San José
Aunque no se encuentra entre sus escritos ninguna cuestión o artículo dedicado directamente a San José, Santo Tomás trata de él con alguna extensión en los Comentarios que dedica al Evangelio de San Mateo y al Evangelio de San Juan. En éste último, afirma la virginidad del Santo y su singular paternidad respecto al Verbo Encarnado.
Asimismo, en el Comentario al cuarto libro de las Sentencias de Pedro Lombardo y la Tercera Parte de la Suma Teológica, Santo Tomás nos presenta a San José en relación con la Virgen María, principalmente en torno a su verdadero y perfecto matrimonio virginal.
Santo Tomás señala que cabe destacar dos cuestiones acerca de José. A saber, su sabiduría y su clemencia. Sabiduría, por el hecho de que antes de actuar, deliberó, (Prov 4,25: «Deja que tu mirada preceda a tus pasos, es decir, no hagas nada sin el juicio y la deliberación de la razón»). Y su clemencia o piedad, por el hecho de que no hizo público, ni divulgó, lo que le sucedía, a diferencia de muchos, que quieren publicar inmediatamente fuera lo que tienen en el corazón, (Prov 25,28: «Como ciudad abierta sin murallas, así es el hombre que no puede dominar su espíritu cuando habla»).
Y por esto, mereció ser instruido, es decir, consolado. De ahí lo siguiente: he aquí que se apareció el ángel del Señor, como si la ayuda de Dios llegara pronto (Sal 9,10: «Mi ayuda en las dificultades y en la angustia»); Sal 53,6: «He aquí, Dios me ayuda, el Señor defiende mi alma»). Y por este motivo dice el ángel a José (Mt 1,20): No temas recibir a María como esposa; esto es: no temas celebrar solemnemente las bodas.
Incluso, Santo Tomás manifiesta que: se cree que el mismo ángel que fue enviado a María, (Lc 1,6), fue enviado a José, (Sal 33,8): «El ángel del Señor vendrá alrededor de los que le temen», es decir, de María, para librarla de la infamia de la posible creencia de su no virginidad, y de José, para no abandonarlo en su angustia y perturbación de dudar de la castidad de María.
Oración a San José
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.
(Papa Francisco, Patris Corde)
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