Segundo fragmento de la obra "De lo alto", cuyo autor es Fr. Félix Hernández, OP |
Oración-Reflexión
para
caminar juntos en esta Cuaresma
de
Sor Inmaculada Serrano, OP
(Monasterio de San José –La Solana-):
Orar
en Cuaresma
Este
tiempo es propicio para atender a tres llamadas de la Palabra: ayunar,
compartir los bienes y orar, que responden al mandamiento de amar a Dios con
todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas. Y ante las
tentaciones de afanes desmedidos, de deseos de tener y de placer, se nos
recomiendan los antídotos de orar, dar limosna, y ayunar. La oración es la
fuente de toda la vida espiritual cristiana, la apertura a la relación con el
Tú divino, revelado en Jesucristo, es tratar de muchas maneras con Él.
La
Palabra de Dios, la presencia real en la Eucaristía, la acogida de la
Providencia en los acontecimientos de cada día, la relación interior con quien
nos habita son posibles expresiones orantes. La meditación de las Sagradas
Escrituras, estar en silencio ante el sagrario o en medio de la naturaleza, la
recitación de salmos u otros textos, la invocación litánica como ejercicio para
mantenerse en la presencia de Dios, los actos de amor interiores hacia quien
sabemos que nos ama son expresiones orantes. Orar ayuda a trascender la vida y
la historia, a colocar todo en el horizonte esperanzador, porque significa una
relación explícita con el Dios revelado, que nos ofrece su ayuda, su compañía y
su misericordia.
De
orar o no, depende la fortaleza de nuestra fe, la lectura de todo
acontecimiento en clave teologal, porque desde ella se tiene la certeza de que
nada sucede al margen de Dios, y Él ve lo más profundo de nuestro ser. Los
orantes recomendamos saber esperar y confiar en Él. La oración es como el agua
en la sequía, como la sombra en el bochorno, como la brisa suave en pleno
estío; repercute en el modo de interpretar de manera positiva la realidad, aun
la más aciaga, pues en la contrariedad se nos ofrece consolidar la fe. Orar es
tratar con Dios dentro de uno mismo, o al hilo de cuanto sucede; es vivir en su
presencia, a través de mediaciones recomendadas por los maestros, y por el
mismo Jesús: “Tú, cuando quieras orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta, y
Dios, que ve lo escondido, te escuchará”. No dudes de la presencia amorosa de
Dios. Él no defrauda. Y vive desde la oración este tiempo cuaresmal de camino
hacia la Pascua.
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