viernes, 22 de marzo de 2024

Cuaresma 2024 desde Scala Coeli con Santo Tomás de Aquino. Viernes 5º de Cuaresma (de Dolores)



María

    Para Santo Tomás, María estuvo inmune de toda maldición y, por consiguiente, “fue bendita entre todas las mujeres”, porque ella sola puso bajo sus pies la maldición, portó la bendición y abrió la puerta del paraíso. Y por eso le conviene el nombre de María, que se interpreta como “estrella del mar”, porque así como los navegantes se dirigen al puerto por la estrella del mar, así también los cristianos por María si dirigen a la gloria.

    El papa Benedicto XVI, en una de sus Audiencias Generales que dedicó a Santo Tomás señalaba que Santo Tomás fue, como todos los santos, un gran devoto de la Virgen. La definió con un apelativo estupendo: Triclinium totius Trinitatis, triclinio, es decir, lugar donde la Trinidad encuentra su descanso, porque, con motivo de la Encarnación, en ninguna criatura, como en ella, las tres Personas divinas habitan y sienten delicia y alegría por vivir en su alma llena de gracia. Por su intercesión podemos obtener cualquier ayuda.

    Según santo Tomás, la grandeza del mérito se mide primeramente por la caridad y la gracia santificante, que son como las raíces de donde proceden nuestros actos meritorios; y como a estos actos corresponde una recompensa que consiste esencialmente en la posesión eterna de Dios, así es que poseerá a Dios del modo más perfecto que sea posible aquel cuyas obras hayan sido hechas por la caridad más perfecta. María adquirió el mayor mérito de los mártires, porque sufrió, como madre del crucificado, el suplicio infligido a su Hijo, y que ya se le había anunciado en estas palabras del anciano Simeón: “Una espada traspasará vuestra alma” (Lc 2, 36).

    La vida de María culminó en la Pasión de su divino Hijo, que según Santo Tomás de Aquino fue «el mayor de todos los dolores».


Oración


Oh santísima y dulcísima Virgen María, Madre de Dios.

Hoy y todos los días de mi vida

deposito en tu corazón misericordioso

mi cuerpo y mi alma,

todas mis acciones, pensamientos, intenciones,

deseos, palabras y obras;

en una palabra, mi vida entera y el fin de mi vida.

Alcánzame, oh dulcísima Señora mía,

caridad verdadera,

con la cual ame con todo mi corazón,

sobre todas las cosas, a tu santísimo Hijo

y, después de él, a ti, y al prójimo en Dios y por Dios.

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