomio 8, 2-3. 14b-16a
Salmo 147
1 Corintios 10, 16-17
Juan 6, 51-58
Homilía de dominicos.org
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