Mensajeros
Como recoge Santo Tomás, San Agustín nos dice que “Jesús sabía que el testimonio que daba de sí mismo era verdadero, pero a causa de aquella gente ignorante e incrédula, el que era el Sol buscaba antorchas auxiliares. Porque como aquéllos no veían bien, no podían resistir la fuerza de los rayos del sol. Por lo tanto, se destinó a Juan el Bautista para que diese testimonio de la verdad”. Mas Juan -como menciona San Beda el Venerable-, aun cuando dio testimonio, no lo dio para aumentar la gloria de Jesucristo, sino para mover a los hombres a conocerle mejor. Porque -como también recoge Santo Tomás del maestro Alcuino- Juan era antorcha, iluminado por Jesucristo, que era la verdadera luz. Juan ardía en la fe y en el amor, y brillaba por la palabra y por la obra, y había sido enviado antes para confundir a los enemigos de Jesucristo, según aquellas palabras del salmo (Sal 131,17-18): "He preparado la antorcha para mi Cristo, y llenaré de confusión a todos sus enemigos".
Santo Tomás también destaca lo que menciona San Juan Crisóstomo: “Podrían decir aquéllos, ¿si no hemos oído su voz, cómo podremos saber que Dios da testimonio de ti? Y por esto dice: "Examinad las Escrituras", manifestando que Dios ha dado testimonio de Él por medio de las Escrituras. También en el Jordán y en el monte dio testimonio de Él, mas no oyeron la voz que resonó en el monte. Y aunque oyeron la que resonó en el Jordán, no le prestaron atención. Por esto los remite a las Escrituras, manifestando que el testimonio del Padre está en ellas. Mas no los remitía a la simple lectura de las Escrituras, sino que les encargaba el examen detenido, porque lo que en las Escrituras se encontraba respecto de Él estaba velado por encima y no se expresaba en la superficie, sino que estaba escondido en lo profundo, a manera de un tesoro”. Y continúa San Juan Crisóstomo: “Comprenderéis que Moisés os acusara, porque dijo: "Si viene alguno haciendo milagros, encaminando hacia Dios y prediciendo con verdad lo que ha de suceder, convendrá obedecerle". Y Jesucristo hizo todo esto, y sin embargo no le creyeron”.
Finalmente podemos recoger lo que el mismo Santo Tomás comenta, que bien podría servirnos a nosotros en este tiempo en el que vivimos: Toda criatura está llamada a dar testimonio de Dios ya que toda criatura es como una prueba de su bondad. La grandeza de la criatura atestigua, a su manera, la fuerza y la omnipotencia divinas, y su belleza es testimonio de su divina sabiduría. Algunos hombres reciben de Dios una misión particular: dan testimonio de Dios no sólo desde el punto de vista natural, por el simple hecho de existir, sino más bien de una forma espiritual, por sus buenas obras…No obstante, aquellos que no se contentan con sólo recibir los dones de Dios y obrar rectamente, sino que comunican estos dones a los demás por la palabra, exhortando y dando ánimos a los otros, son testigos de Dios de una manera todavía más excelente.
Oración
Dame, oh Dios mío,
que levante a ti mi corazón, frecuente y fervorosamente,
hacerlo todo con amor,
tener por muerto lo que no pertenece a tu servicio,
hacer mis obras no por rutina,
sino refiriéndolas a ti con devoción.
Hazme, oh Jesús, amor mío y mi vida,
obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento,
casto sin corrupción, paciente sin murmuración,
humilde sin ficción, alegre sin disipación,
maduro sin pesadumbre, diligente sin inconsistencia,
temeroso de ti sin desesperación, veraz sin doblez;
haz que practique el bien sin presunción,
que corrija al prójimo sin soberbia,
que le edifique con palabras y obras sin fingimientos.
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