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| Tercer fragmento de la obra "Abrazo". Autor: Fr. Félix Hernández, OP |
Reflexión
para caminar juntos en esta Cuaresma
del libro "Elogio de la vida imperfecta. El camino de la fragilidad", de Paolo Scquizzato. Ed. Paulinas
(Enviada por Hno. Antonio Molina
- Hermanos de la Casa de Nazaret - Córdoba):
Si sondeamos la Escritura, constatamos que existe como un hilo conductor, el cual indica que el único camino para vivir en plenitud es el de la fragilidad y la debilidad.
Jesús, comprendiendo que este camino es el único salvífico, porque es el único en el que Dios puede revelarse, prorrumpió en un himno de gratitud y alegría respecto de su Padre que ha elegido esta manera loca: "En aquel momento, lleno de gozo bajo la acción del Espíritu Santo, dijo: "Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los hombres sabios y a los entendidos, y se las has manifestado a los sencillos. Sí, Padre, porque así has querido" (Lc. 10,20)
Es la lógica que vivió Jesús, que es la revelación del Padre, y por eso sus discípulos están llamados a recorrer el mismo camino como única posibilidad de cumplimiento. Y esto no por simple obediencia a Dios, sino como consecuencia del estar injertados en Cristo: si estamos injertados en Cristo, daremos los frutos de Cristo. En efecto, cada uno da lo que es. Si Dios es poderoso en su impotencia, en su fragilidad, el discípulo se realizará como persona a través de la misma modalidad.
Pero a los ojos del mundo esto parece ser locura. Es la lógica de la piedra descartada que se convierte en piedra angular (Mt. 21,42 que cita el salmo 118,22); el cordero llega a ser el vencedor solamente porque es inmolado (Ap. 5, 12); el grano de trigo produce fruto solo porque muere (Jn. 12,24). La fecundidad brota de la aparente infecundidad total.
Dios ha manifestado su máximo poder en la máxima impotencia de la cruz.
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